Estudio sugiere que biología humana reconoce solo dos estaciones en vez de cuatro
A lo largo de cuatro años, investigadores de la Escuela de Medicina de Stanford observaron que las composiciones moleculares de 105 personas fluyeron en finales de primavera-principios de verano y finales de otoño-principios de invierno.
La influencia del verano, la primavera, el otoño y el invierno en la biología humana había pasado desapercibida hasta ahora. Un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de Stanford (Estados Unidos), mediante un estudio científico llamado ‘El perfil multiómico longitudinal profundo revela dos patrones biológicos estacionales en California’ identificó que el cuerpo humano solo se amolda a dos estaciones y no a cuatro, como dictaba el consenso.
Este documento online se puede encontrar en la revista Nature Communications. Michael Snyder, Ph.D., profesor y catedrático de genética, es el autor principal, junto con Reza Sailani, Ph.D., y Ahmed Metwally, Ph.D.
“Con el fin de identificar patrones biológicos estacionales basados en diversos datos moleculares, en lugar de fechas de calendario, realizamos un perfil multiómico longitudinal profundo de 105 individuos durante cuatro años”, se expone al inicio del apartado citado.
Michael Snyder manifestó: “No parecía probable que la biología humana se adhiriera a esas reglas (de las cuatro estaciones)”. Asimismo, recalcó que el estudio científico estuvo guiado por composiciones moleculares. Esto permitió descubrir cuántas estaciones son advertidas por las personas.
En total, según describe el artículo, se elaboraron perfiles de 105 ciudadanos, 55 mujeres y 50 hombres —en el norte y sur de California—, con edades entre los 25 y 75 años. “Las diferentes moléculas se agrupan en dos patrones estacionales principales que se correlacionan con picos a finales de la primavera y finales del otoño / principios del invierno en California”, se afirmó.
Más adelante, Snyder precisó que estos datos moleculares podrían variar de acuerdo al país y las variaciones atmosféricas o ambientales.
¿Solo sentimos los efectos de la primavera y el invierno?
La investigación de la Escuela de Medicina de Stanford señaló, como dato adicional, que la mitad de los participantes del estudio eran resistentes a la insulina. A ellos, cuatro veces al año, se les tomaba muestras de sangre. Así, los especialistas analizaban su metabolismo e inmunidades, así como sus hábitos alimenticios y rutinas de ejercicios.
El equipo concluyó que a finales de primavera los biomarcadores inflamatorios se dispararon. Este aumento estadístico se relacionó a alergias, males reumáticos y osteoastritis.
Una hemoglobina llamada HbAc1 alcanzó su punto álgido —proteína que mide el riesgo en pacientes de diabetes tipo 2— y, a su vez, se demostró una alteración en el ciclo del sueño-vigilia primaveral.
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Snyder dijo que, probablemente, debido a la estación, los altos recuentos de polen aumentan los niveles de las moléculas. Sumado a ello, el experto sospecha que la escalada de dicha hemoglobina se debe a la ingesta desmedida en vacaciones.
En cuanto al invierno, se detalló que las moléculas inmunes para combatir infecciones virales y acné subieron. La presión arterial, además, presentó un cuadro alto en general.
“Tomemos las alergias, por ejemplo. Podemos rastrear qué pólenes están circulando en momentos específicos y combinarlos con lecturas personalizadas de patrones moleculares para ver exactamente a qué es alérgica una persona”, comentó Reza Sailani.
Snyder argumentó que si los niveles de la proteína vinculada a la diabetes tipo 2 en primavera son desbordantes, ya se sabe, efectivamente, que es por la estación misma. Finalmente, el catedrático de genética recomendó hacer ejercicio en el invierno para contrarrestar sus efectos perjudiciales.