El periodismo neoliberal existe. Se ha extendido en el Perú como una enfermedad crónica: todo se vende, todo se alquila si hay una marca que lo auspicie. Así es el periodismo que se ha dejado colonizar por la veneración al mercado. El que es capaz de poner en suspenso sus principios, doblarlos un poquito o mucho si eso reporta ganancias comerciales. Ese tipo de periodismo ha convertido a muchos periodistas en corderos pasivos de las imposiciones mercantiles y en entusiastas lectores de propaganda. Por eso es tan peligroso para la profesión que un periodista piense como empresario. Dejemos en claro que no propongo que el periodista desconozca que su sustento proviene de los auspicios. Pero ese es un asunto cuya preocupación ha de ser exclusivamente del área comercial del medio de comunicación. Cuando un periodista prioriza el tema comercial por sobre el periodístico empiezan las justificaciones para flexibilizar principios básicos del periodismo como la ética y la responsabilidad social. Las consecuencias de este periodismo comercializado son la decadencia y precariedad cada vez más acentuadas del buen periodismo. Hace unos pocos años me enfrasqué en una discusión feroz en TV con una supuesta nutricionista independiente – Milagros Agurto – que quedó desenmascarada como colaboradora de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) cuando ella se presentaba como independiente (https://goo.gl/kcGnyj). Sus argumentos eran los mismos que los del Presidente de la SNI que estaba en campaña para rechazar la Ley de Alimentación Saludable y comida chatarra. Me leí todo el manual de campaña de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las especificaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y me empapé de los argumentos científicos nutricionales de fuentes rigurosas. Tras desnudar la cópula entre Agurto y la SNI, el presidente de ese gremio me amenazó y, según la producción del programa, fue indignado a ver a la gerencia del canal. El gerente comercial me llamó a su oficina a decirme que yo ponía en riesgo la participación de ciertos auspiciadores (una lista interminable de empresas alimentarias). Saqué los manuales de la OPS y OMS, artículos científicos, estadísticas mundiales y nacionales y le dije: ‘Yo he hecho mi trabajo, que era informarme a profundidad de un tema que implica la salud de millones de peruanos. Todo lo que he dicho y argumentado en esa entrevista está sustentado. Dime una cosa que haya hecho mal, periodísticamente, y aceptaré tu crítica. Pero no me pidas que yo me preocupe por los auspicios, esa no es mi chamba. A mí no me has contratado para eso sino para hacer periodismo, y eso es lo que he hecho’. En 5 años desde que esto pasó he visto extenderse en medios televisivos y radiales la cuestionable práctica de periodistas leyendo publicidad. Por eso, cuando me he enterado esta semana (https://goo.gl/sHFx9ud) de que a Perla Berríos y a Melissa Peschiera las echaron de un canal (Latina) por negarse a leer propaganda durante la emisión de sus programas, he sentido un gran orgullo por estas dos jóvenes mujeres periodistas. . Porque estuvieron dispuestas a perder su trabajo con tal de no doblegarse ante las imposiciones de un periodismo neoliberal que se presenta como inteligente o participativo. Falacias. El periodismo es una profesión de gran potencia social cuyo fin primero y último debe ser el beneficio de la comunidad, el bien común y no el empresarial o personal; y leer propaganda es una forma encubierta de engañar a la gente usando la credibilidad del periodista para lanzar un mensaje de índole mercantil. La publicidad así vampiriza al periodismo. Y el periodista que se presta va mellando su credibilidad y se expone a los conflictos que puedan resultar de que esas marcas sean cuestionadas periodísticamente en el futuro (o el presente). Perla Berríos le ha ganado el juicio a Latina en primera instancia y, como ella dice, es una primera victoria que bien ha valido la pena porque con los principios no se transa. Gracias a periodistas como Perla y Melissa esta profesión aún tiene en las jóvenes generaciones quienes la quieran y defiendan en el Perú. Ojalá muchos otros las sigan en esa línea innegociable del periodismo.