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Sociedad

Las epidemias sirvieron para crear una nueva ciudad

Lima postpandemia. La historia ha demostrado que existe una estrecha relación entre salud pública, arquitectura y urbanismo. Confinamiento, teletrabajo, clases en casa se presentan como un reto que transformará el paisaje urbano de las grandes ciudades.

Por: Andrés Merino.

“Vamos a vencer la tuberculosis” fue la propaganda oficial para promocionar la construcción de la Unidad Vecinal N° 3. Fue inaugurada por el dictador de turno, el general Manuel A. Odría en 1949, un año después del golpe de Estado al presidente José Luis Bustamante y Rivero, quien había reclutado a un grupo de jóvenes arquitectos –entre ellos Fernando Belaunde Terry, Santiago Agurto, Enrique Ciriani– para cambiar el urbanismo de la capital peruana con una clara orientación de salubridad.

Luego vendrían las unidades vecinales de Matute, las del Rímac, Miraflores y el residencial San Felipe; que permitieron a obreros y empleados acceder a una vivienda digna, salubre y con amplias áreas verdes, en contraste con los entonces tugurizados “callejones” (de baño compartido) que por su insalubridad permitían el contagio de epidemias.

“Curiosamente, las áreas comunes en los últimos treinta años cada vez se exigen menos. Cuando uno hace un proyecto inmobiliario, la áreas comunes son del 40 por ciento y la mayor parte la resuelven con estacionamientos subterráneos. En cambio, la Unidad vecinal N° 3 tiene más de 70 por ciento de áreas comunes”, menciona el Dr. Pablo Vega Centeno, profesor principal de Arquitectura en la PUCP.

Hacinamiento y contaminación fueron el binomio que caracterizaba a las ciudades durante la Revolución Industrial. Un ambiente propicio para el desarrollo de las epidemias.

Este crecimiento demográfico en las urbes, provocado por la migración y la demanda de mano de obra, generó una grave densidad de ocupaciones del área urbana. Fue entonces cuando surgió la idea de crear "vivienda masivas" que, al mismo tiempo, contaran con elementos básicos de salubridad.

Lo cierto es que las grandes epidemias provocaron radicales modificaciones en la arquitectura y el urbanismo.

“Es interesante comprobar a través de la historia cómo la respuesta antes las epidemias provocó cambios importantes en la ciudad y en la forma de comportarnos”, agrega Vega Centeno.

En el impero romano, los baños públicos eran el lugar favorito de interacción entre los ciudadanos. Pero el problema es que no había circulación de las aguas. "El aumento de las epidemias hacia el fin del imperio romano de occidente obligó a modificar los baños públicos", agrega el especialista.

Urbanismo ejemplar

Es así como surge la noción de circulación como algo saludable y con ello la de las calles conectadas, modificando para siempre el urbanismo citadino.

París y Barcelona fueron dos casos dignos de resaltar como ciudades pensadas en pro de la salud pública.

En la capital francesa, el plan de renovación de la ciudad incorporó grandes proyectos con propósitos sanitarios. Los grandes espacios abiertos y jardines amplios que actualmente se conocen fueron ideados con la finalidad de combatir epidemias, como la tuberculosis.

Por su parte, Barcelona estaba rodeada por murallas. Sus habitantes vivían hacinados, lo que era agravado por la falta de higiene pública y enfermedades que azotaban a sus pobladores. Fue así que se decidió derrumbar el perímetro amurallado, ensanchar las calles y avenidas, con el fin de que tengan mejor iluminación y ventilación propiciando un mejor ambiente salubre y calidad de vida.

A comienzos del siglo XX otra epidemia de tuberculosis azotó varios países europeos. Este hecho llevó a seguir considerando el planeamiento urbanístico y redibujó el trazado de las viviendas y edificios a los arquitectos de la época.

La denominada “arquitectura moderna” priorizo áreas comunes, viviendas con baños propios, grandes ventanales y balcones, ya que se necesitaba tener espacios con una buena ventilación para evitar el contagio. Los arquitectos despegaron las casas del piso y su interior se volvió minimalista para evitar el polvo, los gérmenes y maximizar la higiene.

Muralla limeña

La capital peruana también sufrió en su historia cambios importantes sobre la base de reacciones sanitarias.

En 1868 fue azotada por una epidemia de fiebre amarilla. Fallecieron más de 4.000 personas, una cifra equivalente al 4 por ciento de la población de la época, que era de 100 mil habitantes, aproximadamente.

Este hecho fue una de las causas que obligaron, dos años más tarde, a decidir derribar las murallas virreinales que defendieron la ciudad durante 200 años. Esta estructura se había convertido en un foco infeccioso que afectaba la salubridad que fue evidenciado durante la epidemia.

"No eran de piedra, como las construcciones de Cusco. Las murallas de Lima eran de adobe. Se construyeron para enfrentar ataques de piratas pero no sirvieron para el paso de roedores, que penetraron los muros a través de galerías. Varios sectores de la muralla se volvieron hábitat ideales para las plagas de ratas", nos cuenta el Dr. Vega Centeno.

Estas murallas fueron reemplazadas por grandes avenidas en formas de alamedas, como la avenida Grau, Paseo Colón, la avenida Alfonso Ugarte y por áreas verdes y de recreación como el Parque de la Exposición, el primer gran espacio público de Lima. Fueron la gran transformación urbana que coincidió con el centenario de la Independencia.

Estas obras se complementaron, ya en la segunda mitad de siglo XX, con las grandes unidades vecinales.

"Otro gran proyecto emblemático de la arquitectura moderna en el Perú es el Residencial San Felipe. Edificios libres unos de otro y áreas comunes que se integran con jardines son el fuerte en este proyecto. Pero esas ideas del pensamiento moderno, que fueron muy saludables, se han sido dejando de lado", reconoce el arquitecto.

"Muchas infraestructuras y dinámicas a escala de ciudad, que veíamos como normales, a raíz del golpe del nuevo coronavirus se han convertido en materia de análisis debido al impacto negativo en términos de salud pública", agrega.

“Los eventos traumáticos de salud pública nos invitan a reflexionar por qué ocurren. Y como son tan traumáticos son de los pocos momentos en que la humanidad o la colectividad afectada está dispuesta a cambiar. Es un pequeño momento en que la comunidad está dispuesta a los cambios”, enfatiza el experto.

Centralismo dentro del centralismo

La pandemia ha evidenciado muchos problemas que ha venido arrastrando la ciudad de Lima desde el punto de vista de planificación urbana en relación a la salud pública.

Lima es gigantesca, sin embargo, las actividades comerciales, laborales políticas siguen congregadas en el centro. A esto se suman los viajes de una hora o más para trabajar en zonas muy distantes de su zona de residencia, lo que vuelve propensos a recoger los sedimentos de toda la ciudad, algo que no es saludable.

“Entre el Mercado Central, Mesa Redonda, Gamarra, y un poco en menor proporción Miraflores o San Isidro, está el grueso de la actividad laboral de esta ciudad”.

“Como proyecto urbano de ciudad necesitamos inversión pública que estudie y vea cómo ayudar con ciertos tipos de servicios para que estas centralidades puedan retener más población de escala local”, dice el Dr. Vega Centeno.

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