En la época del Imperio Español, desde la conquista de Cristóbal Colón, se abrieron nuevas oportunidades para poder explorar nuevos continentes y comercios. La carrera de Indias representó la principal ruta comercial, siendo vital en la conexión con España con sus extensos territorios ultramarinos. Esto sirvió como un importante lazo imperial, que permitió el movimiento de personas, mercancías, dinero, objetos, información y cultura, desde el descubrimiento de América.
Las Carreras de Indias fueron expediciones custodiadas por la Flota de Indias. Foto: Club Jaime Primero
Toda la compleja red de mares y vientos generó que los pilotos desempeñaran un papel fundamental. Eran auténticos maestros del arte de la navegación, guiando las naves con destreza y precisión a través del Atlántico. Su conocimiento y habilidad eran cruciales para sortear los desafíos del océano, garantizando viajes seguros y exitosos.
Este hito fundamental ayudó a construir ese mundo conceptualizado como una forma de globalización temprana. Su estructura fundamental consistía en dos convoyes que integraban tanto la marina mercante como la marina militar. La capacitación y las habilidades de las personas que integraban esta flota eran cruciales para su éxito.
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Convertirse en piloto requería un proceso exigente y meticuloso, diseñado para preparar a los navegantes más aptos para enfrentar el Atlántico. La formación incluía un riguroso currículum teórico y práctico impartido por instituciones prestigiosas, como la Casa de la Contratación de Sevilla y el Real Colegio Seminario de San Telmo. Estas organizaciones se encargaban de ofrecer conocimientos profundos y experiencia práctica para garantizar que los futuros pilotos estuvieran bien preparados para los desafíos del océano.
En la Casa de la Contratación, fundada en 1503, los aspirantes a pilotos recibían formación en cosmografía, navegación y cartografía. Bajo la supervisión del piloto mayor, aprendían a usar instrumentos náuticos como el astrolabio y la brújula, y se les enseñaba a calcular latitudes y longitudes, habilidades esenciales para la navegación transoceánica.
Los candidatos debían cumplir con ser españoles de origen, tener más de 24 años y contar con un historial de buena conducta y juicio. Además, se exigía que hubieran navegado hacia las Indias por un mínimo de seis años.
Los examinadores querían asegurarse de que los futuros pilotos fueran no solo competentes, sino también personas dignas de confianza, capaces de tomar decisiones éticas y morales en situaciones de alta presión.
La antigua sede Real Consulado de Cargadores a Indias, actualmente sede del Archivo General de Indias. Foto: Muy interesante
Los pilotos necesitaban estar listos para enfrentarse a violentas tormentas que podían surgir sin aviso, desafiando su habilidad para mantener el rumbo y la moral de la tripulación. Los ataques piratas también representaban un peligro constante, particularmente en el Caribe y cerca de los puertos estratégicos.
Navegar entre España y las Américas suponía enfrentar múltiples desafíos que solo los pilotos más hábiles y valientes podían superar. La gestión de las rutas era fundamental, ya que requería un conocimiento profundo de las corrientes oceánicas y los patrones de viento, elementos que variaban considerablemente según la estación y podían afectar de forma significativa tanto la duración como la seguridad del viaje.
Piratas y españoles en flota marina. Foto: VozPopuli
Además, los pilotos tenían que estar listos para hacer frente a violentas tormentas que podían aparecer sin previo aviso, desafiando su capacidad para mantener el rumbo y la moral de la tripulación. Estas situaciones requerían una gran destreza para tomar decisiones rápidas y efectivas, garantizando la seguridad del barco y de todos a bordo.
Aunque Cristóbal Colón comandaba la expedición, fue el marinero lepero Rodrigo de Triana, quien navegaba en la carabela La Pinta, el primero en avistar tierra. Esto ocurrió durante la noche del 11 al 12 de octubre de 1492, después de dos meses y nueve días de travesía desde el Puerto de Palos.
No fue Cristóbal Colón quién divisó América. Foto: Bio y Vidas
Carlos de Ibarra fue el marino, que se enfrentó a una gran flota holandesa, cuyos marineros no eran tan competentes como los españoles, ya que su especialidad era la piratería, es decir, eran ladrones de poca monta. Como resultado, su estrategia era simple: atacar y matar donde sea que te encuentren. No había mucha destreza en eso. Sin embargo, estaban decididos a apoderarse de ese increíble botín, y el vasco no se rendía. La persecución duró una semana. Todo lo que podía salir mal para los holandeses, salió mal.
El primer mapa de América, elaborado por Juan de la Cosa, fue el primero en incluir el continente americano. Este pergamino, con dimensiones de 93 centímetros de alto y 183 de ancho, destaca no solo por ser el primero en representar a América, sino también por su historia peculiar y controvertida. El mapa tuvo un periplo interesante: fue transportado de manera clandestina, descubierto por casualidad en una librería de París, y actualmente se encuentra en Madrid.
El primer mapa o carta en el que se incluye a América. Foto: Viajar