Mundo

El periodista peruano que recorre Sudamérica recolectando historias ‘reales’ de vida

Decidió recorrer Latinoamérica y recolectar testimonios de vida. Ha conversado con jóvenes en desamores y mujeres que fueron víctimas de explotación sexual, entre algunos casos. Su intención es humanizar el contenido en las redes sociales. Esta es su historia.

Carlos Simón y su ‘Diamante Azul’, la mochila viajera que lo ha acompañado desde hace tres años. Foto: Instagram/Carlos Simón
Carlos Simón y su ‘Diamante Azul’, la mochila viajera que lo ha acompañado desde hace tres años. Foto: Instagram/Carlos Simón

Carlos Alberto Pacheco Simón tiene 31 años y nació en Huaral, al norte de Lima. Estudió comunicaciones en la Universidad Cesar Vallejo. Trabajó en Registros Públicos, la Cámara del Comercio y en Radio Nacional. Tras una cotidiana vida, un día partió del Perú para caminar por los distintos parajes de América del Sur y conocer más sobre el sentir de sus pobladores, como parte de su creciente proyecto.

Personas de Latinoaméricaes un fotoblog en Instagram que busca romper la burbuja de la ficción de las redes sociales a través de la difusión de historias ‘reales’ de vida. Para lo cual, Carlos, ha recogido testimonios de amor, lucha, decepciones, etc. De esta manera busca retratar las diversas emociones de la actividad humana en un espacio (digital) donde al parecer solo hay lugar para lo ‘bueno’.

Carlos Simón

Carlos Simón

- Salir del país y darle proyección a ‘Personas de Latinoamérica’ ¿Fue una decisión de un día para otro o era algo que ya lo tenías anticipado?

Un conjunto de cosas. Los humanos tenemos emociones que necesitan ser satisfechas. En mi caso, la variable económica estaba llena, pero no las otras expectativas que tenía, como la de aportar a la sociedad y hacer información que trascienda en la vida de las personas.

Cuando salí de la universidad vi que la realidad laboral que me tocó vivir no convencía. Me preguntaba si solo lo hacía por dinero, que no estaba mal, pero, si es así, mejor colocaba un negocio y ya está.

Recuerdo mucho que semanas antes de renunciar a Nacional, mi último trabajo, le pedí permiso a mi jefe porque me estaba muy mal de salud y él me negó “porque tenía que producir”. Esa fue la gota que rebaso el vaso. Ya no tenía mucho sentido continuar en esa situación. Luego saldría de nuestra patria para enfocarme en ‘Personas de Latinoamérica’.

- ¿Qué recuerdos tienes de los primeros días?

Quería de viajar y hacer este proyecto, pero no me sentía convencido. Era mi tiempo y energía, había cierta incertidumbre y mucha desconfianza. Además, nunca había salido como mochilero y los viajes no eran algo que me movían. Pero se hizo.

Durante los primeros viajes tuve que adaptarme a los nuevos contextos. No estaba acostumbrado a vender cosas en la calle o a subir a los buses a contar historias. A veces, había miradas de desplante o personas que ni te respondían el saludo.

En ocasiones tuve que dormir en la calle o tender la carpa en un lugar que no conocía. Se sentía miedo porque no sabes lo que te podría pasar. Así fue durante el primer año.

- ¿Qué países has visitado en esta travesía?

He llegado a todos las naciones de Sudamérica, solo me falta Venezuela. Por ahora, no sé si arribaré por esos lares, pero no está descartado.

Carlos Simón

Carlos Simón

- ¿Cuál fue la primera historia que conociste y diste a conocer?

Fue en Perú cuando recién iniciaba el proyecto, antes de renunciar a Nacional. En ese entonces entrevisté a Nando, un huaralino en situación de calle. En sus buenos tiempos tuvo un puesto auspicioso en un banco y le iba bien económicamente.

Pero tenía otros vacíos y trataba de llenarlos con placeres. Ocio en las discotecas, alcohol u otras drogas. Poco a poco empezó a decaer. Tenía ahorros y los invirtió en CLAE (empresa piramidal que estafó a cientos de peruanos). Luego la adicción lo arrastró, perdió su casa y se convirtió en un habitante de la calle en Huaral.

