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Economía

Pandemia y nuevas tecnologías: la transformación digital que a todos nos toca

Los expertos en temas digitales coinciden en que la llegada del nuevo coronavirus aceleró todos los procesos virtuales que se vivían, y terminó de convencer a nuevos sectores de la población que se resistían a usarlo. Nada será lo mismo. Estado y entidades privadas deben tomar las lecciones de esta gran crisis y emprender, juntos, el camino irreversible.

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Por: Carlos Páucar

Teleeducación, teletrabajo, telesalud, banca electrónica, delivery vía web, talleres virtuales, videoconferencias, negocios en línea, datos en la nube... Son procesos que han crecido de manera acelerada en estos días de pandemia y emergencias.

No son nuevos, pero la crisis del Covid-19 los ha potenciado al máximo.

“¿Teletrabajo? Tiene muchos años en el Perú y, sin embargo, no se le utilizaba. ¿Educación digital? Cuando empezó la cuarentena nadie quería hacerla. No sirve, decían. Pero ahora colegios, universidades, estudiantes y padres le encuentran ventajas”, explica el director de Aprendizaje Digital y Online de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), Jorge Bossio.

Recuerda que en el Perú, antes del virus, el comercio electrónico no era importante. “Las personas preferían ir al mercado o a la bodega, había desconfianza. Los niveles de bancarización eran bajos comparados con la región. Se desconfiaba de todo proceso digital”.

Lo que está creciendo lo explica con un término: confianza. “Las personas dieron el paso que necesitaban para empezar a confiar en la experiencia digital, en medio de la obligación de estar confinados y hacer transacciones. Hoy, mucha gente entra a comprar digitalmente. Habrá un cambio radical en la manera cómo interactuamos con el comercio”. Actualmente, una persona va al mercado y paga con una aplicación de micropagos que antes pocos usaban. “Esa confianza también creció con la educación digital y el teletrabajo, tanto así que muchos no desean regresar a sus oficinas, y hay estudiantes y profesores que ya no quieren cursos presenciales. Se están acostumbrando a la nueva normalidad”.

¿Revolución digital?

En ese sentido, es cierto que los procesos digitales se aceleraron al máximo, pero ¿se puede calificar lo que está sucediendo como una ‘revolución digital’?

Elaine Ford, directora de Democracia Digital D&D, responde: “Tengo dos lecturas. La primera es que el Covid-19 nos ha demostrado que las nuevas tecnologías son los protagonistas de esta pandemia, y lo serán en la nueva normalidad. Ha obligado a trasladar nuestra vida offline al ámbito online. De pronto, trabajamos, estudiamos, compramos, socializamos y nos informamos en línea, todo se reduce a la web, redes e Internet”. Pero el tren digital nos tomó desprevenidos, debido a “la conectividad en nuestro país”.

“Cuando ahora vemos las tan bajas cifras en zonas rurales (ver infografía). Cuando vemos la necesidad de que niños de las zonas rurales atiendan clases online, que su gente deba trabajar o hacer un trámite vía web, nos damos cuenta de lo poco que se avanzó, pese a los esfuerzos de los sectores público y privado”.

“Es ahí que pensamos que la revolución digital será para el futuro, no la estamos viviendo. Cuando la conectividad llegue a todos y la brecha digital se reduzca, sí la viviremos”.

La segunda lectura de Ford es optimista. Se refiere a iniciativas locales y pone de ejemplo a Cajamarca. “Cuando hay voluntad política, se pueden hacer cambios. En esta región se logró implementar la firma digital, la política cero papel, la plataforma Covid-19, un portal de datos abiertos y otras iniciativas... Es decir, importa la voluntad política de las autoridades para impulsar la digitalización”.

La autoridad debe saber que reducir la brecha implica, además de la conectividad, la alfabetización digital, la confianza y seguridad en la red, “cuando se logren esos retos, se vivirá la revolución digital”, afirma.

Para Bossio hay quienes desean los cambios, pero otros desean ir en el sentido contrario. “Son los que han gozado de privilegios y de la situación de poder, buscan evitar cambios que amenacen su poder político, económico, social”.

También observa que los Estados nacionales, que en los procesos de globalización estaban perdiendo relevancia, están volviendo a tener poder y el control, “pues necesitan la tecnología para proveer servicios básicos de educación, salud, seguridad... El Estado necesita conectarse y servir a las personas”.

