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Sociedad

El difícil camino de los heridos en Andahuaylas hacia la recuperación

Testimonios. Víctor Cuaresma y Faustina Pérez son dos de los cientos de personas que recibieron impactos de bombas lacrimógenas en las protestas contra el régimen de Dina Boluarte ocurridas en Apurímac en diciembre del 2023. Ambos eran el sustento económico de sus familias y hoy apenas pueden movilizarse. Su abogado pide como reparación una atención médica que cubra todas sus necesidades y que se sancione a los responsables de sus graves lesiones.  

ESPOSOS. Después de la grave lesión que sufrió Víctor, su esposa Felicita asumió la responsabilidad de la mayoría de tareas en casa.
ESPOSOS. Después de la grave lesión que sufrió Víctor, su esposa Felicita asumió la responsabilidad de la mayoría de tareas en casa.

Por: Flor Ruíz

“Pedir por mi salud y la de los sobrevivientes que hemos quedado discapacitados”.

“Juntar dinero para operarme, tengo miedo de quedarme sin hablar”.

“Justicia”.

Estos son algunos de los deseos para el nuevo año de un grupo de heridos de las protestas contra el régimen de Dina Boluarte en Andahuaylas. Entre diciembre del 2022 y febrero del 2023, la represión dejó como resultado un promedio nacional de 1.400 heridos. En Andahuaylas, inicialmente, se calculó que hubo 300 heridos, pero muchos desistieron de continuar con sus casos por temor a la policía. Desde octubre pasado se formalizó el seguimiento de cerca de medio centenar de heridos que tienen lesiones graves, han quedado discapacitados, tienen deterioro en su salud mental y emocional, y no pueden trabajar.

 Manifestación. Las marchas de diciembre del 2022 fueron reprimidas por agentes PNP.

Manifestación. Las marchas de diciembre del 2022 fueron reprimidas por agentes PNP.

En el distrito de José María Arguedas, localidad de Huancabamba, a 30 minutos de la ciudad de Andahuaylas, las paredes de adobe y el techo de plástico y calamina no calientan la casa de Víctor Cuaresma (62). Tampoco su corazón, al que él describe como frío y triste desde que lleva en la mandíbula una placa de platino, con clavos y ganchos, luego de una cirugía de reconstrucción.

Víctor recibió el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno en el lado derecho de su cara el 12 de diciembre, durante las protestas de hace dos años. “Antes era feliz. Estoy casado con mi esposa, Felicita, desde hace 41 años. No tuvimos hijos, hemos viajado juntos por varias regiones, a la selva íbamos a cosechas de café, a lampear en las chacras, regresábamos aquí para cosechar habas, olluco, cebada, oca, volvíamos a viajar y mi esposa cocinaba para los peones, trabajábamos. Así vivimos los últimos 7 años, hasta que me hirieron hace dos años”, cuenta. Felicita, de pie al lado de Víctor, se pone a llorar mientras cuenta en quechua que su esposo no es el mismo desde aquel día. “Él no puede hacer casi nada, le digo que traiga el pasto para los animales, pero se cansa. Entonces, yo voy y lo traigo porque rápido se le hinchan los pies, por eso camina muy poco”.

Un día antes de ser herido, Víctor se encontraba deshierbando quinua en su chacra. En su casa tenía una pequeña tienda, donde vendía algunos abarrotes y vegetales. Para surtirla, tenía que ir a comprar, pero tuvo que quedarse porque no había pase vehicular. Al día siguiente, el 12 de diciembre del 2022 , recién fue a la ciudad de Andahuaylas. “Es mentira que dicen que hemos ido a pelear, a atentar con hondas, huaracas, yo tengo las manos limpias”, afirma mientras sigue contando que estaba en una esquina observando la violencia, cuando le impactó una bomba lacrimógena que le hizo perder el conocimiento. Lo operaron antes de Navidad. Le indicaron que después de tres meses podría volver a masticar, pero hasta hoy no ha vuelto a comer nada duro, solo mazamorras y comida muy ligera, debido a un permanente dolor de mandíbula. Además, los alimentos se le derraman de la boca. Hace medio año, luego de que le tomaran una placa, el diagnóstico fue de rotura de los ganchos de la mandíbula. Por eso tienen que volver a operarlo. “Tantos dolores que tengo, siempre estoy llorando, porque no puedo trabajar, mi pierna y mi pie de ese lado de la mandíbula rota están adormecidos, no reaccionan, me dan calambres, así me paso el día, con la cabeza que me explota, mi esposa está triste también, le duele su cabeza, ella no puede hacer nada por mí”.

