La necesidad de recuperar rumbo, liderazgo y alegría.,Pedro Pablo Kuczynski no termina bien el 2016, lo cual contrasta con el optimismo del inicio de su presidencia hace justo cinco meses. Esto no tiene que ver, principalmente, con la pérdida de aprobación en la opinión pública que PPK sufrió en ese lapso, algo que, sin embargo, no es deleznable ni irrelevante. A la popularidad de PPK le pasó lo que a todos los presidentes: de la euforia inicial pasó a la desilusión gradual. Alan García II, Ollanta Humala y PPK terminaron su quinto mes, el de su primera navidad en Palacio, con 50%, 47% y 48%, respectivamente, según Ipsos. Alejandro Toledo acabó en 30%, pero por la crisis ‘Zaraí’. Una presidencia poco popular siempre es obstáculo para gobernar –en el sentido de concretar políticas públicas en vez de solo durar–, pero en el caso de PPK el riesgo es mayor pues un descenso marcado puede producir una inestabilidad grande. En 48%, como hoy, no hay problema, pero con una oposición con sangre en el ojo y chaira en la mano, como la fujimorista, debajo de 20% colocaría a PPK en the twilight zone. Pero el problema principal de la presidencia de PPK en el momento actual no es de popularidad sino de debilitamiento por pérdida de liderazgo luego del zarandeo que le han pegado desde que el fujimorismo salió a atacar con todo para bajarse, sin más argumento que la necesidad de que el gobierno sepa quiénes son, al mejor ministro del gobierno. La respuesta política de PPK fue cambiante y dubitativa, trastabillando entre usar o no el mecanismo de la cuestión de confianza, y en estas situaciones ocurre como cuando tienes un arma: si la desenfundas es para disparar, no para amenazar. Distinto hubiera sido si, en cualquier camino, el presidente hubiera tenido claro qué iba a hacer desde el inicio. Y la pérdida de liderazgo de PPK se agravó por la forma en que se realizó su cita con Keiko Fujimori, en donde los tres participantes hicieron lo posible para que quedara claro que ella es la que corta el jamón en el país. A lo anterior se suma el despelote en la bancada PpK, dando la sensación de que su gobierno se empieza a parecer al final de Ollanta Humala. ¿Está todo perdido? Claro que no. Si algo demostró PPK en la campaña es que, como el Ave Fénix, cuando todo parecía perdido, resurgía de sus cenizas. La oportunidad es la primera semana de enero cuando se presenten los decretos legislativos, pero lo crucial será recuperar liderazgo, rumbo, cohesión, solidez, la alegría del inicio y hasta, de repente, tirarse por ahí de, vez en cuando, un bailecito para recordar los buenos tiempos.