En las vísperas del otorgamiento del voto de confianza al gabinete Aráoz ha subido la tensión política entre el fujimorismo y PPK, quien se niega a ser interrogado por la Comisión de Lava Jato del Congreso a la que ha llamado circo con cierta razón. ¿Cómo se puede llamar a una comisión congresal que está siempre dispuesta a echar a los leones a sus enemigos y a tratar con guantes de seda a sus amigos y protegidos, KF y AG, ante las mismas acusaciones de corrupción? Es circo, encubrimiento y traba del buen funcionamiento de la justicia. ¿A título de qué ley, razón o criterio, el presidente del Congreso acompaña a su lideresa y encabeza públicamente la resistencia a la aplicación de la ley por parte del Poder Judicial? En tiempos normales, el presidente del Congreso sería censurado y obligado a renunciar, pero en la situación anormal de una dictadura de la mayoría parlamentaria no pasa nada. El presidente del Congreso y la presidenta de la Comisión Lava Jato sostienen que la negativa constitucional de PPK genera un conflicto innecesario entre Poderes del Estado en vísperas del otorgamiento del voto de confianza al nuevo gabinete e insisten en la invitación a PPK a declarar ante la mencionada comisión. El fujimorismo no quiere un presidente de la República autónomo sino uno genuflexo a los dictados de su mayoría parlamentaria. En medio de estos dimes y diretes entre los líderes de los poderes del Estado, ¿se va a otorgar hoy o no el voto de confianza al gabinete Aráoz? Algunos políticos y analistas sostienen que el voto de confianza es inevitable porque los fujimoristas no están dispuestos a cambiar sus altos sueldos seguros por la disolución del Congreso y los resultados azarosos de una nueva elección parlamentaria. Más vale un pájaro en mano que cientos volando. Es probable que así sea, pero es posible que la mayoría fujimorista mantenga el suspenso durante unos días, como hizo la circunstancial mayoría parlamentaria que mantuvo colgada casi un mes al gabinete de Ana Jara en el gobierno de Humala, antes de darle un forzado voto de confianza. Una exhibición de fuerza antes del sometimiento a la ley. No está escrito en piedra, sin embargo, que el fujimorismo esté obligado a otorgar el voto de confianza. Es posible que, encandilados por los cantos de sirena de IPSOS y de Datum, crean que una nueva elección parlamentaria los favorece y opten por el riesgo de la disolución del Congreso. Tampoco está escrito en piedra que PPK, ante esa posibilidad, disuelva el Congreso para ir a una nueva elección. Tiene la facultad de hacerlo, pero no está obligado. Es interesante preguntarse qué haría PPK si la mayoría fujimorista se negara a darle el voto de confianza al gabinete Aráoz. ¿Usará la facultad que le otorga la Constitución de disolver el Congreso en esas circunstancias o, presionado por la Confiep y por los medios concentrados, optaría por renovar el sometimiento del Ejecutivo ante el Congreso fujimorista? Interpretando a esos poderes, el presidente del BCR ha dicho que lo peor que le podría pasar al Perú es disolver el Congreso y convocar a una nueva elección parlamentaria. Esta probable salida política parece ciencia ficción, pero no lo es.