El sueño y los deseos de Faustina

Antes de Navidad, Faustina Pérez cumplió 51 años. Es la tercera vez que en su cumpleaños recuerda y vuelve a contar a sus hijos y esposo el sueño que tuvo la madrugada del 10 de diciembre del 2022, antes de que una lacrimógena le fracturara el peroné, lo que la dejó con una lesión en el tobillo del pie izquierdo y sin poder caminar cerca de medio año.

“En ese entonces, con mi vecina Justina, un día antes, estuvimos sembrando tarwi. Con ella y sus hijos hemos estado alegres en mi chacra. Lo que me pasó al día siguiente, cuando me hirieron, se me reveló esa madrugada entre sueños. Soñé que estaba en Sucre, en otra provincia, donde había muchos carros, y aparecía mi hermano con una llama y la mataba, y yo le decía: ¿Para qué has matado la llama, acaso la vamos a llevar muerta? En ese rato yo me he levantado asustada. Ahora comprendo que los carros eran de los policías que ese día nos atacaron. Nosotros estábamos en la puerta de la comisaría. Ellos nos dijeron con la mano que pasemos; entonces, hemos pasado marchando tranquilos mientras cantábamos : ‘Vamos, pueblo, carajo, el pueblo no se rinde carajo’. Pero cerca de la esquina, otros policías han soltado delante de nosotros las lacrimógenas, muchos quedaron en el suelo, a mí me agarró una, y comencé a sangrar, como la llama de mi sueño”.

 Faustina trabajaba desde muy joven, viajando a las ferias de los fines de semana, para vender los  productos de su chacra, lo que hacía que camine mucho. Ahora no puede andar por el dolor permanente en la pierna, además de presentar una depresión grave. El informe médico inicial hablaba de una lesión leve. El abogado que ve su caso está pidiendo que la figura se amplíe a lesión grave. Su hija de 15 años cuenta que desde que su mamá fue herida, sus vidas han cambiado demasiado. Faustina sostenía la economía de la familia, era el motor de su casa. Hoy no puede hacer mucho. Hay una tristeza extendida en su familia. Pasaron la Navidad como un día más. Para el 2025, Faustina tiene el deseo de sanar y poder trabajar. “Y algo de alegría, aunque sea un poco”, dice.

 Tratamiento. Faustina quiere volver a trabajar para ayudar a su familia.<br><br>

Tratamiento. Faustina quiere volver a trabajar para ayudar a su familia.

Ante la justicia

Saúl Peceros, abogado que coordina con Aprodeh los casos de Víctor Cuaresma y Faustina Pérez, dice que, a pesar de que hace un par de meses se formalizó la investigación preparatoria de ambos casos, todavía no hay un respaldo en el área psicológica por parte del Estado.

En los meses iniciales del 2025, Víctor y Faustina, como parte agraviada, solicitarán una reparación civil, para luego ir al ámbito punitivo.

Según Madeleine Penman, investigadora para América del Sur de Amnistía Internacional, estas violaciones a los derechos humanos deben tener una reparación administrativa integral, que incluya todos los gastos y atención en salud como medidas de resarcimiento.

 SOLICITUD. Madeleine Penman, de Amnistía Internacional, pide una reparación integral para ambos casos.<br><br>

SOLICITUD. Madeleine Penman, de Amnistía Internacional, pide una reparación integral para ambos casos.

Son cientos de heridos que no van a alcanzar los sueños que tenían. Además, están desprotegidos en el ámbito de la salud mental, porque hay pocos psicólogos y psiquiatras en el área rural. Por ello —dice Penman—, no se puede reducir a las víctimas a un tema económico, además de recomendar que las investigaciones continúen para establecer responsabilidades.