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Política

Jhon Enciso y Wilfredo Lizarme solo eran espectadores, pero murieron a balazos

Saldo mortal. Jhon Enciso Arias (18), Wilfredo Lizarme Barbosa (18) y Roberto Medina Llantoherhuay (16) también fallecieron víctimas de disparos por parte de las fuerzas del orden. Enciso y Lizarme eran observadores de las protestas en un cerro aledaño al aeropuerto de Andahuaylas. Mientras que Medina estaba con los comuneros de Chincheros.

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Jhon Enciso Arias, de 18 años, fue a ver la protesta y regresó muerto a su casa. La familia todavía no comprende cómo la Policía Nacional y el Ejército del Perú pudieron dispararle a la gente que se encontraba a 400 metros del enfrentamiento, en una zona elevada y sin participación alguna en la movilización del lunes 12 de diciembre. Janet Enciso, su hermana mayor, quien aún no puede creer que su hermano haya perdido la vida de una forma tan cruel e inesperada intenta explicar lo ocurrido: “Él fue a mirar. Murió con las manos limpias. No era agresivo (...) Ahorita estoy completamente destrozada”.

Jhon Enciso Arias nació el 28 de julio del 2005 en el Hospital Regional de Andahuaylas. Estudiaba el cuarto año de secundaria en el colegio Gregorio Martinelli, en el distrito de Talavera, a veinte minutos de la ciudad de Andahuaylas.

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Era el menor de cinco hermanos, pero el que tenía más proyección en el futuro. Había planeado con su familia que postularía a la Policía Nacional, para luego ahorrar y estudiar Medicina en la universidad. Quería dedicarse a salvar vidas.

El lunes 12 de diciembre, Jhon Enciso almorzó en casa. Al promediar la 1 y 30 de la tarde, su hermano Noé le dijo a su cuñado Waldo Cárdenas para ir a mirar la movilización que se desarrollaba en la avenida El Ejército. Antes de salir, Jhon Enciso decidió acompañarlos.

Subieron hasta el puente Colonial, ubicado cerca de la zona del enfrentamiento. En el lugar, Jhon le dijo a su cuñado para trepar el cerro Huayhuaca porque la disputa se volvía cada vez más candente.

“Arriba hemos llegado a las tres de la tarde. Ahí estaban en pleito los manifestantes y la Policía. Noé regresó a casa y yo me quedé con Jhon. Luego él me dijo que mejor subiéramos el cerro porque abajo estaba fuerte. Ya eran las 4 y 30 de la tarde. Estábamos más o menos a 400 metros del enfrentamiento. Luego escuchamos sonidos, no podíamos reconocer si eran balas o cohetes. Nosotros estábamos mirando hacia la feria. Estaba la PNP y el Ejército”, narra Waldo, cuñado de Jhon Enciso.

Según Waldo Cárdenas, los efectivos de la Policía y el Ejército comenzaron a disparar, desde el techo de una casa de tres pisos, a las personas que se encontraban mirando en la parte alta del cerro Huayhuaca, en el centro de Andahuaylas.

Existen videos que muestran cómo las balas levantan polvo al impactar en el cerro y la gente comienza a tirarse al suelo para evitar el impacto. Waldo Cárdenas recuerda que se intentaba poner a buen recaudo mientras se desplazaba agachado. Jhon Enciso iba detrás. En ese momento, escuchó que detrás de él una personar empezó a llorar y a decir que había un muerto. Al buscar a su cuñado, lo encontró en el piso. Un proyectil le había impactado en el hombro y luego ingresó en el cuello.

“Estaba detrás de mí. No sabíamos diferenciar qué nos disparaban en ese momento. Mi cuñado Jhon no se agachó bien y le cayó [una bala]. Un tiro directo le han dado”, sentencia.

Según el certificado de defunción, la causa de la muerte fue una herida perforante por proyectil de arma de fuego (PAF). La familia reclama la necropsia para iniciar acciones legales, pero el documento no llega.

