Alberto Fuguet esa noche presenta Missing en la Feria del Libro Ricardo Palma. La aventura de una investigación para saber el paradero de su tío Carlos, que estaba perdido 30 años, se convirtió en materia de una novela. Pedro Escribano. No estaba muerto. Si se quiere, como dice la canción, “estaba de parranda” (aunque no, estaba huyendo de sí mismo). El escritor chileno Alberto Fuguet un día se propuso buscar a su tío Carlos, quien hace treinta años había desaparecido de la familia en Estados Unidos. Mismo detective salvaje, inició su búsqueda hasta que lo encontró. Sin habérselo propuesto tenía una historia entre manos y decidió escribirla. Mucho antes ya había escrito una crónica con el tema de su tío para la revista Etiqueta negra. Esa novela se llama Missing (Una investigación) (Ed. Alfaguara) y esta noche la presenta en la Feria del Libro Ricardo Palma. –Decidiste escarbar con una investigación y no nutrirte de ficción para Missing. –Es que yo me puse a investigar, de curioso, una vez que publiqué la crónica en Etiqueta negra. Yo nunca había pensado escribir ese artículo, nunca me hubiera interesado en escribirlo. Pero ahí está lo bueno de ser periodista o todavía estar ligado al periodismo. En ese sentido yo estoy muy en deuda con Etiqueta por pautearme. Pero después lo que yo hice fue investigar, quizás muy en el fondo o no tan en el fondo que esto pudiera servir para un libro. A mí me importaba más la investigación, por lo tanto a donde yo hubiera terminado me daba lo mismo, porque yo no sentía que esto necesariamente tenía que ser un libro. –¿Cómo elegiste el tema? –No lo elegí yo, me lo dio Julio Villanueva Chang. Me dijo estamos haciendo el tema de la familia. No sé por qué o creo que él lo dijo o yo lo pensé, algo sobre la familia implicaba algo negativo (risas). Yo pude irme por lo cómodo, alcanzarle un cuento con ese tema, pero no, Villanueva me explicó. Entonces recordé que lo primero que se me entró a la cabeza y no lo pude sacar era mi tío Carlos que estaba perdido y que no sé si era tanto un secreto, pero era una llamada de atención de que nunca nadie se había interesado en saber de su paradero. –¿Te sedujo el historial de oveja negra de la familia. –Sí, claro. Uno está más del lado de los perdedores que de los ganadores. Pero lo que realmente me seducía era ¿por qué se había perdido? ¿Por qué se había extraviado tanto? Cuando yo lo había conocido era un tipo extremadamente simpático. No tenía esa nube negra de hoy. Yo me decía, que se pierda, pues, de algunos de la familia, eso ocurre, pero no, él se perdió de todo el mundo. Mi familia pensaba que estaba perdido, por allí, podrido, o simplemente muerto. –¿Te resistías a creer? –Bueno, si es verdad, si está así, muerto, averigüemos quién lo mató, no tanto para hacer justicia sino para cerrar su caso. Yo pensaba dónde estará, pero, al final, efectivamente, estaba vivo, no estaba muerto. Hay una canción “no estaba muerto, andaba de parranda”. Este no estaba de parranda, estaba huyendo de sí mismo, de su pasado, de su condición de inmigrante, estaba huyendo también de transformarse en gringo. –¿Te convertiste en un escritor detective? – Claro, escritor detective... Los detectives salvajes. Creo que Bolaño lo hizo bien a la larga, un escritor es un detective salvaje y un periodista también lo es. Pero sabes, no pensé investigar para un libro. –¿Con la investigación querías cerrar las heridas? – Sí, yo pensé que podría estar en otro lugar. Y si estaba muerto, quería saber. Llegar a un amigo de él, a un cercano , eso sería para mí un premio como detective. –Pero encontraste. –Y casi a la primera. –¿Carlos se reconcilió con la familia? –Sí, sin ir más lejos mi sobrino que está por cumplir 18, está leyendo este libro. Se escribe con Carlos y está fascinado. –De villano, Carlos se convirtió en héroe. – Totalmente, héroe y protagonista. Pero tampoco que fue tan malo. No asesinó a nadie. Missing le ha devuelto todo o casi todo. Él dice “ahora tengo una historia”. No es el sueño sino la cruda pesadilla americana –En el fondo, el tema de tu novela es la inmigración. –Absolutamente. Ese fue también el motivo de que él aceptó que escriba el libro para sentirse como egocéntrico. Yo le dije estoy escribiendo un libro sobre ti, tú te perdiste, yo te investigué y te encontré. La mitad del libro es mío, la otra tuya. Tú me tienes que decir dónde estuviste. Lo pensó y me dijo “perfecto”. Le dije que el motivo del libro que quería hacer era para hablar de la migración. Si este libro puede hacer que la gente ya no emigre (risas). Se habla mucho del sueño americano, pero aquí, en el libro, está más bien la pesadilla americana. –En tu libro hay una poética de tu escritura. –Yo creo que sí. Lo que a mí me molesta de las críticas positivas es que comparen este libro con los libros anteriores. Uno no tiene que olvidarse de su juventud, lo que uno ha hecho. Yo creo que sí, este libro es un punto importante. No quiero hablar de madurez o edad madura porque después que la fruta madura la fruta se cae y viene la podredumbre (risas). Yo creo que todavía me queda mucho por delante. Pero sí, yo creo que Missing marca quizá el inicio de la edad mediana.