La primera vuelta de las elecciones en Chile va a dar mucho que hablar porque sus resultados van a contramano de lo señalado por las encuestadoras, que le daban una votación de 44% al expresidente Sebastián Piñera. Finalizado el recuento, obtiene el 36,7% de los votos. En segundo lugar llegó Fuerza de la Mayoría (de Michelle Bachelet), liderada por Alejandro Guillier, con el 22%: un bajón importante pues en el 2013 tuvieron el 47% (aquí están el Partido Socialista y el Partido Comunista). Lo inédito ha sido la votación del Frente Amplio, integrado por 11 grupos que se sitúan a la izquierda de Fuerza de la Mayoría, obteniendo nada menos que el 20%. Este Frente nació hace poco y tiene su origen en las protestas estudiantiles del 2011, siendo su candidata la periodista Beatriz Sánchez. Esto modifica el panorama pues rompe la “tradición” de que solo dos fuerzas concentraban la representación política: la derecha tradicional y el “centro izquierda” tradicional (la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, con el PC como nuevo socio recién desde hace cuatro años). Esto ha sido posible, en buena medida, porque en el 2015 hubo una reforma electoral que terminó con el sistema binominal que venía desde la Constitución de Pinochet de 1980. Con ese sistema, por ejemplo, los dos primeros candidatos a senadores con mayor cantidad de votos eran los elegidos. Los más chicos, se iban a su casa. Ahora, con la reforma, se instaura la proporcionalidad. Además, se modifican las circunscripciones, los diputados aumentan de 120 a 155 y los senadores de 38 a 50. También se dio una “ley de cuotas” para que ningún sexo supere el 60% de los candidatos. Pero quizá uno de los temas clave es que para formar un partido político se requiere reunir firmas de apoyo que equivalgan a un 0,25% de los ciudadanos que participaron en las últimas elecciones. En otras palabras, la reforma apuntó a una mayor participación de la ciudadanía. Ojo, en Chile el voto no es obligatorio y solo votó el 46% de los inscritos en el padrón electoral No es así acá, donde cerca de 18 millones participaron en las anteriores elecciones y se exigen firmas por el 4% del total, es decir, 720.000. Si aquí rigiera el 0,25%, entonces solo se necesitarían 45.000 firmas para formar un partido y participar. Pero esa reforma democrática ha sido rechazada por el Congreso actual. ¿Por qué no seguir el democrático camino chileno? ¿Cómo queda la segunda vuelta del 17/12? Difícil decirlo porque los partidos están aún en discusiones internas y, también, con los ganadores de la primera vuelta. Sin embargo, El Mercurio ha realizado un análisis donde dice que la suma de las fuerzas de centro derecha y centro izquierda es parecida la de 1989: 55% para todas las izquierdas y 44% para todas las derechas (1). La centro derecha en el 2017 suma 44% con Piñera (36,7%) más José Antonio Kast (7,9%), cercano al pinochetismo. La centro izquierda suma 55% con Guillier (22,7%), Beatriz Sánchez (20,3%), Carolina Goic de la Democracia Cristiana (5,9%, esta vez fueron solos), Marco Enríquez-Ominami (5,7%, su caída es fuerte) y Eduardo Artés y Alejandro Navarro, con 0,5% cada uno. Ojo, estas no son alianzas políticas concretadas. Piñera pensaba aprovechar la caída del crecimiento económico para obtener una buena votación. Chile ya no tiene tasas de 6 a 7% como hace 15 años. En el 2011 el PBI creció 5,8% y solo fue 1,8% en el 2014 y 1,6% en el 2016. Dice Bachelet que le tocó la “mala pata” del fin del super ciclo de los commodities, es decir, la caída del precio del cobre, que sigue siendo, como dijo Salvador Allende, el sueldo de Chile. A esto se suma el rechazo de la derecha económica a la llamada “reducción de los incentivos a la inversión”, en particular a la Reforma Tributaria, que aumentó el impuesto a la renta de las empresas, así como a la eliminación del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT), que permitía diferir, casi indefinidamente, el pago del impuesto a la renta (2). Al mismo tiempo, creció el aislamiento de Bachelet frente a su propia base, lo que se manifestó en las huelgas estudiantiles y las masivas protestas contra las magras pensiones de las AFP. En síntesis, llegó a Chile el fin del bipartidismo pues hay una tercera fuerza electoral: ha sido derrotado el “centro político” y podría abrirse una tendencia a la polarización. La reforma electoral del 2015 ha jugado un papel central y, en lo económico, queda claro que Chile necesita una mayor diversificación productiva (ojo, que si nos comparamos con Chile, estamos en pañales) para continuar en la senda del desarrollo. Ah, me olvidaba, también queda seriamente dañada la tesis del renovado y constante “giro a la derecha” de América Latina. Si se consolida un acuerdo centro izquierda, Piñera puede perder. (1) Http://www.Emol.Com/noticias/nacional/2017/11/20/884088/izquierda-55-y-derecha-44-la-tendencia-electoral-historica-de-chile.Html (2) Ver, elecciones en chile 2013, en http://www.Cristaldemira.Com/articulos.Php?Id=2414