¿Las guerras originan las crisis o las crisis originan las guerras? ¡Las crisis originan las guerras! Esto lo vienen sosteniendo los profesionales de Davos y Nouriel Roubini, el único economista que predijo la crisis de 2008. Toda crisis profunda demanda un nuevo discurso de Estado, economía y sociedad. Frente a ella, el proteccionismo, el endeudamiento, los déficits fiscales y otras medidas de política económica constituyen paliativos.
La innovación tecnológica, o la pretendida robotización de la humanidad, en el marco viejo, no resolverán la crisis. Para los poderes, solo queda el recurso final de la guerra, y con ella pasa a primer plano el tema geopolítico. Se exige a todos: estás conmigo o con ellos. En Davos se demanda una nueva arquitectura mundial de Estado, economía y sociedad. El reciente premio Nobel de Economía Daron Acemoglu, en su reciente libro Poder y Progreso, lo demanda así: “Este proceso solo puede comenzar con un cambio de discurso y de costumbres. La sociedad y sus poderosos guardianes tienen que dejar de maravillarse ante los multimillonarios cambios tecnológicos y su agenda de prioridades. El debate sobre las nuevas tecnologías no solo deberá girar alrededor de la genialidad de los nuevos productos y algoritmos, sino también de si están trabajando a favor o en contra de la gente”.
Las tensiones geopolíticas obligan al Estado y a las Fuerzas Armadas a mirar lejos, verificar lo que cambia de lo que no cambia. Deben preguntarse si queremos ser un país corcho o uno firme y entero para enfrentar y negociar un lugar digno en el concierto mundial de las naciones.
Entre las cosas que no cambian se encuentra la tríada: la moral, la política y lo militar. No hay victoria, no hay disuasión, si no hay moral. Es suicida, por eso, empujar a las Fuerzas Armadas a un enfrentamiento con su pueblo. No se pueden atender dos frentes: el frente interno y el frente externo. Solo el frente externo, pero con toda la nación unida.