La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia. Charles Darwin Prefiero analizar la política peruana actual como una sucesión de microciclos de tensión seguida por otra de cooperación, y no como una línea ascendente y ardiente de cara al abismo. El error de la agregación simple de hechos, frecuente en los análisis planos, conduce a predicciones rupturistas que fracasaron respecto de los tres últimos gobiernos. El deporte nacional de pronosticar caídas tiene sus reglas; las más importantes dicen: 1) que todo gobierno que se debilita, cae irremediablemente; 2) que los gobiernos se debilitan por errores del manejo cotidiano; 3) que la receta para que aumente la aprobación presidencial es cambiar de ministros; y 4) que para enfrentar las crisis, los gobiernos deben “hacer política”, una pócima que con solo tomarla, arregla las cosas. Nada de esto funcionó en los casos de Toledo, García y Humala, pero la receta se repite a propósito de la caída de 13 puntos de la aprobación de PPK en la reciente encuesta de GfK. La popularidad descendente de los gobernantes es un problema estructural de nuestra democracia post Fujimori. Nuestro sistema opera con presidencias precarias frente a la sociedad, más que ante los otros poderes. Específicamente, esta debilidad no está condicionada por la posición del Ejecutivo frente al Parlamento. Por esa razón, las mayorías parlamentarias que se fabricaron los gobiernos en 13 años del período 2001-2016, no mejoraron la percepción de los ciudadanos. La crisis de PPK es también la de nuestro presidencialismo sin reformas. La desaprobación presidencial a la peruana está cocinada con varios insumos y entre ellos se incluyen los errores del día a día, qué duda cabe. Pero olvidamos con frecuencia que los ciudadanos no abordan la política como los medios, es decir, con intensidad y tenacidad (basta apreciar el bajo porcentaje de encuestados que declaran estar informados de hechos que los medios abordan todos los días), sino a través de expectativas, claramente jerarquizadas en función de sus intereses. De hecho, las angustias coyunturales de los medios y políticos, que viven febrilmente el corto plazo, son mediatizadas por la sociedad que mantiene convicciones más estables y generalizadas. Cinco puntos menos en la aprobación de un político les angustia menos, obviamente porque las masas no juegan necesariamente y todo el tiempo en el corto plazo político. La secuencia lógica de la elite opinante que asegura que a menos aprobación presidencial es más cercana la caída del gobierno, carece de evidencia en los últimos 15 años. Aún más, las caídas de cuatro gobiernos entre 1962 y 1992 fueron por golpes de Estado (y un autogolpe) que no tuvieron relación directa con las aprobaciones presidenciales Y, al revés, tuvimos dos presidentes que recientemente gobernaron con el agua al cuello (Toledo y Humala) sin que el sistema se descosiese, ya no que se rompiese. Siempre puede haber una primera vez; en tanto, una mirada regional indica que en la última década el abandono de presidentes del poder se debió a otras razones, como golpe de Estado tradicional (Honduras, 2009), renuncia por presión de la calle (Guatemala, 2015), o golpes “constitucionales” avezados contra gobiernos que no eran débiles en aprobación ciudadana (Paraguay, 2012; y Brasil, 2016). Los porcentajes de PPK no desmienten su debilidad, pero resulta que no es el único dato de la realidad; al costado de las cifras presidenciales se encuentran siempre otros hallazgos sobre la debilidad del Congreso y las convicciones democráticas de los peruanos que también forman parte de nuestra gobernabilidad, estable pero conocida, y que expone un fenómeno: el sistema más fuerte de lo que pensamos y queremos. Lo dicho no significa que PPK tenga una presidencia 100% asegurada y que no necesite procesar cambios y desarrollar alianzas y acuerdos. Pero creo que el problema del país no es el cambio de presidente sino es el cambio; cierto que son los hombres, pero no solo sus errores personales, sino sus orientaciones. http://juandelapuente.blogspot.peLa mitadmasuno