En los últimos tres años hemos tenido cinco presidentes y tres Congresos debido a vacancias y el cierre del Parlamento. ¿Por qué hemos llegado a esa crisis de la clase política?
Crisis política hemos tenido siempre, ha estado presente desde que se formó la república. No hubo un consenso ni acuerdos claros, ni un proyecto nacional que sea capaz de integrar a todos los peruanos. Así nació la república, y durante el siglo XIX, todas las batallas que se dieron, las guerras civiles entre caudillos que querían controlar el poder político, literalmente eran hasta la muerte, y lo que ganaba en esas batallas era una nueva Constitución. Lo que vivimos ahora me recuerda un poco a estas guerras civiles, porque seguimos teniendo minicaudillos, actores políticos que son presidenciales, pero con un nivel de presidencialismo mediocre que no logra representar ni recoger las reales demandas de la gente. El presidente Castillo, por ejemplo, tuvo muy poca aceptación en la primera vuelta. Hay un sistema de partidos precario, y como resultado tenemos la atomización de la representación política, al punto de que no tenemos minipartidos, sino grandes sancochados de partidos, y sus miembros pueden diferenciarse de otros, pero pueden unirse en temas vinculados a intereses personales, como ha ocurrido con la reforma universitaria y de transporte, en que partidos opuestos se unieron.
¿No hay muchos políticos para escoger, las normas electorales son muy restrictivas o no importa si es corrupto pero que haga obra?
Sin duda el primer indicador que puede explicar lo que vivimos es que tenemos un sistema de partidos políticos que lo permite y fomenta. Urge que nos concentremos en la reforma política para contar con mejor calidad de partidos y de militantes, aunque solo esto no es suficiente. Se culpa a los ciudadanos, y se dice que eligen mal, pero en realidad es un problema de oferta, pues no tenemos una alta calidad de políticos que puedan recoger las demandas de la ciudadanía, que integre a todos los peruanos. No solo la reforma política va a solucionar este tema, sino que también debemos ser conscientes de que vivimos una crisis de ciudadanía activa. Este hartazgo natural que tenemos los ciudadanos ha reducido nuestro poder cívico a un mero rol electoral, en el que uno se siente obligado a elegir entre opciones que no nos gustan, y con mucho pesimismo, lamentablemente creemos que no importa a quién se elija, las cosas van a seguir igual.
Algunos señalan que el voto preferencial es el culpable del tipo de representantes que han llegado porque se posiciona el que más plata tiene, que no necesariamente es el mejor. Otros defienden el sistema porque no hay verdadera democracia interna en los partidos. ¿Cuál es el problema real?
Si nos respaldamos solo en la reforma política y, por ejemplo, creemos que eliminando el voto preferencial vamos a solucionar el problema, nos estamos equivocando, porque es posible que persista el problema de quien tiene mayores recursos también en las internas. Entonces, no solo hay que trabajar en la eliminación del voto preferencial, sino que esto debe ir de la mano con las primarias abiertas, para que los ciudadanos puedan elegir. Pero no solo las reglas van a solucionar el problema, y por eso insisto en que hay una crisis de ciudadanía y debemos tener una mejor cultura política, no solo para elegir, sino para que los candidatos a representación política realmente tengan la conciencia ciudadana que se necesita. Necesitamos empezar a cambiar en la forma de hacer política en el Perú. Cada vez es menor la idea de “roba pero hace obra”, y más ciudadanos identifican a la corrupción como el mayor problema del país. Vemos a expresidentes y gobernadores regionales enjuiciados y con arresto, y esto genera desafección por lo político. Pero al menos hoy tenemos al Poder Judicial que está haciendo su trabajo, y están procesando a actores políticos que tenían todo el poder y que en otras épocas pasaban desapercibidos y quedaban impunes.
En un tuit usted refirió que es como si hubiera 130 partidos políticos que se unen en bancadas para participar en comisiones, es decir, que actúan por su propio interés...
Es como si en la práctica como tuviéramos 130 bancadas porque cada congresista es un mundo distinto, y se unen para participar en las comisiones, pero no necesariamente están representando una causa específica o una agenda concreta vinculada al bien común. Los intereses particulares se han infiltrado en el Congreso, y aunque esto no es nuevo, hoy lo notamos más porque estamos empezando a ser más conscientes. Nos decepcionamos, pero reaccionamos frente a estas noticias, y mucho más que antes.
¿Qué papel puede jugar esta sociedad civil que está decepcionada de la clase política?
La crisis de la ciudadanía no solo es porque existe una desafección por lo política y una decepción de los actores políticos, sino por la falta de una adecuada cultura política, en que cada ciudadano debe ser consciente de que debe mirar al país y a la sociedad, con inteligencia colectiva, que es algo de lo que estamos adoleciendo. Hay mucho desprecio por el que piensa diferente y no tiene como nosotros y eso hace que tengamos una sociedad muy dividida, muy fragmentada, que impide la generación de consensos que se necesita para enrumbar al país. Los ciudadanos también tienen que respetar la esfera pública y ser conscientes de que de ellos también depende la renovación del pacto social que ahora está resquebrajado porque los políticos no han hecho su tarea y ciudadanos decepcionados ante esa situación pero que refuerzan sus acciones individualistas y la imposibilidad de vernos como un todo. Urge la cultura política de los ciudadanos y que nuestro rol no sea solo para ir a las urnas, sino que debemos hacer una fiscalización permanente y aportar en políticas públicas. La cultura pasiva de la ciudadanía también nos está haciendo daño.