La salida de Úrsula Letona de la bancada de Fuerza Popular.,La renuncia de Úrsula Letona a la bancada de Fuerza Popular es una expresión más de la explosión en este partido que jugó a la política con tanta impericia como con deshonestidad y falta de generosidad con el país, y que terminó destruido antes de terminar su tarea de demolición. No dudo de que Letona entró a la política con la ilusión de contribuir a la construcción de una mejor sociedad, pero en el camino no solo ella acabó su carrera política llena de frustración, sino que el país terminó harto de un grupo que controló el congreso y, desde ahí, se dedicó a destruir la institucionalidad para satisfacer la sed insaciable de venganza de Keiko Fujimori por la frustración de no poder ganar una elección presidencial. El problema de Letona, como muchos de sus colegas, es que no se condujo en base a principios sino al sometimiento a Keiko Fujimori y a su grupo cercano que ella quiso integrar. Eso incluía apoyar normas aberrantes y contrarias a la institucionalidad, sin una actitud crítica que los llevara en algún momento a cuestionar los berrinches sin fin de Keiko Fujimori y su equipo íntimo. Es curioso, por ejemplo, que las sentencias que declararon inconstitucionales las leyes antitransfuguismo (la primera formal y la segunda vía interpretación), sean las que hoy le permitan a Letona renunciar a su bancada y seguir como no agrupada. Letona no es el único caso. Está, por ejemplo, Rolando Reátegui, cuyo testimonio a la fiscalía desnuda un manejo de la política de Fuerza Popular basado en el atajo y en la suciedad. ¿Y por qué no cuestionó eso cuando era parte entusiasta de la comparsa? Como Letona y Reátegui, deben ser muchos los que optaron por seguir el juego de Keiko Fujimori, con arrogancia, prepotencia, ilegalidad y suciedad, creyendo que tendrían el poder para siempre y que, para asegurarse un sitio en ese olimpo ubicado en el desagüe, tenían que cumplir todas las pruebas que dieran fe de que eran capaces de todo. De esa agrupación política queda hoy casi nada de cohesión y sobra mucho de vergüenza con el país por haber faltado el respeto elemental a la ciudadanía al mentir con descaro y obra cargados de mala intención. Seguramente las personas como Letona creyeron que así era la política –arrogante, prepotente, tramposa, mentirosa –, pero antes de llegar a la situación penosa en la que hoy se encuentran, les hubiera convenido prestar atención a quienes durante más de dos años les dijeron que la política no era el basural que les contaron que era la normalidad.