Nadie realmente sabe para quién trabaja. Hace pocas semanas Fuerza Popular puso al Fiscal de la Nación en la picota por una supuesta falta de celo en el caso de los socios locales de Odebrecht. Esta semana FP protesta por un supuesto exceso de celo en la cacería de irregularidades en el financiamiento de campañas electorales. El alto perfil del caso de las constructoras brasileñas ha puesto en manos del sistema judicial peruano un nuevo tipo de tarea y un nuevo tipo de prominencia mediática. Esto los ha colocado en un inevitable curso de colisión con poderes políticos y económicos. Probablemente lo que estamos viendo en estos tiempos son solo los primeros choques. Pocos calcularon que fiscales y jueces harían mucho más que tramitar los mensajes que iban llegando a cuentagotas desde Brasil. Sin embargo las presiones públicas por resultados hicieron que el gremio de la toga se aplicara también a la parte más local del asunto, particularmente los casos de financiamiento partidario, tema además de la reforma electoral. Cuando apostó a una prepotente supeditación de la Fiscalía de la Nación a sus intereses políticos FP, como dice el proverbio chino, le ha pisado la cola al tigre. Si el sistema judicial tenía algún temor de ampliar su actuación más allá de Nadine Heredia, Ollanta Humala o Alejandro Toledo, la acusación al fiscal Pablo Sánchez lo disipó. Es probable que cuando apareció la sombra de lo que FP llama control político del Congreso, los miembros del sistema judicial entendieron que no era posible (quizás ni siquiera deseable) una negociación con ese poder, y entonces optaron por una confrontación en regla. El masivo apoyo interno a Sánchez fue un claro anuncio de lo que se venía. La búsqueda de registros contables en los locales de FP parece haber encontrado material suficiente para mantener esa investigación en el candelero un buen tiempo. Para los planes de dominio total en FP en la política es un golpe fuerte, lo cual intensifica la curiosidad acerca de qué es lo que está preparando Jorge Barata para enero. FP se ha concentrado en denunciar la forma, es decir el allanamiento, y a obviar el contenido, es decir el cambalache en los registros de aportaciones. De la fábrica de firmas (año 2000) a la fábrica de donativos.