Caso Fujimori

Los autoproclamados defensores de “la Libertad y la Democracia”, que fueron a la OEA para buscar una auditoría al proceso electoral –sin prueba de fraude, más allá de su negacionismo–, hoy saltan hasta el techo porque la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió un requerimiento al Estado peruano para que se abstenga de ejecutar la orden del TC que dispone la libertad del exdictador –y sentenciado por crímenes contra la humanidad– Alberto Fujimori.

Los ataques contra el sistema interamericano de DDHH están cargados de mentiras y, sobre todo, de mucho fundamentalismo. Vale la pena desmantelar algunos de los mitos.

El primero es que la CIDH y la Corte –dos instituciones parte del Sistema Interamericano– son “rojas”. Quienes hacen estas afirmaciones consideran a su vez a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro como la expresión de lo más “rojo” en América Latina. Lo que olvidan es que, tanto el fujimorismo y sus aliados, como el chavismo y los suyos, comparten el mismo odio al Sistema Interamericano. Maduro negó el ingreso de una delegación de la CIDH que iba a revisar la situación de periodistas. Y habría que recordar las declaraciones de Chávez contra la Corte, a la que llamó “instrumento del imperio”. El Sistema Interamericano no es rojo o naranja o amarillo. Es simplemente incómodo a quienes ejercen el poder por fuera del marco de la Convención Americana.

El segundo mito es que hemos perdido soberanía y que no estamos respetando los mandatos de la Constitución al acatar los fallos de la Corte. Esto es sorprendente, pues para descartar esta afirmación solo hay que leer la propia Constitución. En su artículo 205 dice “agotada la jurisdicción interna, quien se considere lesionado en los derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte”. El Perú ha suscrito la Convención Americana y, como recuerda Javier Alonso de Belaunde, el artículo 68 de la misma obliga a los países partes a acatar las decisiones de la Corte.

De Belaunde también recuerda la alteración de las cifras oficiales entre los enemigos de la Corte. Suele decirse, mito tres, que el Perú siempre pierde. Esta afirmación oculta que, en promedio, más del 80% de las peticiones que llegan a la CIDH contra el Estado peruano son rechazadas. Es decir la gran mayoría de casos no pasan a la Corte.

Este requerimiento no es la resolución final de la Corte en el caso Fujimori. Es una medida temporal. Hoy es la audiencia para analizar el pedido de las víctimas de Barrios Altos y La Cantuta. Será transmitida de manera pública, con eso ya marcan una diferencia notable en términos de transparencia con el TC peruano y el manejo opaco de su sentencia. Esperemos que gane la justicia la batalla contra la impunidad.