Sociedad

Los aimaras y su relación complicada con la prensa

La prensa juega un papel vital en una democracia. Con la información que difunde, se ayuda a formar opinión en la ciudadanía. En las comunidades aimaras de Puno, hoy foco de resistencia en la oposición al gobierno de Dina Boluarte, rechazan a los medios de comunicación, sobre todo los provenientes de Lima. Sienten que los estigmatizan y discriminan.

Las comunidades no permiten que los periodistas ingresen a sus territorios, debe haber una aprobación colectiva. Sienten que los medios los estigmatizan. Foto: La República
Las comunidades no permiten que los periodistas ingresen a sus territorios, debe haber una aprobación colectiva. Sienten que los medios los estigmatizan. Foto: La República

Apenas pisamos el distrito aimara de Ácora, al sur Puno, un comunero se nos acerca con una cartulina blanca. En el cartel está escrita la frase: “prensa no desinformen, los aimaras no somos terroristas”. No es una manera amable de recibir a los hombres de prensa que cubren las movilizaciones en esta zona del país para exigir la renuncia de Dina Boluarte. El hombre del cartel es Rodolfo Cutipa. Mientras le explicamos la razón de nuestra presencia, los manifestantes piden que nos presentemos públicamente.

Este tipo de asambleas son comunes en las comunidades aimaras, funcionan como un tribunal público. Si no hay aprobación nadie reportea en sus pueblos. Cutipa explica que no es parte de la cultura aimara restringir la labor de prensa, pero siente que contra ellos hubo una estigmatización. Por las protestas contra el gobierno, se han ganado la fama de violentos. Eso les obliga a tener más control. Los que no son bienvenidos los invitan a retirarse o no dan declaraciones. “Estamos a favor de la liber tad de prensa, pero el periodista no puede calumniarnos. Cómo pueden decir que somos terroristas. No es justo. Los medios de Lima, nos han hecho ver mal. Evacúan grave a un herido y, cuando muere en el camino, nos culpan a los que estamos protestando. Es eso manipular. Pero, no dicen nada cuando las personas mueren por falta de atención en los hospitales todos los días”, se quejó Cutipa.

Alcides Castro, otro comunero aimara, dice que a raíz de la crisis los medios de la capital en su mayoría opacaron sus protestas con cálculo. “Prefieren informar de la pérdidas económicas de las empresas, pero no ven las necesidades del campesino ni les importa su vida. Es decir, les importa el dinero”, aseguró. En las comunidades aimaras el descontento es casi generalizado. En la provincia de Juli, los tenientes gobernadores no aceptan entrevistas salvo que la transmisión sea en vivo. “El problema es que llevan la información y la cortan (editar). Sólo usan la parte que les interesa, y no se ve las razones de por qué estamos protestando o porqué reclamamos”, aseguró Néstor Quispe Yurja, del sector de Tiwinza.


Quispe, sostiene que otra de las razones por la cual no confían en los medios es porque sólo se acuerdan de ellos cuando son protagonistas de hechos controvertidos. “Sólo en huelgas vienen (los periodistas de Lima) y encima nos hacen ver mal. Después no existimos. Encima mienten. Mira, desde Lima, nos culpan por el ahogamiento de seis soldados en Ilave. Pero acá todos sabemos que no fue así. Usted informó la verdad, pero los de Lima se encargaron de desmentir par apoyo a los militares”, dice.

Mientras cumplimos nuestra labor, un periodista argentino nos da el alcance. Al extranjero no le piden explicaciones. Se identifica con su credencial, y pasaporte. Lo reciben con amabilidad. Cuando le preguntamos por qué la diferencia con Aurelia Quilca, de Ilave, ella es tajante. “Nos hemos dado cuenta que la prensa extranjera infor ma con más verdad que los medios del Perú.

Confiamos más en ellos”, dijo. El rechazo hacia la labor periodística está reflejado en estadística. Un estudio de opinión pública realizado por Ipsos da cuenta de la desconfianza de la opinión, acentuada en el sur peruano: sólo el 11 % cree que los medios televisivos de cobertura nacional son confiables, 19% confía más en la radio local y el 24 % ha decido optar por las redes sociales nacionales

A medida que se informaba mediante un enlace en vivo lo que sucedía en los pueblos del sur, los comuneros compartían ese contenido en diversas plataformas digitales locales. “Como en Lima no informan de lo que pasa en Puno, nosotros hemos decidido informar en las redes sociales de nuestros pueblos, por eso registramos todo. Sino no se habría conocido todo lo que está pasando”, aseguró Manuel Inquilla, natural del centro poblado de Balsabe en Ilave.

El antropólogo Manuel Flores, asegura que la actual crisis política generó una polarización total, al punto que las partes en conflicto, al verse visibilizados en los medios de comunicación, no sólo querían reafirmar su posición, sino tácitamente estigmatizar a quien está en la otra orilla. “Es decir hay una lucha, y todas las partes quieren ganar, y lamentablemente los medios de señal abierta no serían parte del problema sino fuera porque en su mayoría tomaron partido, por lo general, a favor del gobierno, desde distintas perspectivas. Por eso las redes sociales ganaron más espacio como espacio democráticos”, aseguró.

Mientras retornamos de Ilave, Fabian Vilca, dirigente de la zona lago, nos asegura que si los medios de comunicación en la actual coyuntura les habrían dado mayor cobertura a las protestas de las regiones del interior del mismo modo en que tomaron protagonismo en las manifestaciones de la generación del Bicentenario, contra Manuel Merino, en este momento Dina Boluarte, ya no estaría en la presidencia de la República.

Enfoque: Zuliana Lainez, Presidenta Asociación Nacional de Periodistas

No es buena idea cerrar puertas

Esa crítica de las poblaciones invisibilizadas por las coberturas, tiende a interpelar a la prensa nacional. Ahora, la decisión de cerrarle las puertas a los medios de Lima, a mi modesto entender, no es la solución más adecuada. Porque al final se termina lesionando el derecho a la información. Entiendo la posición crítica y el enfado de la cobertura de los medios nacionales, no todos, porque tampoco caigo en la generalización. Pero creo que la solución no es cerrar a los medios.

Al contrario, hay que dar batalla para que esas voces se puedan oír, quizás, en retransmisiones en vivo que permitan menos distorsión de lo que se pueda estar declarando, o se pueda pedir réplicas sobre informaciones que no corresponden a los hechos sucedidos. Pero no estoy de acuerdo en decir: "ustedes no pasan". Al final lo que estamos haciendo es automarginarnos de espacios que contribuyen a que la gente escuche pluralidad de voces y pueda concretar su derecho a la información.

Enfoque: Christopher Acosta Periodista de investigación

Lo que es reprochable es agredir

“Puedo entender que un sector de la población no guste del trabajo de la prensa. La crítica a nuestro trabajo es legítima ya que cumple una función pública. Lo que es reprochable es que haya personas que crean que es posible agredir o insultar a los reporteros, justificando su actuar en esa crítica a los medios.

Se reclama, por ejemplo, que la prensa nacional acuda a cubrir las protestas de algunas provincias del país, pero enviar reporteros a zonas específicas en medio de esas manifestaciones es casi suicida. La probabilidad de agresión es altísima, y eso termina siendo contraproducente para los propios manifestantes, al no permitir que su reclamo se difunda”.