Lincoln. La Youtuber de los conejos dice que no es cierto , como se cree, que los conejos sean estúpidos, que son por el contrario muy inteligentes y que hacen 400 cacas al día. Solo de lo segundo estoy segura y, sin embargo, estoy aquí, alisando tus orejas porque no sé sobre cuál de las últimas atrocidades machistas del día escribir esta columna, si del militante del Partido Socialista que agredía a su mujer o del tipo que le tiró un manazo en la cara a su novia en Halloween. Quiero evadirme en tu pelusa blanca y adivinar qué demonios hueles cuando empinas la nariz. Algo huele muy mal, Lincoln, y no son tus miles de cacas. Ya te has comido todo el jazmín. El otro día casi te envenenas con el aloe vera. Y ahora te quieres comer a mi padre, que es un cercis del amor sembrado en sus cenizas. La máxima complejidad de tu vida es pararte en dos patas. Te compré por diez euros en un Todo a cien de rumanos de la calle Inmaculada. Como hace años compré un gato a diez soles en el mercado de Barranco. Ya no existen ni el gato ni el mercado. Coincidencias. Eras la única cosa viva ahí. No sabíamos quién eras, nadie sabía de dónde venías. Te habían abandonado en un bar y alguien te llevó a esa tienda para que te vendieran junto a toda clase de chucherías baratas. Fui yo la que buscó un tutorial en YouTube para averiguar tu sexo. No sé qué importancia tenía que fueras una cosa u otra, si lo único que haces es comer lechuga. Para entonces Lena ya te había puesto el apellido de un presidente de EEUU como nombre. Inercias. Luché un poco para abrirte las piernas y quise creer que aquello era una vulva pero era tu poto. Eres un macho. Ahora lo sé y no sé qué hacer con esa información. Espero que siga siendo irrelevante o tendré que buscar otro tutorial. A lo mejor eres un conejo trans. La youtuber de conejos dice que si los castras se vuelven más dóciles y cariñosos. Lo dice a la cámara abrazando a sus conejitos. Lincoln, no quiero hacer eso, Lincoln, ¿por qué nunca te dejas abrazar? ❧