Julio C. Tello en San Marcos
El Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad San Marcos, fundada por Julio C. Tello, cumplió 100 años. Recordamos al padre de la arqueología peruana y las colecciones que esa institución guarda.
Después de su primera expedición a la ciudadela de Chavín de Huántar, en 1919, el arqueólogo Julio C. Tello trajo a Lima un gran obelisco de piedra tallado por sus cuatro caras y lo puso en el descanso de una escalera que llevaba al segundo piso de la Casona de San Marcos, donde funcionaba el Museo de Arqueología y Antropología, cuya creación él había impulsado.
Ahí estuvo la pieza lítica un tiempo para ser llevada después al Museo de Arqueología, Antropología e Historia, de Pueblo Libre. Allí permaneció hasta el 2008, cuando por fin regresó a su lugar de origen. Con los años, la enorme pieza lítica se hizo conocida como el Obelisco Tello, en homenaje a quien hizo los más importantes y pioneros estudios sobre la cultura Chavín. La piedra tallada tiene 2.52 mts. de altura y representa -en trazos muy estilizados- unos seres míticos, o una divinidad a la que se atribuyen características masculinas y femeninas.
“En los años de la expedición de Tello -1919- la hipótesis del origen de la civilización andina más aceptada era la de (Max) Uhle, que planteaba que esta derivaba de un tronco centroamericano. Fue Tello quien, después de sus hallazgos en Chavín, planteó que esa relación no existía. En 1920 desarrolla la concepción autoctonista, en la que planteaba que la civilización andina se originó en la cuenca amazónica y que Chavín de Huántar es la cultura matriz de esa civilización”, explica Jorge Silva Sifuentes, actual director del Museo de Arqueología y Antropología de San Marcos.
Julio C. Tello, nacido en Huarochirí en 1880, estudió medicina en San Marcos. Cuando se graduó en 1909, obtuvo una beca para ir a estudiar a Estados Unidos. “Fue entonces que decidió estudiar antropología y arqueología en la Universidad de Harvard. Al terminar esos estudios de postgrado continuó su formación en Inglaterra, Francia y Alemania. Y después de varios años vuelve al Perú y retoma su relación con esta universidad”, cuenta Silva Sifuentes, también arqueólogo.
El museo sanmarquino fue fundado el 21 de octubre de 1919 y Julio C. Tello fue su primer director. “Aquí el historiador encontrará las fuentes históricas originales; el profesor universitario podrá ilustrar sus lecciones con los más genuinos testimonios históricos [...] El museo es la institución educacional democrática por excelencia; es el medio más eficaz para vulgarizar las enseñanzas de la historia”, diría Tello años después.
Como profesor sanmarquino dictaba tres cursos sobre el antiguo Perú. “Sus clases empezaban a las 7 de la mañana y eran muy concurridas”, reseña el director del museo. En paralelo a ese trabajo, Tello realizó expediciones de investigación a varias regiones del país y estudió focos culturales desarrollados en distintas épocas.
El legado de Tello
Julio C. Tello es pionero en el estudio de la cultura Chavín, la cultura Paracas, la cultura Nazca y otras más. Abrió distintos frentes de estudio y dejó un importante acervo documentario que hoy es conocido como el “Archivo Tello”. Por ese enorme aporte a la historia del Perú es considerado el “Padre de la arqueología peruana”. Todo el material que reunió en sus viajes está guardado en los depósitos del museo, que el lunes pasado cumplió 100 años.
Esa institución que ayudó a fundar tiene joyas para mostrar. Por ejemplo, el famoso “Manto blanco de Paracas”, actualmente en exhibición en la Casona del Parque Universitario, como parte de una exposición sobre esa cultura. Tello la rescató a comienzos del siglo pasado, de manos de un coleccionista que se la ofreció en venta junto a otras piezas. Mide 2.78 mts. de largo y 1.36 de ancho. Presenta 84 figuras bordadas sobre el fondo blanco de la pieza -no hay otra con esas características- y debe tener unos 2 mil años.
El museo sanmarquino tiene otras valiosas piezas textiles de Paracas, fardos, momias y cerámica. También tiene una gran colección de piezas Chavín. La colección Nazca es grande y tiene cerámica de gran valor.
“Lo destacable de Tello es su trabajo de campo, en la sierra como en la costa. Están sus expediciones a Chavín, pero también a Ayacucho, Huancavelica, Arequipa, Cañete, Chincha. Además de todo el material que recogió, tenemos los manuscritos de las expediciones que realizó”, cuenta el director actual. Tello también dejó estudios sobre los Chankas, los Lukanas, los Puquinas, los Recuay. “Investigó en Chan Chan donde un palacio lleva su nombre, y en Cajamarquilla, donde una huaca fue bautizada con su apellido”, cuenta Silva Sifuentes.
El Museo de Arqueología y Antropología de San Marcos tiene su sede en la Casona y solo cuenta con una sala donde tienen una exposición temporal sobre la cultura Paracas.
“En mi gestión nos hemos planteado hacer una exposición permanente con un guion museográfico que incluye desde los primeros pobladores hasta la época incaica. Abarcará tres ambientes. El guion ya está terminado pero lo que nos falta es el presupuesto. Todo el montaje, es decir vitrinas, luces, cableado, refrigeración, seguridad, monitores, costaría unos 20 mil dólares que no tenemos”, explica el director del museo.
Si ese proyecto pudiera hacerse posible -con el apoyo de un auspiciador privado o del Estado- el museo podría mostrar las colecciones que guarda en sus depósitos y que, además del material recogido por Tello, tiene el de todos los investigadores sanmarquinos que realizaron estudios sobre el Perú antiguo a lo largo de los años. Por lo pronto, las distintas colecciones descansan sobre estantes, en cajas, en el depósito del museo.
Allí está por ejemplo la colección de Chavín recogida por Luis Lumbreras. O la colección de objetos de Curayacu, recogida en San Bartolo, y la colección Bandurria, cerca de Huacho, excavados por la arqueóloga Rosa Fung. Las investigaciones demostraron que estos últimos restos eran más antiguos que Chavín y tendrían unos 4 mil años de antigüedad.
También cuentan con la colección Mc Neish de instrumentos líticos. “Richard Mc Neish -arqueólogo norteamericano excavó en Huanta, Ayacucho, y encontró restos de unos 13 mil años de antigüedad. Esos restos están acá”, explica el director. La colección Chivateros, sobre los primeros pobladores de Lima, también está ahí.
Si pudieran tener esa exposición permanente que aún no pueden hacer realidad por falta de financiamiento, podríamos ver una muestra muy completa de la historia del Perú antiguo.
Por lo pronto, el museo se esfuerza en cumplir con los objetivos que se trazaron desde su fundación hace un siglo: custodiar los materiales, conservarlos, investigar y divulgarlos. Publican desde hace varios años la revista Arqueología y Sociedad,con artículos académicos vinculados a la arqueologia e historia; y desde 1999 han ido publicando los cuadernos de trabajo manuscritos de Julio C. Tello. Hasta el momento han publicado doce volúmenes.
Antes de fin de año esperan presentar una reedición del libro Chavín, cultura matriz de la civilización andina, publicado por Tello en los años 60. Por los cien años del museo también realizaron esta semana un simposio internacional. Y tienen conversatorios, talleres de arqueología, y de técnicas de tejido ancestrales. “De esa manera nos proyectamos a la comunidad”, dice su director.
El Museo de Arqueología y Antropología de San Marcos, fundado por el mayor impulsor de la arqueología peruana, guarda mucha historia en sus depósitos y espera el momento de poder mostrar esos tesoros.