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Economía

OIT: “La autonomía económica de la mujer es esencial para prevenir la violencia”

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, y en el aspecto laboral también hay una forma de violencia contra ellas que tiene que ser revertida. Sobre la situación del empleo en las mujeres, el trabajo en casa no remunerado, el trabajo del cuidado remunerado y también sobre la coyuntura laboral, hablamos con Ítalo Cardona Monterroza, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para los países andinos. La entrevista se emitió el lunes 21 de noviembre en LR+ Economía, el programa económico del Grupo La República.

Italo Cardona, director de la OIT para los países andinos. Foto: Difusión.
Italo Cardona, director de la OIT para los países andinos. Foto: Difusión.
Entrevista a Ítalo Cardona, director de la OIT para los países andinos. Foto: Captura.

Entrevista a Ítalo Cardona, director de la OIT para los países andinos. Foto: Captura.

En principio, ¿Cuál es la situación del empleo informal en el país?

—Los datos oficiales reflejan una informalidad que ha crecido, estamos hablando de que hemos pasado del 70%-72% antes de la pandemia hasta más del 76% de informalidad a día de hoy. Si uno revisa los datos oficiales, también nos damos cuenta de que en el sector rural estamos hablando de más del 90% de informalidad, es decir que 9 de cada 10 personas están en el sector informal de la economía rural, y 7 de cada 10 peruanos lo están a nivel nacional. Y eso, por supuesto es preocupante y creo que es una preocupación compartida por el gobierno, los empleadores y los trabajadores. Creo que es un llamado a la acción para identificar no solamente cuáles son las características de la informalidad en el mundo del trabajo peruano, sino cuáles deberían ser las estrategias que se pongan en marcha para cerrar esta brecha que es, principalmente, una brecha de derechos, una ausencia de protección laboral.

Y en el caso de las mujeres que forman parte del sector más afectado del empleo debido también a la informalidad. ¿Cuál es esta situación de las mujeres en este aspecto?

—El tema del empleo de las mujeres nos adentra ya precisamente en la conmemoración del 25 de noviembre. Una parte importante del trabajo femenino tiene que ver con un trabajo que es crucial para las economías de los países de la región, pero que muchas veces no es reconocido, que no es valorado, que por supuesto no es cuantificado y que está fuera de la cobertura de los sistemas de protección social. Estamos hablando del trabajo del cuidado. Las mujeres realizan, a nivel mundial, tres cuartas partes del trabajo de cuidado no remunerado. Y eso significa 9 puntos del PBI. Estamos hablando de una distribución inequitativa de las cargas del cuidado porque se ha asignado a las mujeres un rol reproductivo, y no se le reconoce el aporte económico de ese trabajo. Esto preocupa porque pone a las mujeres en una situación de falta de autonomía económica, una imposibilidad de generar ingresos suficientes para su propio mantenimiento, lo que no me permite tomar decisiones que muchas veces podrían protegerlas de situaciones de violencia. Hemos sido testigos durante la pandemia, de que efectivamente muchas mujeres tuvieron que quedarse en sus hogares con sus victimarios porque no tenían esta independencia económica, la autonomía económica para tomar decisiones.

¿Y qué tanto aminorar la violencia contra la mujer está vinculado con la independencia económica?

—Es muy importante. Si uno ve los datos de Perú del programa Aurora, se ve que más del 70% de las víctimas que reportan casos de violencia no trabajaba de forma remunerada, es decir, no generaba recursos propios. Y esa falta de autonomía las hacía particularmente vulnerables frente a situaciones de agresión. Creo que este 25 de noviembre, este momento reflexión que hacemos una vez al año y que debería ser permanente, nos pone sobre la mesa que la autonomía económica de la mujer es esencial para prevenir la violencia. Entonces hay que poner los ojos en cómo vamos a contribuir en dos líneas: a reconocer efectivamente que el trabajo de cuidados no solamente tiene un valor importante en la sociedad sino que también tiene un valor económico que tiene que ser reconocido y que tiene que ser protegido desde los sistemas de protección social y, al mismo tiempo, a ver cómo  podemos contribuir efectivamente con los procesos de formalización dirigidos a las mujeres y a la generación de oportunidades de empleo también dirigidas a las mujeres.