Transformación evidente

Es cierto que el mundo, tras el Covid-19, no se podrá entender sin impulsar la digitalización. “En un contexto en que el país es afectado por el COVID-19, es evidente cuánto necesitamos una profunda transformación digital. Esto involucra al Gobierno, a las grandes empresas, a los comercios más pequeños y, por ende, a toda la población”, dice Pablo Fonseca, jefe de la carrera de Ingeniería Informática de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

Precisamente en el reciente estudio “Índice de Tendencias Laborales” (Work Trend Index), Microsoft analiza cómo los escenarios del trabajo remoto están cambiando la forma en que nos conectamos debido al Covid-19.

Uno de los principales resultados es la importancia en el uso del video: los usuarios de Teams (que combina chat, video y aplicaciones) están activando la opción de video dos veces más seguido que antes. Y las videollamadas crecieron 1.000% desde marzo. El éxito del videochat explica la explosión de Zoom y de otras plataformas de interacción social como Google Meet, Messenger Rooms y Teams.

Otro resultado del estudio de Microsoft es que −además del uso del video− muchas personas trabajan en casa en realidad a tiempo completo, pero lo hacen en horarios más flexibles: es decir, segmentan el día para tener una mejor labor, en suma: hay nuevas formas de conexión y de ser productivos. También indica el estudio que más se recurre a los dispositivos móviles: el número de usuarios de celulares a la semana en Teams creció más del 300 %, con mayor aumento en educación y gobierno.

Es que en el mundo digital siempre soplan nuevos vientos. El analista de El País, Miguel García Vega, recuerda que tres grandes rivales, Apple, Google y Amazon, ya trabajan juntos en un estándar para que sus dispositivos (Siri, Google Assistant y Alexa) se conecten entre ellos.

Es decir, lo que ha propagado el Covid-19 en el mundo, además de miedo y mortalidad, es la aceleración de lo digital. Además, en nuestros países, la formación online, la necesidad de conexión, la urgencia de información.

Al frente está la brecha digital. Y también el cambio, al que nadie, ningún país, debe llegar tarde. “En una década no estaremos hablando de blockchain en sí, sino de una sociedad totalmente digital, una sociedad web 3.0, y de cómo la combinación de diferentes tecnologías transformadoras junto con los avances de la ciencia habrán ayudado a alcanzar un mundo más justo gracias al uso de los datos y la inteligencia artificial”, cree Carlos Kuchkovsky, responsable de Tecnología y Desarrollo de Nuevos Negocios Digitales de BBVA.

Para el reconocido tecnólogo Enrique Dans, sin embargo, no todo lo que brilla es digital: “Las sociedades digitales son, paradójicamente, más ricas y a la vez más empobrecidas. La clave reside en cómo se reparte la plusvalía digital”.

Y mientras la ONU y su secretario general, António Guterres, claman por promover el código abierto y los “bienes digitales públicos”, por proteger los DDHH en el ámbito virtual, por construir una arquitectura eficaz para la cooperación digital, los cambios no se detienen.

Dice García Vega: “La tecnología 5G, lo hemos visto, se extenderá por el mundo a lo largo de la década del 2020”.

“De hecho, promete una inimaginable latencia de un microsegundo. Casi todo podrá estar conectado con casi todo. El móvil, el semáforo, el frigorífico, el reloj... Conviene recordar, también, la única certeza del futuro: no está escrito. Y hay empresas, emprendedores y científicos que aportarán descubrimientos en el entorno digital que ni siquiera imaginamos. Suyos son los próximos diez años. Traerán, seguro, machine learning, 5G, 6G, robots, blockchain, coches autónomos”.

Lo que se viene es de veras impredecible. A todos nos toca.

“El teletrabajo no es para los que limpian”

El coreano Byung-Chul Han, uno de los filósofos más admirados del momento, cree que la pandemia expone los fallos de la sociedad. Dice que “la muerte no es democrática” y agrega: “El coronavirus está mostrando que la vulnerabilidad o mortalidad humanas no son democráticas, sino que dependen del estatus social. La COVID-19 no ha cambiado nada al respecto.

Con la COVID-19 enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras ni los que recogen la basura. Los ricos, por su parte, se mudan a sus casas en el campo”.

Tras la pandemia, opina, “sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente”. Para él, la pandemia no es solo un problema médico, sino social. “Con la pandemia nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No solo nuestras comunicaciones, sino incluso nuestro cuerpo, nuestro estado de salud se convierten en objetos de vigilancia digital”

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