Algo que los peruanos podríamos celebrar en las Fiestas Patrias es la reducción de la pobreza en el Perú del siglo XXI. Sin embargo no es tan fácil. Por lo pronto a quienes siguen pobres un ánimo celebratorio les resultaría incomprensible, incluso ofensivo. La cifra estándar para ellos es 20%, pero ese es un promedio. En el sur andino la cosa pasa de 40%, y a veces supera el 60%. Además sabemos que la cifra para quienes lograron salir de la pobreza es frágil, y podría encogerse si la economía empeora, con muchos volviendo al partidor. Con lo cual una celebración entre los salvados podría sonar algo prematura, sobre todo entre quienes aún no están muy seguros de qué lado de la famosa línea de la pobreza están. Los que nunca han conocido la pobreza no celebrarían su reducción con mucho entusiasmo. Esto a pesar de que menos pobreza suele beneficiar a la parte superior en la pirámide de los ingresos. Con pocas excepciones, en lo social y en lo económico no es fácil ponerse en los zapatos del otro, y menos si es alguien necesitado en una zona remota. La dificultad, por no decir imposibilidad, para celebrar ya estaba prefigurada en las encuestas de estos años. Los avances económicos nunca han tenido real premio en las cifras de aprobación a los gobernantes. No importa cuál sea su porcentaje, la pobreza siempre hace sentir su peso en la política. Quizás porque su reducción es considerada solo un efecto automático del crecimiento económico. Sin embargo hay argumentos para una historia unitaria. Con una sola excepción, la pobreza se ha reducido para todas las regiones, y el promedio nacional establecido de 20%+ no se aplica a todas ellas. A mayor tasa de pobreza, mayores son además las diferencias económicas, que luego arrastran las sociales y las políticas. La reducción del quantum de pobreza quizás sea el fenómeno social más importante para este país desde la migración a las ciudades iniciada en los años 40. Aunque todavía no encontramos la manera de hacernos cargo de esa importancia, puesto que la estadística pura nunca llega a revelar del todo el rostro de una nación, y menos de una nueva.