Si hubiera que ubicar un libro que lanzó el feminismo moderno en el país, Cinturón de castidad, de Maruja Barrig, es un candidato de fuerza. Cuando apareció en 1979 sus editores consideraron que aquella obra vinculaba “la condición femenina al conjunto de problemas que frustran la sociedad nacional”. Ahora, 35 años después de su anterior edición, el IEP ha publicado una cuarta, sustantivamente aumentada y puesta al día, que avanza en la exploración del subtítulo: la mujer de clase media en el Perú. La autora se asoma a lo que sucedió desde entonces con ese grupo social, sus constantes y sus cambios, cuánto más se ha podido aflojar ese cinturón. Cuando la obra apareció, para abrirse rápido paso, el concepto de los entonces llamados nuevos movimientos sociales en torno a formas específicas de identidad todavía no había cuajado realmente entre nosotros. Diez años después de mayo 1968, el libro de Barrig ayudó a darle un empujón decisivo, por el lado de la liberación femenina. Entre las razones para reeditar un libro que pronto cumplirá 40 años está el que varios aspectos centrales de esa libertad femenina hoy siguen cuestionados desde la derecha, como si el tiempo se hubiera detenido. Así, la noción de género, los derechos sobre el propio cuerpo, o formas de protección legal se encuentran bajo ataque. Vemos, pues, que las cosas no han cambiado tanto como quisiéramos creer. Ahora además tenemos una “nueva clase media”, cuya definición todavía está en debate, pero que en todo caso siempre necesitará hacer su propio aprendizaje. Cinturón de castidad es un utilísimo instrumento de aproximación al tema. Que el libro esté construido sobre la memoria autobiográfica de tres mujeres, con la sinceridad que permite el anonimato, lo hace especialmente entretenido de leer. Las quejas, los dilemas, las frustraciones y las transgresiones no han perdido nada de su filo a pesar del tiempo transcurrido. Estamos en un intenso ciclo de reediciones de libros aparecidos hace varios decenios. Como si sus previas vidas editoriales se hubieran quedado cortas, no hubieran sido reemplazados del todo por una oferta más moderna, y así conservaran atractivo para las nuevas generaciones. Sin duda este es uno de ellos. Merece ser leído, y releído. Las quejas, los dilemas, las frustraciones y las transgresiones no han perdido nada de su filo a pesar del tiempo transcurrido.