Básicamente podemos imaginar hoy hasta cuatro grupos de candidatos para el 2021: a los que les fue más o menos bien en el 2016, a los que no les fue tan bien pero tuvieron una presencia y se mantienen aferrados a las encuestas, los políticos que no participaron pero son nacionalmente conocidos, y aquellos que aún no conocemos como candidatos. Todavía es temprano para evaluar el efecto de los destapes corruptivos, fundados o imputados, sobre el futuro de las inclinaciones electorales en el país. El sentido común dice que los tocados por el escándalo perderán puntos frente a los no tocados. Lo mismo valdría en el caso de los más tocados frente a los menos tocados. Aunque no siempre ha resultado así. Pero a pesar de que el quantum de acusaciones no ha dejado de crecer en año y medio, no han aparecido las figuras políticas capaces de aprovechar la nueva situación. Lo que se ve más bien es un juego de suma cero entre las figuras más prominentes de la política, donde el terreno que pierde un acusado lo gana otro. Los ajenos a ese club de acusados no están avanzando. Lo único que se percibe en este tema es un recurrente comentario en el sentido de que si el actual panorama desordenado y chavetero se mantiene, y algunas cosas se concretan, eso producirá sorpresas electorales. En cierto modo es el asordinado retorno del discurso sobre outsiders y antisistemas. A los que algunos ven como peligro, y otros como salvación. En una perspectiva menos dramática, lo que sí puede estar apareciendo es un horizonte de oportunidades para rostros nuevos o de la actual segunda división electoral. Pero para que eso se produzca realmente, la crisis institucional que avanza tiene que convertirse en una crisis política. Eso no lo va a producir el actual auge del sistema judicial, o al menos no por sí solo. Dicho de otra manera, si las figuras que están esperando una oportunidad quieren que esta se materialice, entonces deberían trabajar un poquito. Pues aunque parezca muy temprano, estos son el tipo de momento en que se empiezan a definir las cosas a futuro. Hoy existen zonas ideológicas enteras donde hay opinión pero no representación.