¿Cuál es hoy la temperatura de las relaciones Ejecutivo-Fuerza Popular? Mucho menos fría que con el anterior gabinete, pero sería excesivo llamarla primaveral. Para ser una temporada de expectativas le falta calidez, y abundan las pullas desde el Congreso. Pero ahora que los dos bandos se conocen un poco mejor, el tono de la agresividad ha bajado, pero el nuevo equilibrio es esencialmente inestable. Mucho ha ayudado que el gabinete Aráoz esté trufado de concesiones a FP. Incluso se podría hablar de dos gabinetes. Uno que representa el espíritu liberal del 2016, y otro que representa el ánimo populista de derecha del 2017. Así, para ambas partes la concesión de confianza a la primera ministra ha salido con hueso. Todos han quedado contentos a medias. ¿Cuánto puede durar esta situación? Si fenómenos impredecibles como Odebrecht, el fútbol, Alberto Fujimori, la mototaxi o algún exabrupto de PPK no desestabilizan el esquema, hay para varios meses de tranquilidad relativa. Algo ayudará la perspectiva de la visita papal, que puede entregar un tiempo de bálsamo para los enconos, o por lo menos volverlos más discretos. Las confrontaciones que rodearon el paso del gabinete Zavala dejaron descolocados a los dos bandos. A Pedro Pablo Kuczynski lo obligó a sacar el arma anticensura. A FP les causó el problema interno llamado Kenji Fujimori. Las encuestas pusieron en evidencia que todos se estaban chamuscando por igual, y marcaron la hora de los paños fríos. Todavía no terminan de recolocarse. Algunos no han entendido la nueva situación. La comisión Lava Jato entendió que la tregua le serviría para reactivarse, pero calculó mal. Los fiscales le siguen robando el fuego, y políticos como PPK o los Humala no quieren dialogar con ellos. Lava Jato ha tenido que contentarse con la visita protocolar de Keiko Fujimori, y dentro de poco la de Alan García. Algunos han entendido mejor, como Luis Galarreta, que aprendió la lección de Luz Salgado, y hasta ahora se conduce como el interlocutor prime frente al Ejecutivo, en abierto contraste con el puñado de iracundos FP que todavía lanzan advertencias, buscando atizar las brasas de su esquinita de un ambiente que por el momento insiste en mantenerse tibio.