Recuerdos de 1998. Jaime Morales y su equipo estuvieron a cargo del diseño de este famoso vehículo durante 6 meses. Contó que cuando saludó al Papa se quedó mudo.,Era un reto. Tenía poco tiempo, pero sabía que lo iba a lograr... En 1988, el padre Jaime Baertl le encomendó una tremenda labor al ingeniero Jaime Morales: elaborar el papamóvil que usaría Juan Pablo II durante su segunda visita al Perú. Hoy, 29 años después, se sabe que el papa Francisco se paseará en un moderno vehículo por las calles de Lima para derramar sus bendiciones sobre los fieles peruanos. Pero, ¿qué ha sido del papamóvil que utilizó Juan Pablo II? PUEDES VER Ernesto Cavassa: “El Papa nos va a decir que el Perú no puede quedarse en peleas de callejón” En el año 1988, Karol Wojtyla llegó a nuestro país con ocasión del Congreso Eucarístico y Mariano. El terrorismo amenazaba el país y el trabajo para proteger al Santo Padre de un posible ataque terrorista debía ser muy cuidadoso. “Tenía 25 años. Fueron 6 meses de arduo labor. Al inicio tuvimos complicaciones porque partimos sobre la base de un nivel 3A (arma de puño). Pero al final se concluyó que si por esos días ocurría un atentado contra el Papa, este sería con fusil de guerra. Por ello tuvimos que variar todo lo que habíamos avanzado”, recuerda Jaime Morales, gerente de American Security del Perú. El vehículo acondicionado pasó de 800 kilos a 3 toneladas de peso. El cambio de planes causó que el tiempo se acortara. La tarea la asumieron las 22 personas que trabajaban en la empresa. “La labor fue de día y de noche. El personal tuvo que dividirse para hacer dos turnos. Además, los trabajadores guardaron el secreto hasta con la familia. No podíamos arriesgarnos. Los atentados en Lima eran frecuentes”, dice. El papamóvil fue una camioneta Toyota 4X4, pick up, cabina simple. Contaba con un parabrisas curvo con cortavientos laterales para poder pararse y saludar. Durante el recorrido el asiento de Juan Pablo II se elevó para que los fieles pudiesen verlo. La cabina donde iba el chofer también estaba blindada. “El papamóvil de la visita anterior (el original con el que llegó en 1985) fue punto de partida. En el diseño primó la seguridad. La gente lo podía ver desde cualquier punto. La iluminación adecuada para que la televisión capte las imágenes”, relata Jaime Morales. Fue tan meticuloso el trabajo que dentro del vehículo el Papa contaba con aire acondicionado. También tenía un sistema de perifoneo en el que escuchaba lo que ocurría afuera y podía presionar un botón y hablar al pueblo. El costo final para construir el vehículo papal llegó a los 300 mil dólares. El constructor del papamóvil no tuvo privilegios. Él recién pudo ver y saludar a Juan Pablo II el último día de su visita a Lima durante la Nunciatura Apostólica ubicada en el distrito de Jesús María. “Cuando llegó el Santo Padre, yo quise manejar el papamóvil, pero Seguridad del Estado no me lo permitió. El día que se iba nos invitaron a la Nunciatura, él bajaba y saludó a los colaboradores. Allí estaba yo”, rememora Morales. Nudo en la garganta El ingeniero tenía muchas anécdotas que contar al Sumo Pontífice. Una de ellas era que la medida de la puerta del papamóvil, tras hacer todos los cálculos, era de 66.6 centímetros. Un número muy curioso. Pero la emoción le ganó y no pudo decirle nada. Ese día los ubicaron en un salón grande de la Nunciatura Apostólica para esperar este gran momento. “Cuando se acercó, sentí algo extraño. Quería besarle la mano, pero no me dejó. Nos agradeció y reconoció el esfuerzo de nuestro trabajo. Me quedé mudo y se formó un nudo en mi garganta y mis ojos se llenaron de lágrimas”, cuenta. Su trabajo fue tan bueno que se aprobó que la ruta al aeropuerto Jorge Chávez sea con el papamóvil. Ahora solo quedan los recuerdos, además de una medalla, un llavero, una placa, pero lo que nunca olvidará es ese momento en el que pudo estrechar la mano al mismo Juan Pablo II.