Desde hace ya cierto tiempo Alan García se dedica a la recuperación de su imagen. Empezó con una secuencia de tuits sobre los logros de su segundo gobierno. Hace poco los tuits pasaron a hacer notar que no hay delaciones Odebrecht en su contra. En las últimas semanas se han dedicado a dar opiniones sobre políticas públicas. ¿Le está funcionando? ¿Está esperando un salto hacia espacios más centrales? Hasta ahora parece un proceso más bien lento, como un ejercicio acumulativo cuesta arriba. Como voz en las redes y los medios está mucho más instalado que otros ex candidatos. Pero en las encuestas el repunte, si acaso lo hay, es apenas perceptible. Un par de ejemplos de avance lento. En enero pasado era colero en GfK, con 7% de aprobación; en julio solo había subido a 10%. Pero a la vez hay competidores perdiendo aprobación por todas partes. En Ipsos de marzo 83% creía que sí había recibido dinero de Odebrecht; en julio la cifra había caído a 75%. La impresión es que García se sabe, o por lo menos se siente, fuera de todo peligro, y ha empezado una discreta campaña hacia el 2021. Sus enemigos siguen esperando algún golpe contra él llegado desde Brasil o desde los casos que lo rondan en más de una fiscalía. Para ellos la actitud de García es simplemente parte de su defensa. En cualquier caso, García está convencido de su estrategia, centrada en torno de su frase “A otros habrán comprado. A mí, no”. Al grado de reclamar ser invitado a la comisión Lava Jato, probablemente para hacer notar las diferencias entre él y los ex presidentes delatados desde el Brasil, uno prófugo, el otro preso. A pesar del reciente anuncio de un giro hacia la izquierda en el aprismo, las opiniones de García están claramente del lado de un centro-derecha tecnocrático, cada día más crítico de decisiones específicas del gobierno. En esto último parece corresponder a un reaprendizaje de las nuevas corrientes de la opinión pública. García está buscando repetir el efecto 2001, cuando pudo neutralizar los daños causados por 10 años de campaña fujimorista contra él, traducida en una desaprobación radical, y llegar a la segunda vuelta. Todavía es temprano para hacer pronósticos.