Ex candidata presidencial. Ex presidenta del PPC. Abogada por la PUCP. Fue rectora de la Universidad San Ignacio de Loyola. Está dedicada a la dirección de su propio estudio de abogados.,Lourdes Flores se encuentra escribiendo un libro sobre el medio siglo del PPC, su partido de toda la vida, pero lo hace justamente en medio de una de las crisis más graves que ha pasado esa agrupación. La buscamos para que nos dé luces sobre lo que está ocurriendo dentro y, de paso, para que –alejada de la política desde los pobres resultados de la alianza con el Apra en las elecciones pasadas- dé una mirada imparcial a este gobierno que pronto cumple medio año de gestión, también en constante fricción con el fujimorismo que hace alarde de su poder desde el Congreso. PUEDES LEER: Raúl Castro propone recuperar el “protagonismo político” del PPC Raúl Castro, presidente de su partido, anuncia su candidatura y, una semana después, renuncia a su candidatura, a la presidencia y a su militancia. ¿Qué está pasando dentro del PPC? Algo muy penoso. O sea, estamos celebrando el medio siglo de vida del partido en medio de la realización de un congreso a todas luces irregular, que nos obligará a quienes no hemos concurrido o a los que, habiendo concurrido, no han sido aceptados o han manifestado un punto de vista discrepante, a iniciar acciones legales para cuestionar la legalidad de todos los actos que se acuerden en este congreso irregular (viernes 16 y sábado 17). ¿Por qué es irregular? Porque los asistentes no son los que legalmente debían concurrir, y esto es consecuencia del problema que no resolvimos de las elecciones del año pasado, donde, lamentablemente, terminamos con dos resultados. De dos supuestos tribunales electorales, nosotros reconocemos la legalidad del que presidió el señor (César) Alayo, y desconocemos el valor del que se formó en la última semana, que presidió el doctor Lauro Muñoz. Esto está en manos del JNE, pero esto fue omitido por la directiva pasada, que ha convocado a un congreso con asistentes que no son los correctos. Todo este vicio lamentablemente concluye en la elección de una nueva directiva que nosotros no reconocemos. ¿Ese es el origen de la renuncia de Raúl Castro? A ver. Raúl Castro comienza su carta (de renuncia) diciendo que es consecuencia de la carta que le envía el doctor Luis Bedoya, quien le mandó una nota sentida, anunciándole que no va a asistir al congreso, porque hace un año, de manera callada, decidió no ir a ningún acto partidario en razón de la división que existía. Es una nota nada agraviante, pero Raúl la toma como una presión. Hacia afuera, ha trascendido que hay un disgusto de parte de Castro y su gente por la excesiva interferencia del doctor Bedoya en la vida partidaria. ¿Es así? Yo puedo dar fe que desde que Ántero Flores Aráoz fue elegido presidente del partido, en mi período y en el de Raúl, Luis Bedoya Reyes ha sabido darse el lugar que le corresponde. Es el presidente fundador, dueño de una voz moral y autorizada, pero ha sido sumamente respetuoso en no interferir. ¿Y se le consultaban decisiones? En los años en que yo fui presidenta, en algunos casos, sí y era siempre muy útil conversar con él y seguir su consejo. Y quiero que sepas que yo lamento aún más que este haya sido el desenlace del conflicto, porque, en los últimos meses, un grupo de partidarios le planteamos a Raúl la posibilidad de un entendimiento que pasara por formar una comisión intermedia. El PPC necesita reorganizarse en sus raíces. La crisis, el mal resultado electoral del que yo me atribuyo la responsabilidad por una decisión que impulsé (la alianza con el Apra) y una propuesta política que no tuvo aceptación... ¿Esta es la peor crisis que ha tenido el partido? Creo que es una crisis grave de la que yo espero que salgamos con la legalidad adecuada. Nos corresponde, a quienes somos críticos de las decisiones que se han tomado, buscar la legalidad. Si