El triunfo de Muñoz en Lima, por otra parte, es más el resultado de su performance personal, especialmente durante las dos últimas semanas, que del respaldo que le podía prestar AP en medio de su crisis interna.,La reciente elección regional y municipal ha mostrado desde un nuevo ángulo la gravedad de la crisis del fujimorismo y el Apra. Con los datos ahora disponibles parece un hecho que no conquistará ni un solo cargo de gobierno a nivel nacional. El candidato fujimorista a la alcaldía de Lima, Ditel Columbus, no ha alcanzado ni el 3% de votación. La crisis de los partidos, por otra parte, atraviesa todo el espectro político, pues tampoco le ha ido mejor a la izquierda que a la derecha. Se dirá que los éxitos de Acción Popular y Alianza para el Progreso desmienten esta afirmación, pero en AAP importa mucho más la masiva inversión de dinero inyectada por Acuña a sus campañas y la infraestructura nacional que le brindan las filiales de sus universidades que la existencia de un aparato partidario. El triunfo de Muñoz en Lima, por otra parte, es más el resultado de su performance personal, especialmente durante las dos últimas semanas, que del respaldo que le podía prestar AP en medio de su crisis interna. Y en una elección en que la boleta de sufragio no incluía el nombre ni la foto de los candidatos, sino el logotipo partidario, la masiva votación atraída por Muñoz arrastró una muy importante votación a nivel de los distritos para la lampa de AP. El saldo más positivo de esta elección en Lima es la derrota de las opciones xenofóbicas, corruptas, autoritarias y de la charlatanería oportunista. En el escenario nacional el presidente Vizcarra decidió aceptar como válidas las cuatro propuestas reformadas que le alcanzó el Parlamento, las cuales se someterán a referéndum en diciembre. Desgraciadamente el referéndum ha quedado convertido en un simple acto ritual, que servirá apenas para convalidar los resultados de una negociación insatisfactoria entre Vizcarra y el fujimorismo. En la propuesta que el Ejecutivo ha aprobado se elimina lo que era la principal demanda popular que el presidente había recogido: la no reelección de los congresistas actuales. Vizcarra ha asegurado al país que el texto que le ha entregado el Congreso impide la reelección parlamentaria inmediata, pero esto no es verdad. La prensa no ha dado la cobertura necesaria al debate parlamentario, donde se hizo precisiones suficientes como para despejar cualquier duda. El texto que el Congreso ha entregado a Vizcarra, que él va a someter a referéndum, está redactado de tal manera que admite una “interpretación auténtica” que permitirá a los actuales parlamentarios postular a la reelección inmediata. Esto fue mostrado por la congresista Marisa Glave en la sesión del día siguiente a la aprobación de la propuesta de ley. Glave mostró que esta está redactada de tal manera que su vigencia comenzará recién a partir de la implementación del Congreso bicameral, es decir el año 2026, lo que significa que los congresistas actuales pueden ser reelegidos sin restricciones. Pidió que para eliminar esta ambigüedad se aprobara un texto escrito que había presentado, que proponía que se incorporara una disposición transitoria especial, según la cual los congresistas elegidos para el período 2016-2021 no podían participar en la siguiente elección parlamentaria. Como era de esperar, su iniciativa fue rechazada. El referéndum pierde así su profundo significado político de respuesta a la demanda popular de una radical renovación del sistema político en sus normas, instituciones, y, decisivamente, en sus actores. El rechazo al fujimorismo tiene una de sus causas principales en la patanería, prepotencia y arbitrariedad que exhiben sus voceros parlamentarios más destacados y en el manejo corrupto y arbitrario del poder que ha impuesto su mayoría parlamentaria. Con un descrédito que ha llevado su aprobación al 7% y su desaprobación al 90% la legitimidad del parlamento es casi inexistente. Esto no va a cambiar. La concesión que Vizcarra ha hecho al fujimorismo le da un respiro muy oportuno cuando este atraviesa su crisis más profunda. Durante las próximas semanas es probable que el apoyo a Vizcarra vaya diluyéndose, a medida que resulte evidente que su transacción con el fujimorismo no representará ningún cambio significativo para la crisis de representación. Ese es una derrota que se intenta vender como victoria. Según una célebre anécdota, a fines del siglo XIX arribó al puerto del Callao un barco con enfermos de tifus. Cundió la alarma en el municipio de Lima ante la ominosa posibilidad de que se propagara la peste. Pero el alcalde Federico Helguera tranquilizó a los concejales con unas palabras cargadas de sabiduría: “No se preocupen. En Lima hasta la peste se acojuda”.