- ¿Cómo llegas a conocer los casos que luego difundes?

Veo gente en la calle y trato de analizar el lenguaje corporal, según mis ideas. Luego me aproximo, me presento, cuento lo que hago y así se va generando un ambiente de profundidad. A las personas y sus historias las conozco en el momento, se podría decir.

Últimamente estuve coordinando con algunas ONG. Hace poco entrevisté a personas pertenecientes a Alcohólicos Anónimos. En Colombia conversé con mujeres que habían sido explotadas en el comercio sexual y que ahora viven en una casa hogar, y en Cajamarca trabajé con niños que fueron abandonados.

- ¿De qué manera te has solventado en este proyecto?

Durante el primer año vendía cosas en la calle. También tuve otros oficios. Alguna vez fui pescador y en otra me desempeñé como fotógrafo de discoteca.

Mi segundo año coincidió con el inicio de la pandemia. En ese tiempo se liberaron los fondos de las AFP, retiré toda mi plata y lo invertí en un negocio. Además, ya venía trabajando con mi padre en un tema de préstamos bancarios. Estos ingresos me están sirviendo para este proyecto.

- ¿Cómo ha sido tu labor durante la pandemia?

Complicada. Durante esta etapa entrevistaba por videollamada. Convoqué gente a través de las redes sociales que querían contar sus historias. Pero, más allá de eso, lo difícil era enganchar con las personas.

Una de las características que tiene este proyecto es sentir al otro. Para mí es importante ver la expresión mientras encaminamos en cada caso, pero eso se complica cuando uno tiene una pantalla de por medio.

Al inicio me costó, el mismo brillo de la pantalla puede distraer y desgastar la vista. Mal que bien, se hizo lo mejor que se pudo en estas circunstancias.

- ¿Te acuerdas de alguna historia que te haya impactado?

Estaba en Uruguay, en un pueblo a 50 minutos de la capital Montevideo. Ahí conocí a Tana, una anciana de más de 80 años. Le había pasado todas las desgracias que alguien pueda imaginar.

Se le murió el esposo y la hija. Le extirparon un seno. Perdió todos sus negocios. Y, últimamente, ya no podía vivir en el sitio que rentaba porque sus dueños iban a alquilarlo a otro. A su edad, pedir un espacio a sus hijos o nietos es complicado.

Pese a que ella pasó todas esas cosas, me decía que los seres humanos prefieren las apariencias. En ese contexto construyen sus vidas, pero no les gusta la verdad y que hay cosas que tienen más cargas emotivas y humanas.

Hizo mucho eco en mí porque siento que tocó una fibra que yo ya venía procesando desde antes.

- ¿Lo que vienes haciendo fue una necesidad de autorrealización?

Totalmente, es una cuestión de poder, perseverar por aquello en lo que creía.

- ¿Qué cambios hay desde el día que saliste a hoy?

Muchos. Quizás el más importante es la valoración sobre los diferentes oficios que tiene el ser humano para satisfacer sus necesidades. No hay uno más que otro. No por el hecho de ser periodista eres mejor que el hombre que aparece en la farándula, por ejemplo. Cada historia es distinta, ahora veo seres humanos que hacen lo mejor que puedan hacer.

- ¿Cuáles son tus planes a futuro?

Para cuando cumpla 33 años debo estar en México. Entonces, aspiro a hacer un libro con ‘Personas de Latinoamérica’ con todas las historias que conocí.

- ¿Cómo cerrarías esta nota?

Entiendo que la realidad es muy compleja. Puede ser tan fuerte que nos lleva a buscar vías de escape y no creo que eso esté mal, siempre y cuando reconozcamos que son eso: vías de escape.

Eso nos ayuda a drenar la inconformidad que hay en el momento, pero luego siempre hay que volver a la realidad. Solo así vamos a poder tomar decisiones más acertadas.

Hoy todo el mundo quiere parecer ‘cool’ en las redes sociales, pero hay que relajarnos, no necesariamente la identidad de uno es todo lo que se muestra ahí. La vida tiene otras dimensiones y no tiene nada de malo demostrarlas.

Puedes conocer más de ‘Personas de Latinoamérica’ y sus historias en Facebook e Instagram, así como en su web.