Usted lo señaló y es que cifras de la OIT, al año 2018, señalan que las mujeres realizan las tres cuartas partes del trabajo no remunerado, es decir, conformado por el trabajo doméstico y de cuidados, y si ello se pone en valor monetario, representaría el 9% de la producción del PBI mundial. Pero, ¿qué hacer para subir estas cifras remunerativas de las mujeres?

—Hay dos elementos que la OIT está promoviendo. Estamos desarrollando en este momento una iniciativa que está siendo financiada y acompañada técnicamente por el gobierno de Canadá y, por supuesto, trabajada con las instituciones del gobierno nacional y con las organizaciones de trabajadores y de empleadores. Estamos queriendo avanzar en dos líneas: una, el reconocimiento efectivo de que los cuidados son un derecho y, otra, que entendamos que el trabajo de cuidados es esencial para el funcionamiento de las economías. Entonces necesitamos construir un Sistema Nacional de Cuidados que identifique cuáles acciones y cuáles políticas se pueden poner en marcha en el país, que ayuden a reconocer y a profesionalizar la actividad del cuidado. Y que esto tenga un impacto, no solamente en el reconocimiento de los derechos, sino en los ingresos y la calidad del trabajo que estas tareas generan para las mujeres, especialmente para las trabajadoras del hogar remuneradas.

¿De qué depende avanzar en la erradicación de la violencia contra la mujer?

—Depende de muchos temas. Entre otros podríamos insistir sobre que vivimos en una cultura que ha segregado a la mujer a unos roles específicos (sobre todo reproductivos), y por supuesto, unos roles a los cuales se le da poco valor o reconocimiento económico. Generar cambios en este sentido implica un proceso cultural, pero ese proceso cultural tiene que venir acompañado de políticas que identifiquen esto como un problema y que permitan tomar las medidas necesarias para que las mujeres puedan conseguir esta autonomía económica, puedan conseguir empleos y que también permitan reconocer que hay necesidades específicas que hay que atender para construir una equidad en el mundo laboral. Temas como la maternidad, el reconocer que el tema de la maternidad es un tema de sociedad, de comunidad, no es un tema de mujeres; y que, por lo tanto, no debe de penalizarse a las mujeres con el tema de la maternidad para su ingreso en un empleo o su desarrollo profesional. Se trata de pensar cómo valoramos mejor este tema y cómo compartimos estas actividades que nos corresponden dentro de casa. Entonces se trata de cómo se organiza una institucionalidad sobre los trabajos de cuidado a nivel nacional pero también a nivel municipal, a nivel comunitario para poder garantizar que las oportunidades que se crean para las mujeres puedan efectivamente ser aprovechadas por ellas.

Se debe tener en cuenta que la independencia económica de la mujer le permitirá tomar decisiones de forma independiente y disponer de ingresos económicos para su propio bienestar como el de su familia y con ello también, asegurar la subsistencia necesaria para salir de los círculos de violencia. Pero para eso es importante el acompañamiento del sector estatal y en ese sentido, dígame usted, ¿hay avances o retrocesos en el Estado para acompañar esta salida de estos círculos de violencia en las mujeres?

—En el Perú se viene trabajando en la creación de este Sistema Nacional de Cuidado. El Poder Ejecutivo presentó en julio del 2022 un proyecto de ley que reconoce el derecho al cuidado y plantea la creación de este Sistema, que creemos que es un paso importante porque se crea este concepto. Luego hay que  acompañar el desarrollo de este, que estaría liderado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y  estaría conformado por los Ministerios de Trabajo y Promoción del Empleo, Ministerio de Educación, Ministerio de Salud y Ministerio de Desarrollo Inclusión  Social, es decir se ve como una actuación integral por parte del Estado; un Estado que atiende no solamente las acciones de prevención de situaciones de violencia contra la mujer, sino que busca atender las causas de esta violencia. Una de las causas de esta violencia es, como hemos venido hablando, la falta de autonomía económica de la mujer y entonces tenemos que dar un paso adelante: por eso, esta semana vamos a hacer el anuncio del proyecto Abriendo Puertas, que está siendo apoyado el Gobierno de Canadá y que efectivamente va a juntar a estas instituciones del Estado y va a convocar a las organizaciones de trabajadoras del hogar para que juntos, juntas, construyamos un Perú más inclusivo, un Perú que tenga estas gafas de género para ver esta problemática, pero sobre todo para encontrar las soluciones y avanzar hacia ellas.

