La revista Poder ha dedicado su número de setiembre a una evaluación comparativa del sur andino. La idea de fondo es que la región es diferente, pero no tan diferente como la pinta un conjunto de lugares comunes, sobre todo que hay allí inclinaciones políticas propias con proclividad al radicalismo, y cierta indolencia empresarial. El número de la revista nos recuerda que en la historia reciente la región ha votado en las presidenciales por todo el espectro ideológico, de un extremo al otro. La idea de un sur andino consistentemente ultra no se sostiene (sorprendentemente ni siquiera en el emblemático valle de La Convención, famoso por Hugo Blanco). Sin embargo un cuadro sobre presidencias revela que desde 1990 las primeras vueltas en la región se han ido desplazando en una curiosa deriva desde el populismo de derecha hacia el centroderecha (2000, 2001), hacia el populismo de izquierda (2006,2011) y hacia una fragmentación con amplia votación para la izquierda. A pesar de sus diferencias internas, generalmente a favor de los tres departamentos costeros, la región es homogénea, al grado de permitir ser abordada en conjunto. Una encuesta encargada a GfK muestra que este conjunto tiene hoy simpatías políticas prácticamente iguales a las del resto del país. Estamos, pues, ante un panorama de bolsones: la mayor postergación social de Cusco y Puno, las grandes empresas en la costa sur, el auge turístico en determinadas zonas. Pero a la revista no le ha costado reunir, a partir de la revisión de potenciales, las cifras de una homogeneidad de cara al futuro. El número de Poder tiene la virtud de dar información muy relevante sobre la región en este momento, y al mismo tiempo dejar algunas de las principales cuestiones abiertas. Una de estas es la aparente contradicción entre el obvio avance económico de los siete departamentos y un difundido sentimiento de postergación centralista. En una de las entrevistas Yamila Osorio, gobernadora de Arequipa, sintetiza las necesidades de la región hacia el 2030. Sueña al sur andino “Moderno. Con una mayor infraestructura vial, que es donde tenemos las mayores brechas, y con una potencia agroenergética. Un sur sostenible y capaz de resistir al cambio climático, algo vital para esa zona árida y desértica”. El número de la revista nos recuerda que en la historia reciente la región ha votado en las presidenciales por todo el espectro ideológico, de un extremo al otro.