Un programa informático antiplagio permitió constatar que la tesis doctoral de César Acuña, presentada ante la Universidad Complutense de Madrid, está compuesta en un 70% por la copia literal de textos de otros autores, sin las citas que reconozcan la propiedad intelectual ajena. Ni más ni menos que un robo. El escándalo mundial consecuente fue superado días después por el descubrimiento de que Acuña se apropió íntegramente del libro de su maestro, el docente universitario Otoniel Alvarado Oyarce, quien ostenta las Palmas Magisteriales como reconocimiento a su labor. Alvarado Oyarce afirma que Acuña ha ido más allá de plagiarlo, apropiándose íntegramente de su libro “Política educativa. Conceptos, reflexiones y propuestas” (1999): “Todo completo (ha copiado). Yo me ratifico en lo que dice el diario El Comercio. Reconozco la autoría del libro original. Los demás libros, no sé cuál es la razón por la que han salido esas ediciones, digamos, piratas” (http://bit.ly/1olmThV). Estos escándalos permitieron que pasara relativamente inadvertida la denuncia de Miguel Ángel Escotet, quien acusa a César Acuña de haber plagiado descaradamente su texto “Reflexiones sobre educación universitaria”, publicado por la UCV en abril de 1998: “¡Verdaderamente asombroso! El plagio es prácticamente total. De principio a fin. Reconozco cada frase y coma. Incluso, se apropia de una metodología que acuñé en 1984 (…) En todos mis años de investigador y profesor universitario no había visto algo parecido, ni siquiera de mis peores estudiantes” (http://bit.ly/1QRjL8K). La respuesta de César Acuña ante las acusaciones ilustran cabalmente cuál es su concepto de la ética: “Me dicen de todo pero, ¿soy corrupto? Claro que no. Digan lo que digan, tengo autoridad moral para gobernar el país y salir a la calle”. Aparentemente Acuña es incapaz de relacionar los conceptos “plagio” y “corrupción” y “robo”. Remitámonos al Código Penal: “Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de 4 ni mayor de 8 años y 90 a 180 días multa, el que con respecto a una obra, la difunda como propia, en todo o en parte, copiándola o reproduciéndola textualmente, o tratando de disimular la copia mediante ciertas alteraciones, atribuyéndose o atribuyendo a otro, la autoría o titularidad ajena.” A un nivel más puntual, rechazando la acusación de plagio en su tesis doctoral, Acuña afirmó en una entrevista para la televisión que la portada y las conclusiones son originales, y que por tanto no existe plagio. Una afirmación de este calibre merecería una nota desaprobatoria no digamos a un rector universitario sino a un estudiante de un curso introductorio de ética. Hay plagio si se utiliza un texto ajeno, incluso si se trata de un solo párrafo, si no se cita debidamente al autor del texto. La estrategia del equipo de campaña de Acuña, aparte de compararlo con Martin Luther King, es ganar tiempo, confiando en la lentitud de poder judicial, para llegar a las elecciones. Es especialmente grave la actuación del grupo que rodea a Acuña, avalando la completa ausencia de valores que este exhibe, pretendiendo asumir como “normal” un comportamiento totalmente anómico. Moralmente Acuña es clínicamente inimputable, pero ellos sí saben lo que hacen. En su desbarrancada ética Anel Towsend tiene ahora la compañía de Marisol Espinoza, Fernando Andrade, Luis Iberico y el pastor Víctor Lay. Solo la solitaria renuncia de Francisco Miró Quesada al cargo de rector de la UCV ha puesto a salvo su honorabilidad. Los mencionados son personajes públicos que alguna vez encarnaron la esperanza de vivir la política como un ejercicio de decencia y de vocación de servicio. La indecencia en el comportamiento público del candidato presidencial que defienden degrada la política, convirtiéndola en un quehacer ruin. Una función fundamental de un Presidente en ejercicio es la representación de la República; ser el interlocutor legítimo ante los líderes de las potencias, los países vecinos, los poderes políticos y económicos mundiales, públicos y privados. La credibilidad es un requisito fundamental para ejercer esa función. Un plagiario cuyas tropelías constituyen un escándalo mundial es la peor carta de presentación a nivel internacional. Basta imaginar lo que eso representaría a la hora de negociar tratados, o de buscar atraer inversión extranjera. Saltarse la ética a la garrocha también tiene sus costos. El 2012 la Universidad César Vallejo me otorgó un doctorado Honoris Causa. He decidido renunciar a esta distinción y retirarla de mi CV porque lo considero necesario para preservar mi independencia. Mi inalterable gratitud para quienes promovieron este reconocimiento.