¿Cuántos empleos podrían generarse si se invierte en un Sistema Nacional del Cuidado?

—Estamos hablando de una cantidad importante de empleos que se pueden crear en la región. Las estimaciones de la OIT son a nivel regional y estamos hablando de millones de empleos que permitan efectivamente ofrecerle, sobre todo a las mujeres, la posibilidad de recibir ingresos formales y de crecer en su desarrollo profesional y encontrar mejores condiciones de trabajo.

De otro lado en el Perú ya existe una ley de las trabajadoras y trabajadores del hogar que además tiene su reglamento en el que se reconocen derechos a un sueldo mínimo, a una jornada máxima de trabajo, a la seguridad social, a beneficios laborales, entre otros más, pero efectivamente, ¿se cumple esta ley en el país?

—Lo primero hay que reconocer es que cuando hablamos de trabajo doméstico remunerado en el Perú estamos hablando de un sector bastante feminizado: el 95% o sea casi la totalidad de las trabajadoras del hogar son mujeres. Y muchas veces, las trabajadoras en este sector tienen poco acceso a la información y poco acceso al reconocimiento de sus derechos. Entonces, vamos a poner en marcha con esta iniciativa, junto con Canadá y las federaciones de trabajadoras del hogar unos programas de formación para que estas mujeres conozcan sus derechos, sepan cómo acceder efectivamente a ellos, y sepan a dónde recurrir cuando no se garantice el goce de estos derechos. Y por supuesto también vamos a trabajar con las instituciones del Estado para que puedan tener una intervención efectiva que permita construir acuerdos y poner en marcha medidas, que garanticen no solamente la existencia de los empleos, sino que los empleos sean formales y que las condiciones contractuales se cumplan, entre ellas por supuesto el tema del salario. Pero también, una de las reflexiones que vamos a hacer es revisar los procedimientos que existen en el país para poder garantizar el acceso a la protección social de las trabajadoras remuneradas del hogar.

Lo que significa entonces que este proyecto que está desplegando la OIT junto al gobierno de Canadá, busca mejorar las condiciones socioeconómicas de las trabajadoras del cuidado y empoderarlas. ¿La idea es empoderarlas para que puedan reclamar sus derechos? ¿Esa es la idea del proyecto?

—Tenemos dos grandes objetivos: esta que usted mencionó de incrementar la movilización y el liderazgo de las trabajadoras del hogar para conocer, difundir y defender sus derechos y, por supuesto, que la sociedad entienda y valore el aporte de significa el trabajo remunerado del hogar para la economía. Es un tema de un reconocimiento: estamos en deuda con este sector y podamos avanzar en la construcción de políticas y servicios efectivos, para que ellas puedan tener acceso condiciones de trabajo decente.  Adicionalmente, el segundo foco de esta iniciativa es la creación del Sistema Nacional de Cuidados, es decir, que este proyecto de ley propuesto por el Ejecutivo puede implementarse y pueda hacer la diferencia para que las mujeres que todavía necesitan avanzar en la construcción de su autonomía económica puedan hacerlo y puedan encontrar los servicios accesibles e inmediatos para que esto pueda ser posible.

PUEDE VER EL PROGRAMA INGRESANDO AQUÍ: Entrevista a Ítalo Cardona Monterroza, director de la OIT para los países andinos emitido en LR+ Economía el lunes 21 de noviembre del 2022.