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Enrique Verástegui: “En los bares se debe hablar de todo lo que no se dice en la universidad”

Enrique Verástegui. Entrevista inédita al autor de En los extramuros del mundo. El poeta concedió este diálogo un año antes de su muerte. El vate opina, entre otros temas, sobre la relación de los escritores con los bares.

Entrevista exclusiva a Enrique Verástegui tras cinco años de su muerte. Foto: Luigui Torres Jacobo/La República
Entrevista exclusiva a Enrique Verástegui tras cinco años de su muerte. Foto: Luigui Torres Jacobo/La República

Por: Walter Cuba Huapaya

El poeta Enrique Verástegui falleció hace cinco años, pero, como una sorpresa, reapareció, vivo, dialogante, en un archivo de mi laptop. Años atrás, en 2017, lo entrevisté para un curso de mis estudios universitarios. El audio de la entrevista, por esas volteretas de la tecnología, se me extravió. La busqué por todas las autopistas cibernéticas, pero jamás la encontré. Sin embargo, seis años después, ocurrió un milagro: se malogró mi laptop. Cuando la formateé y depuraba archivos —dicen que no hay mal que por bien no venga—, hallé mi diálogo perdido con el gran autor de En los extramuros del mundo.

29 de junio del 2017. Aquel día, Lima estaba pintada de gris. Caminé por la avenida Brasil con mis compañeros de la universidad, Marquiño, Tony y Luigui, y el profesor Dimas Arrieta. El objetivo fue entrevistar al poeta horazeriano Enrique Verástegui sobre ese caro tema: la relación entre la literatura y los bares.

Como lector, libro tras libro, había crecido mi admiración por su poesía, pero a pesar de que yo, como él, somos de Cañete, nunca logramos coincidir en la provincia. Ese día fue la gran ocasión para cumplir un anhelo, y que mejor que hablando de poesía.

El poeta estaba allí, sentado en un sofá, dispuesto a responder mis preguntas. No era ficción, no era una escena de película, pero parecía. Haber transitado por la avenida Brasil, para llegar a su departamento, fue el camino más corto para consagrar un sueño: conversar con una de las voces más altas de la poesía peruana de las últimas décadas. El poeta, el autor de Angelus novus, falleció un año después, en Fiestas Patrias, pero nos dejó estas palabras que ahora comparto, amigo lector.

—¿Los bares son los paraderos favoritos de los poetas?

Es una costumbre peruana y también universal. En Francia, por ejemplo, los escritores se reúnen en torno a una botella de cerveza o un vaso de vino para conversar. En Lima, también es un lugar de encuentro, donde los escritores de diversas universidades tienen un momento de esparcimiento.

—¿Entre piscos y cervezas, los horazerianos escribían en servilletas?

Recuerdo que hice un poema largo dedicado al Che Guevara. En ese momento, pasó una vendedora ambulante en el Centro de Lima y se lo di. Nunca supe qué pasó luego y por eso se me fue la idea de escribir en servilletas.

—¿Y cuando iba al Queirolo?

Si no me equivoco, escribí fragmentos de alguna novela, pero siempre preferí tomar cervezas.

—¿Los poetas nacen en los bares?

Sí, en el Queirolo y todos los bares del mundo.

—El poeta Abraham Valdelomar y su grupo Colónida frecuentaban en el Palais Concert. Tuvo que pasar más de 50 años para que otro grupo se relacione con un bar. ¿Ese fue el caso de Hora Zero y Queirolo?

En ambos hay una relación y labor necesaria.

—El propietario del bar Queirolo reveló que “los poetas de antaño ya no visitan bares”, y que los de ahora “casi nunca aparecen”. ¿Esto refleja la escasa cultura en el país?

La cultura no es un bar, sino el objetivo de la inteligencia y la sensibilidad. Los bares son un momento de distracción y su trabajo a largo plazo es hacerse sentir a través de la poesía.

—El chileno Roberto Bolaño siempre elogió a Hora Zero. Incluso, dijo que la mejor poesía latinoamericana en la segunda mitad del siglo XX estaba en Perú gracias a Hora Zero.

El Movimiento HZ siempre impactó con sus versos, pero Bolaño luego me atacó en algunos de sus libros. Por eso no me interesa hablar de él.

—Hace unos años, usted dijo que no sabe si los peruanos lo aman. ¿Sigue creyendo eso?

No sé para quién escribo, no sé quién me lee. Pero si me leen, es porque soy una persona de buena voluntad.

—¿El logro de Hora Zero fue rescatar la poesía provinciana?

Fue parte de la democratización de derecho.

—¿En los bares se debatían sobre la “historia peruana tan mal enseñada, tan mal leída, tan pésimamente conocida”?

Esos problemas eran mucho de los años 70. El desorden era abundante. Los bares son lugares donde se debe hablar de todo de lo que no se habla en la universidad.

—Los bares reflejan influencia en sus versos. “Entre comillas, soy el sucio, el paria que llega tarde en la noche”; “la poesía frecuenta burdeles”; “en mi país hay que hablar con su botella de vino”.

Las borracheras son un lugar que relaciono con la Iglesia Católica por las formas como se dan las misas. El sacerdote bebe la sangre de Cristo.

—¿Cómo es su relación con Cañete?

En los años que he vivido en Cañete, nadie me dijo “tú eres poeta”.

—¿La poesía ladra?

Me inspiré en un poeta y profesor de La Cantuta, Manuel Velásquez Rojas. Él decía que cuando se amargaba se sentía como un perro.

—¿Cuál es su análisis de la poesía actual?

He vuelto a leer libros y noto que nada ha cambiado. Todo sigue siendo la literatura de vanguardia, como la dejé hace 35 años.

—¿Actualmente existe poesía en Perú?

Lo que hay es un inmenso despliegue de fuerza productiva en el país. Por el momento, es imposible determinar qué es una buena poesía o una mala poesía. Hay cantidad de libros publicados, pero ya vendrán los tiempos de calidad.  

—Imaginemos que usted se encuentra con un extranjero y este no sabe absolutamente nada del Perú. ¿Qué libros o escritores le recomendaría?

—Garcilaso de la Vega es básico y luego viene Ricardo Palma. En poesía recomendaría a César Vallejo, Jose María Eguren, Javier Sologuren, Adolfo Westphalen, Blanca Varela, Marco Martos, Rodolfo Hinostroza, Reynaldo Naranjo, Francisco Bendezú y todo Hora Zero.

—¿Se puede decir que Perú es un país de poetas?

La poesía es el prestigio de la inteligencia y lo más profundo del alma. Si en el extranjero leen poesía peruana, es por la buena calidad literaria. Nadie recomienda algo malo.

—Usted aconsejó a los jóvenes que, además de hacer literatura, estudien otra carrera.

Sí, porque la universidad siempre será un lugar prestigioso.

—Muchos jóvenes leen En los extramuros del mundo, pese a que fue publicado en 1971.

Es un compromiso que quiero eludir, pero es imposible. No puedo no agradecer a alguien que le guste mi poesía. Solo les deseo suerte y buena voluntad.

—¿Le gusta el deporte?

Soy poco de fútbol, más me gusta el básquet. Me parece una disciplina más completa.

—¿Escucha música peruana?

Sí, me gusta el ‘Cóndor pasa’, ‘Todos vuelven’ y los valses criollos. Son experiencias maravillosas que tiene uno para guiarse en la vida.

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