Argentina se levanta en defensa de sus universidades
Protesta educativa. Desde Buenos Aires, catedráticos y estudiantes explican las razones por las que esta semana cientos de miles de personas salieron a las calles para exigir al Gobierno de Javier Milei que no congele el presupuesto de las universidades públicas, medida que, debido a la inflación, supone un recorte en términos reales del 71%. Sus protagonistas dicen que ha sido la manifestación más grande en Argentina desde el retorno de la democracia.
La socióloga Bárbara Ester, graduada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dice que va a manifestaciones políticas desde que tenía 16 años, pero que nunca había visto lo que sucedió el último 23 de abril en las calles de su ciudad.
“Nunca lo vi. Salvo cuando ganamos el Mundial, que fue un huevo de gente”, dice, por vía telefónica, a La República. “Cuando murió Néstor Kirchner había mucha gente, pero no tanta. En 10 cuadras a la redonda no te podías mover. Es lo más grande que recuerde”.
El sociólogo Manuel Zunino, catedrático de la Universidad Nacional de La Matanza, dice que la avenida de Mayo estaba colmada desde la plaza de Mayo hasta la plaza del Congreso y que era imposible avanzar entre la multitud.
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“Es la movilización más grande que vi desde que tengo conciencia”, cuenta a La República.
El Gobierno sostiene que apenas fueron unas 100.000 personas. Los organizadores aseguran que superaron el millón. Lo que a estas alturas parece haber quedado claro es que la manifestación realizada el último martes en defensa del presupuesto de las universidades públicas argentinas ha sido una de las más grandes de la historia de ese país. Y, sin duda, la más numerosa desde que Javier Milei llegó al poder.
“Lo que más me sorprende —dice Ester— es que no había una sensación como de bronca en la marcha. La sensación predominante en la gente era de amor, de gratitud por la casa de estudios que los formó, por los docentes que los formaron, por los amigos que conocieron allí”.
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“Fue muy contundente —dice Zunino—, y lo más importante es que fue transversal, en términos de edad, había muchos jóvenes y también gente grande, y transversal en términos de género y en términos ideológicos. No tengo ninguna duda de que hubo personas que eligieron al actual Gobierno que [el martes] se manifestaron en defensa de la universidad pública”.
Actores. Los estudiantes vienen denunciando hace semanas que los centros de estudios se están quedando sin recursos. Foto: AFP
Presupuesto licuado por la inflación
Para explicar el problema de la universidad argentina, Manuel Zunino usa las metáforas del propio Javier Milei: la motosierra y la licuadora. “Lo que pasó con los presupuestos universitarios tiene que ver con esta idea de la licuadora: se mantiene el presupuesto del año 2023, pero ese monto se ve licuado porque aumentan todos los costos, por los altos niveles de inflación interanual que hay en la Argentina”, dice.
Según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), que hizo los números, debido a la inflación, el presupuesto asignado este año para las universidades públicas es un 71% menos que en 2023, en términos reales.
“El presupuesto universitario tiene dos partes”, explica, por su lado, Marcelo González Magnasco, vocero de la Federación de Docentes Universitarios. “Aproximadamente, el 90% corresponden a sueldos de docentes, autoridades y administrativos. Con la inflación, estos sueldos han perdido un 60% de su valor. Y el otro 10% son los gastos del sistema universitario, como los gastos de luz, gas, teléfono, el mantenimiento de laboratorios de investigación o las actividades de extensión. El costo de estos servicios ha crecido muchísimo”.
En diálogo con La República, González dice que el impacto de tener un presupuesto de menor valor ya se siente en el funcionamiento de los centros de estudio. “Se van achicando los programas de investigación o no se vuelve a renovar estos proyectos. Los docentes van perdiendo recursos y van parando su capacitación, sus maestrías y doctorados”.
“Nos afectó a todos los estudiantes”, dice Andrea Hernández, una joven peruana que cursa el primer año de Medicina en la UBA y que el martes participó en la marcha al lado de sus compañeros. “En la facultad ha habido carencias básicas: luz, agua. A veces las facultades no prendían la luz para poder ahorrar”.
