Agencias

Las variadas voces de la izquierda buscan hacerse oír ante el G20 en Rio


Estampada en su camisa, la icónica fotografía del Che Guevara acompaña al venezolano Miguel Hernández mientras recorre el concurrido centro de Rio de Janeiro, donde militantes de izquierda esperan hacerse oír en la cumbre del G20, pese a un mundo que tiende a la derecha.

Como miles de activistas, este campesino del estado de Zulia, en el noroeste de Venezuela, atendió el llamado del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, para que la sociedad civil exponga soluciones a los problemas globales.

A Hernández, de 33 años, le preocupan el medioambiente y los derechos humanos, pero confía en que las sugerencias de las organizaciones sociales sean escuchadas en la cita que los jefes de las mayores economías del planeta sostendrán el lunes y el martes en Rio.

"Los movimientos discuten sobre lo que ha provocado toda la crisis climática: el desarrollo industrial, el desarrollo capitalista", dice este hombre de piel trigueña, quien llegó al gigante sudamericano hace dos meses para ampliar su activismo.

"Buscan generar propuestas que frenen o controlen" estos problemas, añade, y lo hacen distantes del fallido atentado contra la corte suprema ocurrido el miércoles en Brasilia, que sacudió a Brasil.

- "Somos escuchados" -

Al asumir la presidencia del grupo de potencias, en Nueva Delhi en 2023, Lula lanzó el G20 Social, una inédita iniciativa de participación ciudadana que el jueves, en el primero de sus tres días, reunió a 40.000 personas en la Plaza Mauá y sus alrededores, en el centro de la "Cidade maravilhosa", según los organizadores.

El líder de la izquierda latinoamericana recibirá un documento con las demandas de la sociedad civil, que espera sea incorporado -al menos los temas en que haya consenso- en la declaración final de la cumbre del G20.

Las materias discutidas son tan variadas como los rostros y voces que se escuchan en las calles cariocas.

"Es muy importante saber que somos escuchados de alguna forma", afirma Maiara Viana, una profesora de 25 años.

Pueblos indígenas, comunidades negras, estudiantes, trabajadores y jóvenes de las favelas debaten sobre estrategias para enfrentar el racismo, la desigualdad y el imperialismo, y sobre cómo proteger el agua.

También hay espacios para conversaciones sobre feminismo, derechos de la población LGBTI y disparidad de género, además de coloridas ferias para comerciar artesanías. Las noches son de esparcimiento, con un festival musical que reúne a íconos de la música brasileña.

- La "amenaza" de Trump -

"Espero que todo lo aprobado sea enviado y cumplido, porque vinimos a debatir, a escuchar y tratar temas que son importantes para la sociedad", señala Claudio Oliveira, un vigilante de 62 años.

Aunque el ambiente es festivo y se debate en clave propositiva, no pocos están alertas por la llegada de lo que consideran una amenaza: Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, escéptico del cambio climático y crítico del multilateralismo.

"Se va a producir un giro muy grande. Veremos cómo sigue a partir de ahora, pero no creo que salgan cosas buenas", sostiene Elisangela da Silva, que se dedica a la agricultura urbana en Recife, en el nordeste de Brasil.

Apodada "Janja", como la esposa de Lula, una de las impulsoras del G20 Social, esta mujer negra de 45 años porta una camiseta roja con la leyenda "Solidaridad sin techo", una consigna que considera vital frente a los desafíos que pueden presentarse en el futuro.

"Estamos un poco en guardia, pero ante cualquier tipo de amenaza vamos a dar un paso adelante también", apunta.

Algunos ponen en entredicho ese espíritu. En la entrada del evento, ante un cartel que llama a combatir el hambre y la pobreza, un indigente dispara en voz alta tras no recibir ayudas para comprar comida: "¡Todo esto es hipocresía!".

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