Tengo la absoluta certeza que, como directa consecuencia de la pandemia, una vez superada la misma las grandes corporaciones acelerarán la automatización de la mayoría de sus actividades productivas eliminando puestos de trabajo, en procura de elevar al máximo su competitividad y por consiguiente su rentabilidad, privatizando los beneficios, en favor de determinadas personas y entidades concretas.
Pero eso sí…cuando hay pérdidas éstas se socializan: ¿acaso no es conocido cómo recurren a papá Estado para que les saque las castañas del fuego, cuando hay crisis económicas?
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Como por ejemplo la del 24 de octubre de 1929 (jueves negro) que produjo la quiebra del mercado de valores de Nueva York, que provocó un prolongado periodo de deflación, o la denominada “gripe española” que ocasionó cerca de 50 millones de decesos a nivel mundial; o las más cercanas como la crisis del año 2008 en la cual la quiebra del sistema bancario mundial obligó intervenciones estatales para superar la misma, como también se recurrió a los sistemas de salud pública para superar por dichos años los contagios producidos por el Sida y el virus de la influenza A (H2N2), y la “gripe de Hong Kong”, del virus H3N2.
Sin embargo, a mi entender y temo no equivocarme, el panorama no es tan simple en esta ocasión: el coronavirus y el colapso de los sistemas sanitarios privados en países como Alemania, Francia, Italia y España, por citar algunos, están debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización “incontrolada, ilimitada y desregulada”, ya en crisis como lo muestra el retiro de Inglaterra del Mercado Común Europeo y la guerra comercial entre EE.UU. y China, que hace que posiblemente veamos que en poco tiempo se den a la par tanto la deflación que es el fenómeno contrario a la Inflación y que consiste en la caída generalizada y prolongada del nivel de los precios de bienes y servicios, a la disminución o pérdida de innumerables puestos de trabajo, como al incremento a nivel mundial de la inflación, dado que los gobiernos más temprano que tarde, incluido el Perú tendrán que recurrir a la emisión de billetes sin respaldo, --“la maquinita”--, por la paralización del comercio mundial del cual somos tan dependientes tan solo en lo que se recauda por impuestos, pero no en los niveles productivos ni en las ganancias totales.
Y aquí unas preguntas suspicaces: ¿A cuánto ascienden las reservas internacionales del Perú?, ¿se consideran en las mismas solo fondos propios del Estado o hay privados? Y cómo está conformada la misma porcentualmente: ¿en oro, dólares, bonos, etc.?