Dicen las tradiciones orales cusqueñas que Waqrapukara fue una fortaleza inca que se mantuvo invencible hasta el colapso del Tawantinsuyu. Lo lamentable es confirmar que en pleno siglo XXI también se mantiene inexpugnable para el turismo.,Waqrapukara, la otra maravilla del cuzco,Roberto Ochoa B. Ubicado a sólo 90 kilómetros al sur de la ciudad del Cusco, en la ruta hacia Puno, Waqrapukara fue restaurada hace diez años por un equipo de arqueólogos dirigido por Miguel Colque Enríquez. Años después, en el 2010, su colega Miguel Cornejo Guerrero realizó una investigación arqueológica en el lugar. Entre sus conclusiones, Cornejo califica a Waqrapukara como “una obra maestra de la arquitectura del poder inca”. Para los pocos exploradores y turistas que se atreven a visitar esta fortaleza ubicada sobre los 4 mil metros de altura en la provincia cusqueña de Acomayo, califican a Waqrapukara como la “otra maravilla del Cusco”. "Waqrapukara no tiene nada que envidiar a los mejores destinos de turismo cultural, de aventura y de alta montaña de América", nos dice el explorador James Posso, de la agrupación ÑanPerú. "Como monumento arqueológico es una maravilla, pero hay que añadirle el impacto paisajístico de su entorno y las espectaculares formaciones pétreas". La diferencia es que Machu Picchu se encuentra al nor-este de la ciudad de Cusco en plena ceja de selva, mientras que Waqrapukara está ubicada al sur-oeste de la capital imperial y en el corazón del paisaje altiplánico. Y los circuitos del sur giran en torno a la autopista Cusco-Puno, como Andahuaylilla, Urcos, Huaros y las lagunas de Acomayo, etc. Waqrapukara, empero, requiere internarse en las punas de Acomayo. Lo espectacular es que el monumento se alza sobre un enigmático bosque de piedras ubicado al filo de los abismos del cañón del río Apurímac. Los cambios radicales de temperatura, las lluvias y las granizadas han esculpido siluetas de gigantes que parecen resguardar la fortaleza. Su nombre responde a los dos picos que coronan la cumbre y que semejan cuernos (waqra) y a su condición de fortaleza (pukara). . Otros ven una obra de posible influencia preinca pues ambos “cuernos” parecen las puntas de los tradicionales sombreros waris. Sin embargo, muchos comuneros altiplánicos de la provincia de Acomayo y de la vecina Canas conocen a la zona como Llamapukara: “no son cuernos, son las orejas de una llama cuyo perfil se puede contemplar a lo lejos”, sostienen campesinos y guías locales. En defensa del nombre Llamapukara, podríamos afirmar que esta fortaleza está ubicada en una zona que permite una magnífica visión del cielo nocturno. Y es precisamente la denominada “llama cósmica” (una extensa sombra en la Vía Lactea cuyos “ojos” son las estrellas Alfa y Beta Centauro) una de la deidades más importante de kla cosmovisión andina. Son cuatro los antiguos caminos incas que llegan hasta Waqrapukara desde los cuatro puntos cardinales. Para los turistas lo mejor es salir de Cusco y tomar la autopista que va hasta Sicuani, en Puno. A la altura del kilómetro 91 se encuentra el puente de Chuquicahuana , sobre el río Vilcanota, donde empieza la carretera que pasa por Sangarará -epicentro de una batalla durante la rebelión de José Gabriel Condorcanqui- sigue por Acomayo y termina en Acos, al pie del imponente cañón del río Apurímac. También se puede llegar desde Acomayo siguiendo el ramal de Huáscar que va hasta la comunidad campesina de Huayqui. Se trata de un camino de herradura de aproximadamente 7.5 kilómetros. Otro acceso parte desde Sangarará a través de un camino de herradura de casi 15 kilómetros. La tercera ruta pasa por la comunidad campesina de Huáscar, a través de un viejo camino inca. Por último, se puede acceder al sitio desde la comunidad campesina de Chosecani , siguiendo la huella de otro camino prehispánico. Si bien el Ministerio de Cultura de Cusco ha implementado una zona para campamentos cerca al monumento arqueológico, lo mejor es contratar guías locales y porteadores. También es necesario un buen equipo para caminatas y para soportar el frío nocturno. Se recomienda visitar la zona a partir de abril, cuando se inicia el estiaje pero el paisaje mantiene el verdor propio de la estación de lluvias. A partir de junio se intensifican las heladas pero el cielo nocturno se muestra en todo su esplendor. Lo cierto es que Waqrapukara o Llamapukara no necesita turistas. Son los viajeros con alma exploradora quienes se atreven a conocer esta otra maravilla de la arqueología cusqueña.