Los inversionistas se están preguntando por la estabilidad política en el Perú del 2018. ¿Pero cómo definirla? Una manera es cuando existe cierta armonía entre los bandos que compiten por el poder. Otra es cuando no asoman grandes catástrofes en la agenda. Otra es cuando el futuro colectivo pasa a ser más o menos previsible. Además la definición supone la posibilidad de separar el ruido político, es decir debates enconados, rencillas esencialmente fútiles o escándalos jugosos que copan los medios, de la verdadera inestabilidad. Esta última definible también como un agarrotamiento de los engranajes del gobierno, con efectos en toda la sociedad. La pregunta surge porque hoy el país político da la impresión de haber retrocedido frente a dos posibles abismos: la disolución del Congreso o la vacancia del Presidente de la República. Se puede discutir cuán realistas eran esos temores, pero hasta hace poco tiempo esas eran las dos catástrofes de referencia en la charla política. El segundo motivo de inquietud para la inversión está en las próximas elecciones, a un año de distancia. Hasta ahora las elecciones regional-municipales no han dado mayor sorpresa en términos generales. Pero nunca se sabe quién puede llegar al poder en determinada región o ciudad, y con qué visión de los negocios en la zona. Un tercer motivo, paradójico solo en apariencia, es que la inversión privada se está recuperando este año, y se espera más para el próximo. En los últimos años de Ollanta Humala la inestabilidad política no era el tema, pero la desaceleración sí, y ella fue un argumento fuerte para mantener muchos proyectos de inversión pasmados. La interrogante para el dinero productivo es si el clima de relativa calma política y de recuperación económica se van a mantener, y por cuánto tiempo. Si los inversionistas llegan a la conclusión de que esto será así, entonces su fe puede resultar una profecía autocumplida. ¿Toman esto en cuenta los políticos cuando trazan sus planes? Para algunos sectores políticos un clima de estabilidad funciona como una camisa de fuerza, y es más bien el río revuelto de la inestabilidad el que les pone oportunidades por delante. Pero estos pasados meses sugieren que ellos son los menos, y lo seguirán siendo durante el 2018.