Hace unos días, las autoridades de la UBA advirtieron que, si no había aumentos sustanciales, la universidad más importante del país, y una de las más prestigiosas de Latinoamérica, tendría que cerrar sus puertas a mediados de año. Marcelo González dice que la Universidad Nacional de las Artes, donde él es docente, se encuentra en la misma situación.
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Herramienta de ascenso social
“Este problema tiene un impacto muy grande en la sociedad”, dice Manuel Zunino. “En la Universidad Nacional de La Matanza tenemos alumnos que son la primera generación de su familia que va a la universidad. Hablamos de ocho de cada diez estudiantes que tienen la oportunidad de ser profesionales, de mejorar su trayectoria personal y laboral, de nutrirse de un montón de conocimientos y experiencias que de otra manera no vivirían”.
“Argentina se ha caracterizado por la capacidad de la universidad pública de ser un movilizador social”, apunta Marcelo González. “En la marcha del martes, yo encontré a una mujer profesional que decía que era hija de una trabajadora y que gracias a la universidad pública había podido ascender socialmente”.
Crítico. Javier Milei ha acusado a estos centros de estudios de ser “nidos de adoctrinamiento” de izquierdistas. Foto: AFP
“La Argentina es el único país que tiene un mecanismo de ascenso social tan masivo como la universidad pública”, dice Bárbara Ester. “Es completamente lo opuesto a una casta. Es la posibilidad real de que el hijo de un obrero pueda escalar socialmente”.
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“El sistema universitario argentino está muy metido en la sociedad”, manifiesta González. “Por eso, lo del martes fue un acto que inicialmente fue pensado por los universitarios para los universitarios, pero que se transformó en algo que involucró a toda la sociedad”.
“Sin una universidad accesible a todos, nos convertiríamos en una sociedad mucho más elitista e injusta —dice Manuel Zunino—, en la que solo podrían acceder las personas que tienen respaldo económico de sus familias”.
Al cierre de esta edición, el Gobierno de Milei, que había atacado a estas casas de estudio llamándolas “nidos de adoctrinamiento”, negociaba con las autoridades universitarias nuevos aumentos en el presupuesto. En la víspera de la marcha, había anunciado un aumento inmediato del 70% y otro en mayo también del 70%, pero, considerando que la inflación acumulada desde el año pasado alcanzó el 280%, los rectores los consideraron insuficientes.
“La marcha ha sido un punto de inflexión”, dice Bárbara Ester. “Se metieron con una institución sagrada de la Argentina, algo que todos los argentinos vamos a defender siempre”.
Gratuita. Gracias a la universidad pública, muchas familias argentinas acceden por primera vez a la educación superior. Foto: AFP
“El objetivo es la defensa del rol social de la universidad”
Enfoque. Manuel Zunino, sociólogo y docente universitario
“No estoy tan seguro de que la marcha del martes haya sido contra el Gobierno de Javier Milei. La mayor parte de los que marchamos no lo vivimos de esa manera. Si bien el reclamo es hacia el Gobierno de Milei, no fue una marcha ideológica. Su objetivo fue la defensa de uno de los grandes valores de los argentinos, que es el rol social de la universidad pública. Comparada con marchas anteriores, tuvo la potencia de ser transversal porque, además de los estudiantes, docentes y autoridades, participaron los sectores del trabajo organizado, pequeños y medianos empresarios y movimientos sociales. Hubo una confluencia de sectores que, quizás, en términos ideológicos, no confluyen en los mismos espacios, pero esta vez pudieron mostrar consenso, unidad y hacerlo de manera absolutamente pacífica”.
Más datos:
La UBA es una de las universidades más prestigiosas de América del Sur. Por sus aulas han pasado 16 presidentes argentinos y cinco premios Nobel.
2.162.947 de personas estudian en alguno de los 65 centros universitarios de gestión estatal que hay en el país. El 4,25% son extranjeras.