Roberto Ángeles: "Ejercemos una libertad que causa daño al otro"
El director estrena Ha llegado un inspector, de John B. Priestley, en el Teatro Británico. Aquí habla sobre lo que enrostra su puesta en escena y también ofrece una visión sobre el auge del teatro peruano.
El director de teatro desde su butaca observa el mundo. Analiza el texto entre manos. Propone una visión a través de un montaje que puede ser un golpe al espectador, una luz para mirar el camino o una voz, adentro, en nuestra conciencia. Roberto Ángeles, uno de los reputados director de teatro de nuestro país, actualmente estrena la obra Ha llegado un inspector, del dramaturgo inglés John B. Priestley, en el Teatro Británico. La obra, aparentemente policíaca, ahonda en la indiferencia de la sociedad con los desamparados o desvalidos.
Sobre las tablas están, cada uno con luz propia, Alberto Ísola, Leonardo Torres, Denisse Dibos, Micaela Belmont, Italo Maldonado, Diego Salinas y Salomon Cohen.
—El teatro nos devuelve escenas de nuestra vida como todo arte, solo que, en tanto que estamos allí, mirando, lo hace en tiempo real. ¿Esa es la magia del teatro?
Es una de las magias que tiene el teatro. Sí, el espectador sabe desde que compra su entrada que lo que va a ver es mentira, pero tiene la voluntad de creerse lo que va a ver. Tiene la intención de disfrutar de esa mentira porque sabe que a través de esa mentira algo le va a pasar.
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Se va a subir a una montaña rusa y sabe que hay un riesgo y que de repente no le gusta o sí, pero va dispuesto. Eso se llama la suspensión de la incredulidad. El espectador va dispuesto a creérsela sabiendo que es mentira, sin querer queriendo le va a llegar un mensaje, una emoción que se refiere a la realidad real que lo va a conmover y lo va a samaquear. Y eso sí es absolutamente real, solo que ha llegado a través de un ejercicio de ficción. Esa es la gran magia del teatro, como tú dices.
—Ha llegado un inspector, ¿qué nos enrostra?
Cómo enarbolar la bandera de la libertad, sobre todo para aquellos que se sienten muy libres y que no incluyen un poco de consideración con aquellos que tienen muy pocos recursos o ninguno, a los desatendidos, desamparados. Sí, de manera ligera, ni siquiera con una violencia deliberada, malvada, sino con una actitud totalmente descuidada, y sin precauciones, una persona puede hacerle un daño muy grave al otro, especialmente a los desvalidos. Esa es la supuesta libertad en la que vivimos y ejercemos.
—Entonces, ¿qué hacer para que esa libertad sea distinta?
Ya es hora de que nosotros cambiemos este concepto de libertad por el de responsabilidad. Tenemos un himno que no habla de responsabilidad. Entre las reglas para ingresar al Congreso está el hecho de que toda persona es libre para postular, lo cual creo que es dañino porque es un cargo de responsabilidad y no de ejercicio de la libertad. Los partidos políticos son peores porque enarbolan este principio de libertad en vez de vocación de servicio.
La nueva obra de Ángeles estará todo abril y mayo hasta el 4 de junio. Foto: difusión
Los partidos no deberían llamarse partidos políticos, sino instituciones de servicio. En los años 70 y 80 surgió la propuesta pedagógica de formar jóvenes y niños libres, y yo creo que eso fue un tropiezo. El colegio en sí es un grave tropiezo. La educación escolar casi es un delito. Eso de educar a los niños en libertad me parece muy gracioso en una época, en un contexto en el cual el requerimiento mayor para formar una nación es el de la responsabilidad y de la consideración a los otros. Por eso es que nunca vamos a ser una nación.
—¿Crees que no es preeminente ser libre?
Es muy gracioso eso de ser libre, ese pensamiento ya me parece absolutamente caduco después de 200 años en que el ejercicio de la libertad es muy sesgado. Apenas se fundó la república, las clases altas traicionaron la democracia. Hubo elecciones libres, conformación del Congreso, Constitución, fundación la democracia, eligieron un presidente entre los que podían elegir. O sea, no votaban las mujeres, los negros, los analfabetos, los indios. A los dos años agarraron al presidente elegido, lo metieron a un barco y lo mandaron a Panamá, en donde murió. ¿Esa es la libertad? Para mí eso no es libertad, eso es traición. Y eso forma parte de nuestra idiosincrasia. Somos traidores a nuestras propias necesidades.
