¡Que se vayan todos!
¡Que se vayan todos! La concreción de esta consigna requiere que la calle se mueva, que entre a la acción.
Hoy vamos a ver el desenlace inevitable de las dos guerras políticas que el Perú ha vivido en este año y medio de gobierno ppkausa: la guerra entre KF y PPK y la guerrilla fratricida entre KF y Kenji Fujimori a cuyo escenario teatral hemos asistido anteayer y ayer. Si PPK es vacado habrá triunfado KF, quien, con su agresiva mototaxi, buscará atropellar no sólo a su hermano Kenyi, sino también a la mayoría de los peruanos, comenzando por las izquierdas, sus aliados circunstanciales en esta peligrosa aventura.
KF estaba desesperada porque no lograba conseguir los 87 votos para vacar al lobista PPK y no podía frenar los avances políticos de Kenji, quien, según las encuestas, ya la derrotó en el escenario de las probables opciones electorales y en la pugna por la herencia fujimorista. Kenji y sus avengers, con el apoyo del gobierno, venían ofreciendo gollerías a los congresistas fujimoristas para que no voten por la vacancia. En respuesta, KF y la mototaxi montaron el operativo Mamani (congresista keikista puneño) para acusar al gobierno de comprar a los congresistas grabando las fanfarronadas de los avengers. En una esquina del escenario, don Vladi sonríe y se muestra orgulloso de sus aprovechados discípulos.
KF y la mototaxi creen que con el operativo Mamani matan a dos pájaros de un tiro y resuelven tanto la guerrilla con Kenyi como la guerra con PPK. Hoy veremos si KF y la mototaxi logran o no sus objetivos.
La guerra política entre KF y PPK comienza con la inauguración misma del gobierno ppkausa. Ella tiene una historia cuyos hitos más visibles son más o menos conocidos. Un primer hito es producto de los resultados electorales. KF gana la primera vuelta y obtiene una aplastante mayoría absoluta gracias a la representación proporcional con vallas que le permite pasar del 39% de los votos al 56% de los congresistas. PPK gana la segunda vuelta sin partido y sin una fuerte bancada parlamentaria. KF no reconoce su derrota, no felicita al nuevo presidente y anuncia que aplicará su plan de gobierno desde el Congreso.
Un segundo hito se levanta con el establecimiento de una línea dura del fujimorismo (hostigamiento permanente a los ministros, censura de un ministro e imposición de la renuncia a cuatro) combinada con una colaboración mínima (voto de confianza al primer gabinete y otorgamiento muy limitado de facultades legislativas). PPK no responde y más bien se somete. Un tercer hito se levanta cuando PPK exige el voto de confianza para su gabinete. El fujialanismo lo rechaza y el gabinete Zavala tiene que renunciar. La guerra política espera un desenlace.
Un cuarto hito se desarrolla en torno a la corrupción, al primer intento de vacancia y al indulto. PPK ocultó y mintió sobre el uso de la puerta giratoria que, mezclando lo público y lo privado cuando fue ministro, le produjo grandes beneficios. El fujialanismo se dedicó a blindar a sus líderes en la comisión del Lava Jato hasta que las declaraciones de Odrebecht y de Barata terminaron embarrando a todos. ¡Que se vayan todos! La concreción de esta consigna requiere que la calle se mueva, que entre a la acción. ¡Vamos Perú!