Ídolo de los Chachapoyas, por Mirko Lauer
"Por quinta y última vez nos visita el genuino Indiana Jones (quizás lleguen otros), con Indiana Jones y el dial del destino, la película en que un Harrison Ford más que maduro se despide del personaje".

Por quinta y última vez nos visita el genuino Indiana Jones (quizás lleguen otros), con Indiana Jones y el dial del destino, la película en que un Harrison Ford más que maduro se despide del personaje. Para la ciudad de Chachapoyas, el personaje es importante, pues la puso en el mapa de la arqueología-ficción hollywoodense.
En sus secuencias iniciales, Los cazadores del arca perdida (Steven Spielberg, 1981) presenta la aventura peruana del célebre personaje en un templo chachapoyas ficcionalizado. La historia:
Hacia 1935, un arqueólogo de nombre Forrestal había muerto intentando recuperar un “ídolo de la fertilidad” ubicado en el Templo de los Chachapoyas. Al año siguiente, Jones superó ese peligro con una bolsa de arena para contrapesar y eludir el golpe de una trampa mecánica. El equilibrio fue de utilidad limitada; salvó a Jones, pero el templo colapsó.
Sus guías locales, extrañamente llamados Barranca y Satipo, lo traicionan, pero ambos mueren en el intento de escapar ídolo en mano. Jones se alza con el ídolo, pero luego su competidor René-Emile Bellocq se lo quita. Jones volvió al templo en 1947 y encontró que la entrada seguía bloqueada. En un río cercano descubrió una red subterránea de corredores que le permitió volver a entrar.
En los 30 años, desde que apareció la historia del ídolo (y en que la película ha sido repetida hasta la náusea en los canales del cable), los promotores turísticos de Kuélap nunca tuvieron el ánimo de aprovechar esta identificación fantasiosa con una película de importancia mundial. Aunque no hubiera sido un aprovechamiento fácil.
El guionista, Lawrence Kasdan, eligió Chachapoyas por considerar a la región misteriosa, escarpada, habitada por pueblos poco conocidos, a medio camino entre la selva y los Andes. La ubicación pegó para el argumento, pero por motivos económicos las secuencias sobre ruinas no descubiertas fueron filmadas en la isla hawaiana de Kauai, entre los montes y la vegetación de la costa Na Pali. Algo que más temprano que tarde se hubiera divulgado por entre los circuitos turísticos. Aunque en la ficción toda ficción vale.
El ídolo no es la única carta de presentación mundial de la región Amazonas. Una momia sustraída por un francés en el siglo XIX coloca a la cultura chachapoyas en el centro del arte moderno, de Paul Gauguin a Edvard Munch, como muy bien explica Stefan Ziemendorff.