Teatro peruano
—En tu opinión, ¿qué obras fundan la dramaturgia peruana?
Para mí, a pesar de que se origina desde el virreinato, el mayor desarrollo de la dramaturgia peruana está en el siglo XX. Se funda con tres obras, principalmente: Atusparia, de Julio Ramón Ribeyro; El rabdomante, de Sebastián Salazar Bondy; y, finalmente, Collacocha, de Enrique Solari Swayne. Para mí las tres son obras fundacionales de tres dramaturgos que tienen una gran identificación con el Perú y, lamentablemente, sus denuncias están vigentes. Muestran cómo la indiferencia de los peruanos le puede costar la vida a otros o cómo la vida de otro solo produce indiferencia.
—Las tres obras plantean conflictos contra el poder…
Sí, grandes conflictos, pero sobre todo lo que plantean es que los peruanos somos traidores a nuestra propia raza, a la gente que nos ayuda, y eso es lo que sucede con Atusparia, alcalde indígena que se rebeló contra el abuso del Estado, y que después de negociar en Lima regresa a Huaraz y es asesinado por su propia gente. Claro, están en su derecho, son libres. Lo mismo pasa en El rabdomante, hombre que ayuda en a un pueblo en una sequía. Los miserables, una vez que logran tener agua, gracias a él, no le permiten que se vaya a ayudar a otro pueblo y lo matan. Me parece muy familiar. Eso somos.
—Actual. Así se asesinan a defensores de la Amazonía…
Sí, lamentablemente hay demasiados ejemplos que ratifican que esa obra es cierta.
—O los que reclaman justicia…
Ahí está, pues, lo que hemos hablado. Entonces, son los dramaturgos, los novelistas, los cineastas, lo que hacen constante reflexión sobre nuestras carencias, sobre nuestras miserias, y los políticos se encargan de seguir canalizando el odio, la indiferencia, por los siglos de los siglos. No vamos a llegar nunca a una coincidencia.
—Ya podemos hablar de un teatro peruano que tiene marca de mujer.
Sí, por supuesto. Efectivamente, las mujeres han entrado después a la dramaturgia y también a la dirección, pero siempre estuvieron presente en la actuación. No es ninguna novedad que las mujeres tengan presencia en la cultura. Ahora hay mujeres directoras, dramaturgas, actrices, productoras.
—Y han puesto en agenda, como en la poesía y narrativa, sus temas desde su condición de mujer.
Sí, encontraron en sí misma, como pasa con los dramaturgos, muchos motivos y dramas para escribir teatro. El dramaturgo es el que expone un drama, un conflicto de tantos conflictos que aquejan a la condición humana y las mujeres, como los hombres, tienen lo suyo.
Un doctor en teatro
—El auge del teatro en los últimos años es notorio.
Sí, tanto que las universidades se han dado cuenta de que el teatro es una carrera, entonces han creado la facultad de artes escénicas. Antes eso era impensable. Incluso ahora tenemos doctores en teatro, como Gino Luque. Es el primero, pero ya vendrán otros.
—En los conos de Lima existen colectivos que hacen buen teatro, pero lo hacen porque son voluntarios y no porque hay una política de apoyo.
Sí, ahí tenemos varios problemas que atender porque Lima es una ciudad enorme. Tú dirás Londres, Buenos Aires, también son enormes y mira el teatro cuan desarrollado está. Sí, pero esas ciudades son homogéneas. Nosotros tenemos hasta cerros que dividen los distritos. No hay una comunicación fluida, hay distancias geográficas. Esa es una de las razones, la otra es que hay diferencias culturales. Nuestro teatro se refiere a los distritos más céntricos. El teatro que hacemos nosotros les resulta incomprensible. Y un tercer problema es que el teatro que hacemos no necesariamente identifica a este posible público. Es decir, entre distrito y distrito aún no nos identificamos. El teatro todavía no logra eso. Se va a demorar un poco.
El dato
Funciones. En el Teatro Británico, calle Bellavista 527, Miraflores. Temporada: todo abril y mayo hasta el 4 de junio. Horario: los días viernes y sábados, a las 8 p. m. Los domingos, a las 7 p. m. Adquirir entradas en plataforma Joinnus.