@gfaveron “Ni una mujer menos, ni una muerta más” es una frase de la poeta mexicana Susana Chávez, una de las iniciadoras de la lucha contra el femicidio en el caso de las muertas de Ciudad Juárez. La lucha contra el femicidio es la cara más desesperada de la lucha contra la violencia de género. Desesperada porque, cuando las mujeres de un país se sienten tan vulnerables al asesinato que necesitan mover consciencias masivamente para confrontar a sus potenciales homicidas, significa que las cosas andan infernalmente mal. Por desgracia, tomar ese toro por los cuernos se presta a vacíos gestos de apoyo de quienes son parte del problema: no hay grupo político o movimiento social que no diga rechazar el femicidio. Entre quienes mostraron su apoyo a la marcha Ni Una Menos hace tres días están: los políticos conservadores que se oponen a cualquier legislación efectiva contra la violencia de género; el fujimorismo, que sigue sin reconocer el crimen de las esterilizaciones forzadas; muchos jefes de una Iglesia que fomenta la segregación de género (y oculta delitos sexuales); canales de televisión, periódicos y radios que sistemáticamente convierten la violencia de género (incluido el femicidio) en un espectáculo para toda la familia; y el mismo Poder Judicial que libera homicidas y maltratadores de mujeres diariamente. Todos ellos deberían reconocer sus delitos y guardarse sus mensajes vacuos y sus cartelones improvisados y reemplazarlos por medidas legislativas, tipificaciones penales y educación social. Deberían actuar de acuerdo a los lemas que gritan, deberían ser quienes dicen que son.❧