Muerte en el mirador

El 12 de diciembre, Wilfredo Lizarme Barbosa, de 18 años, se dirigía a la casa de su amigo Beckham Quispe, fallecido un día antes en la protesta. Pero no pudo llegar porque el enfrentamiento ya había tomado la vía principal. Al ver eso, decidió subir al cerro Huayhuaca para protegerse. Sin embargo, horas más tarde, una bala presuntamente disparada por la Policía le quitaría la vida.

Wilfredo Lizarme nació en el centro poblado Ccacce, a una hora de Andahuaylas. Estudió primaria en una escuela de su comunidad, pero para secundaria sus padres lo matricularon en el colegio internado San Francisco, ubicado en la provincia de Abancay. Se estaba preparando para estudiar Enfermería en una universidad de Ayacucho. Era el tercero de nueve hermanos.

Antonio Lizarme, su padre, es un campesino que todos los días sale a trabajar en las chacras para alimentar a su familia. Recuerda que su hijo Wilfredo Lizarme buscaba cualquier trabajo los fines de semana para conseguir algo de dinero. Su madre, Isidora Barboza Rojas, lo recordó así: “Estaba más preocupado por sus estudios, no le gustaba salir a fiestas, era tranquilo y creyente”.

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Wilfredo Lizarme, al igual que Jhon Enciso, murió en el cerro Huayhuaca, mientras se encontraba observando el enfrentamiento en la avenida El Ejército, cerca del puente Colonial. No era un manifestante.

Cerilo Lizarme, su tío, se encontraba en el cerro en el momento en que Wilfredo recibe un proyectil mortal, pero no estaban juntos porque la Policía comenzó a disparar y no llegaron a encontrarse.

“Él me llamó y yo le dije que estaba en Huayhuaca, y le avisé que había mucha balacera. Incluso le mandé mi ubicación. Se encontró con una de sus hermanitas, por eso no llegó hacia donde estaba. Un vecino me dijo que había dos muertos más abajo. En ese momento, llamé a mi sobrino y ya no me contestaba. Luego otro vecino me dijo que era mi sobrino. De ahí lo llevaron al hospital, pero en el camino se murió”, dice Cerilo Lizarme.

El padre de la víctima, Antonio Lizarme, cuenta que se enteró a las 5 y 30 de la tarde, aproximadamente, por una llamada de su hermano.

“No somos terroristas. Somos gente humilde. Queremos justicia”, dice Antonio Lizarme.

Otra muerte inexplicable

La bala que mató a Roberto Medina Llantoherhuay, de 16 años, aún sigue en su cuerpo. La familia decidió llevarse el cuerpo del hospital de Chincheros antes de que le hicieran la necropsia debido a que la ambulancia iba a demorar horas en llegar hasta el lugar y la tristeza era desbordante.

Roberto Medina nació en el hospital de Chincheros, y era el mayor de seis hermanos. Estaba en el cuarto año de secundaria en el colegio del centro poblado de Casabamba, ubicado a hora y media a pie del centro de Chincheros.

Como parte de una familia que se dedicaba al cultivo de papa, maíz y trigo, y por tratarse del hermano mayor, Roberto Medina era un trabajador más.

La mañana del 12 de diciembre, Ángel Medina le había dicho a su hijo Roberto Medina que acudiría a una movilización en la plaza de Armas de Chincheros, provincia de Apurímac, a hora y media de Andahuaylas en vehículo.

Sin embargo, Ángel Medina no sabía que su hijo, junto a sus compañeros del colegio, se había ubicado detrás de los comuneros que marchaban rumbo a la plaza. Recién lo divisó llegando al punto de concentración.

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“Cuando volvíamos, vimos que un grupo más numeroso estaba bajando hacia la plaza. En ese transcurso empieza el tiroteo y el estallido de las bombas lacrimógenas. Entonces, decidí buscar a mi hijo. No lo encontraba. Luego de un rato, escucho que dicen que ha muerto una persona. Pregunto a uno de los que corrían y me dan detalles de la persona, ahí me doy cuenta de que era él. Encontré su cuerpo a 400 metros de la comisaría, en una zona que es trocha. Recibió un proyectil en el pecho”, recuerda el padre.

Nadie le explica nada. Nadie puede explicar la pérdida de un hijo de 16 años de un balazo. Y así se lo digan, nada le devolverá la vida de Roberto.