Luego de pasar meses entregando sus delaciones con cuentagotas, limitadas por la lenta ruta crítica judicial entre Brasil y Perú, Odebrecht ha dado un batacazo que escapa a lo que ha sido la lógica de su actuación. Hasta aquí se había limitado a los vericuetos de lo penal. Ahora ha entrado de lleno a la política peruana, y no precisamente la democrática. La sensación es que Mauricio Cruz, jefe de la empresa para Perú, simplemente fue a sus archivadores, sacó la carpeta PPK, y se la entregó a la presidenta de la comisión Lava Jato. Esto ocurre en un momento político clave, y da una obvia ventaja a Fuerza Popular en la investigación fiscal sobre sus fondos de campaña, y otros problemas. Ahora voceros de FP opinan que la fiscalía simplemente debió “obtener los libros contables de Odebrecht”. Pero en el juego de las delaciones premiadas eso simplemente no estaba disponible para la justicia peruana. La empresa solo iba a avanzar en sus destapes si ella obtenía la impunidad que estaba persiguiendo, un proceso moroso y lleno de vericuetos legales. ¿Qué produjo el cambio? La hipótesis más sencilla es que Odebrecht entendió que podía obtener por la vía legislativa aquello que la vía judicial no podía darle. Al poner directa, expeditiva y oportunamente los papeles sobre la complicidad de PPK en manos de la parlamentaria Rosa Bartra, Odebrecht selló un pacto político con FP, incluso un pacto a futuro. Esto lo hizo luego de pasar meses encubriendo para todo fin práctico el serio problema de PPK. Pudo haber hecho esto en cualquier momento, a través de cualquiera de sus delatores. Pero el manejo de los tiempos ha sido clave, y está vinculado con los recientes avances de la justicia peruana sobre los misteriosos fondos de campaña de Keiko Fujimori. La tranquilidad en que ha vivido Odebrecht en el Perú (sin las severas sanciones de otros países) le ha subido los humos a la empresa. Al grado de haberse atrevido a participar en un complot contra la Presidencia de la República, pues a eso equivale la entrega de documentos a Bartra. Esto es algo mucho más serio que financiar campañas electorales por lo bajo.