acaso, como consecuencia de las acciones que sigamos, no se nos da la razón, tendremos que aceptar la decisión, pero de momento consideramos que se ha cometido un atropello al estatuto del partido y a la ley de partidos políticos y, lamentablemente, la elección de la directiva que habrá salido del congreso ordinario carecerá de todo valor. El 2011 dejó usted la presidencia del partido. ¿Estaría dispuesta a asumir el reto de volver a la presidencia en algún momento? No. No soy en este momento, lamentablemente, la figura de consenso que fui en ese momento. Yo tengo que asumir la responsabilidad y las consecuencias que tienen, en mi persona, en mi carrera y en mi destino político, el mal resultado de las elecciones pasadas. Generó problemas internos, la gente no está contenta con los resultados y, lo que es más grave: no logré que nuestro electorado nos siguiera. ¿Qué sentía cuando, medio en broma, decían que usted le trajo mala suerte a Alan García? Y después me han graficado al lado de Hillary (Clinton). Me he hecho una mala fama de salada, ¿no? (Risas). Yo no creo que en la vida una sea salada, sino que es evidente que, habiendo recibido generosísimos votos, casi 3 millones en el 2006, he fallado al final de las elecciones siempre. Y eso debe tener una cuota de mala suerte o, simplemente, que falta algo. Yo estoy muy agradecida a mi vida política, pero el día 10 de abril, al día siguiente de las elecciones, le entregué una carta al doctor Bedoya, callada y personal, en la que le decía que un ciclo en mi vida había terminado. Sinceramente considero que no debo volver a ser nunca más candidata en mi vida. Mencionaba la comparación con Hillary, pero hay otra candidata a la que se le ha quemado el pan a la puerta del horno dos veces: Keiko Fujimori. ¡Más doloroso que a mí todavía! Claro, ¿qué le podría decir a ella sobre saber perder con hidalguía? Quizás ella no tuvo la lección que yo tuve hace, no sé, casi 40 años o más. Se lo recordaba hace poco a la compañera de clase que me ganó en un concurso de matemáticas. Parece que el tercer puesto a mí me persigue. Me eliminaron en la semifinal y a mí me llamó la madre de mi colegio y me dijo: “Tú no sabes perder”. Tenía 10 años, fue una gran lección. No es fácil. No es fácil. ¿Y aprendió a perder? ¡Sííí! Ay, yo creo que he dado señales en mi vida de ser muy buena perdedora. Yo no tengo una libreta de agravios y no guardo ningún agravio en ningún momento. De modo que sí, creo que he sido una persona leal al respetar al que ha ganado. Cambiando un poquito de tema, ¿es el mejor mediador, entre Keiko y PPK, monseñor Cipriani, que es tan polarizador? Al margen de las discrepancias que puede haber con él, creo que sí es una persona que reúne condiciones. Primero, porque tiene predicamento sobre el fujimorismo y, segundo, porque es el primado de la iglesia, y en nuestro país hay que aprender a respetar una institución de ese peso. Pero ya que hacemos este comentario, y me lo pides a raíz de la derrota, me parece que una reacción como la censura (al ministro Saavedra) es una demostración de mal perdedor. Lo que ha hecho el fujimorismo es un acto de fuerza que no lo prestigia. A seis meses del gobierno, ¿cómo ve usted ese proceso de polarización que estamos viviendo? Lamento haber comenzado esta entrevista dando señales de que también en mi propia casa hay problemas, de modo que no soy la más autorizada para comentarlas, pero yo lo lamento mucho también, porque la política no es la guerra, sino la alternativa a la guerra. Estamos viviendo un innecesario clima de crispación, de demostración de quién es el más fuerte. Y eso no conduce a nada porque, si esas demostraciones de fuerza, que son propias de la política, estuvieran basadas en actitudes racionales, yo lo ayudo... ¿La censura es un exceso? Sin duda. Es un exceso porque es una demostración externa de fuerza que no responde a hechos objetivos que la justifiquen, un acto de fuerza que no prestigia a quien lo ejerce. ¿Que demuestra que eres poderoso? ¡Ah, qué bien! El matón también demuestra fuerza. El asaltante también. No quien muestra que tiene fuerza gana legitimidad ni poder. El fujimorismo está mostrando poder. Seguro está debilitando al gobierno, pero no está ganando respeto con esta censura. Un gran segmento de la ciudadanía pedía que el presidente plantee la cuestión de confianza. ¿Hubiera sido mejor? Tampoco. Hay quienes consideraban que a la fuerza hay que oponer la fuerza. Yo no creo que, en la democracia, la fuerza se combata con otra fuerza. Puede ser. El equilibro de poderes consiste a veces en que el que quiere mostrar poder, lo juega, pero hubiera sido un error para el gobierno. Primero, porque habría hecho un guiño de fuerza inexistente. ¿Inexistente en qué sentido? De que no la tiene realmente. El gobierno no está en un momento de fortaleza y es muy poco tiempo para que eso haya ocurrido en sus primeros seis meses… ¿Es este un gobierno débil? Sí, porque no tiene una fuerza parlamentaria numéricamente significativa y, lo que es más importante, tampoco está cohesionada. En segundo lugar, porque el presidente de la República, con este estilo un poco foráneo, con esta gracia a veces inglesa, no se muestra como el líder con capacidad de control. Y, en tercer lugar, que teniendo magnífico ministros, tengo la impresión de que el día a día los está ganando. Ya han sacado su paquete tributario. ¿Es un paquete renovador, de gran impacto, refrescante? No lo es. De otro lado, ¿usted piensa que hay demasiadas concesiones al fujimorismo? Han sido menores. Sí, el gobierno ha tratado de ser condescendiente con el fujimorismo, pero no me parece que haya claudicado. Volviendo al tema de la cuestión de confianza, si lo hubiera planteado, lo único que hubiera hecho es exponer al gabinete. No. Hay que hacer un esfuerzo sincero de encontrar un punto medio. ¿Cómo? El fujimorismo ha ganado el Congreso y tiene todo el derecho a ejercer su mayoría y la está ejerciendo. Hay que persuadirlo que la ejerza responsablemente. El gobierno tiene sus limitaciones. Yo veo que los ministros están trabajando muchísimo. Viajan a Las Bambas, están en Zaramurillo, vuelven a Andahuaylas. Están de bomberos. Pero una orientación, un norte, no se ve. Necesitamos un gobierno que nos dé la ilusión de dos o tres cambios. Un par de reformas importantes que le devuelvan liderazgo. ¿Se lo va a permitir el fujimorismo? Dígame usted que ha enfrentado al fujimorismo en su época de mayor poder… Ah, en las épocas de poder real. Y, mira qué cierto lo que dices: Keiko no se está dando cuenta que con esas actitudes no hace sino reeditar el abuso de poder de los 90. Ella ahora es la opositora y de lo que se encarga es de bajarse un ministro para demostrar fuerza: la misma prepotencia de los 90 con el manto democrático. Grave error para ella y para su agrupación política. Kuczynski necesita políticos desde el principio de su gobierno. ¿Usted estaría dispuesta a aportar, si es convocada, en un cargo de, digamos, primer ministro? Nadie me lo ha propuesto ni creo que me lo propongan. Yo no tengo una buena relación con el fujimorismo, siempre ha sido de confrontación, de modo que yo no creo ser la interlocutora… Pero es una buena política… Alguna experiencia tengo, pero fíjate que me faltarán muchos años más que recorrer cuando no puedo ni resolver el lío interno que tengo en el partido (risas). Pero, mira, a una ministra excelente como es Marisol Pérez Tello, de lo más político que tiene este gobierno, y la tienen actuando de intermediadora política en Saramurillo. O sea, es una operadora política y ha tenido logros, pero ¿a qué costo? Dejémonos de tonterías: hay que buscar a los mejores que haya en el Perú y el mundo, crear un equipo negociador de primera línea, para que sea el que negocie. El gobierno entero no puede estar dedicándose a apagar incendios y conflictos.