Dos miembros de la Asociación de Autismo Chiclayo luchan por romper prejuicios y sensibilizar a las personas sobre una condición que puede afectar a cualquier niño. Su mejor carta de presentación son los logros obtenidos por sus hijos.,Carlos Vásquez Romero Roxana Vásquez, madre de Nicolás, tuvo que dejar muchas cosas para dedicarse por completo a él y volverse una experta en la búsqueda de terapistas para tratar el autismo. El pequeño Nicolás recibió su diagnóstico de autismo a los dos años y medio, luego de tener dificultades en su equilibrio, perturbarse fácilmente por los sonidos fuertes e irritarse porque no lo entendían, entre otros síntomas. “Cuando la neuróloga me dijo que Nicolás tenía autismo severo me preocupé, porque no respondía a nada. Junto a mi familia comenzamos a buscar terapia física y conductual para él. Me dijeron que necesitaba terapias y que sus respuestas iban a ser una cajita de sorpresas”, señala. PUEDES VER FMP pide a Geresa dejar sin efecto cortes de contratos Antes de escuchar la palabra autismo, Roxana cuenta que su hijo fue diagnosticado con el síndrome de West, con síntomas que iban desde convulsiones imperceptibles hasta el desplazamiento de su cabeza hacia adelante. “Creía que se le había desaparecido el (síndrome) West, pero luego de varias evaluaciones se llegó a lo que era el autismo. Las terapias de lenguaje y conducta provocaron que a los cuatro años hablara con normalidad, y a los cinco años empezara a caminar. A los seis años comenzó a asistir a clases de natación”, menciona doña Roxana. La falta de información y los prejuicios son obstáculos que las personas con autismo y sus familiares deben enfrentar en Lambayeque y otras regiones del norte. Sin embargo, Nicolás, hoy con 18 años de edad, ha encontrado en la natación una aventura colectiva que le permite desarrollar potencialidades vitales y anhelar su proyecto de estudiar computación. “Hay mucha desigualdad en las escuelas y falta de sensibilización sobre el autismo. Hay una necesidad de adaptar el plan curricular escolar a las necesidades de un niño con autismo. Nicolás es un chico feliz y es capaz de todo. Ahora solo tiene conductas autistas”, detalla. En la dinámica familiar en su casa, Nicolás usa las palabras y los actos para comunicar. Su madre, quien es vicepresidenta de la Asociación Autismo Chiclayo, busca que otros padres de familia también pidan ayuda profesional, pero más allá de todo eso, que cuando conozcamos a una persona con autismo pensemos sin ningún tipo de discriminación. Nicolás Chirinos declama poemas, toca el piano, ordena sus cosas por tamaño, habla de sus amigos y es campeón en natación. Cuando encuentra una piscina olímpica decide bucear de manera libre y en cada brazada es imparable. A veces no puede parar y termina dando más de 60 vueltas, como cuando ganó el primer puesto en las olimpiadas especiales 2018. “Nunca pensé viajar a muchas ciudades con mi hijo y participar en varios campeonatos. Él era un niño muy inquieto y la natación le ayudó a controlar su hiperactividad. Para que Nicolás salga adelante fue necesario que tomara cursos de terapias para ayudarlo”, afirma Roxana mientras enseña con orgullo las más de 17 medallas que juntos han conseguido. Planes de desarrollo En las últimas semanas Fernando Hoyos, presidente de la Asociación Autismo Chiclayo, junto a otros padres de familia se han comprometido a coordinar con la Policía Nacional la ejecución de medidas para la búsqueda de menores, como la Ley Brunito (Ley Nº 29685) y la Alerta Amber. Con un hijo de 15 años que tiene autismo y apasionado por la fotografía y la gastronomía, Fernando sabe la importancia de las acciones para la búsqueda de menores desaparecidos. “La primera norma establece que la Policía inicie acciones de localización sin que haya transcurrido las 24 horas. Esta medida debe ser complementada con la Alerta Amber, la cual dispone la difusión de la desaparición en los medios de comunicación y otros. Para esto también necesitamos el apoyo de la municipalidad y el gobierno regional”, precisa. Esta petición urgente tiene como base la historia de Kevin, el niño con autismo que murió ahogado en el mar de San Miguel, en la ciudad de Lima, el 28 de diciembre pasado. Para este padre de familia que habla orgulloso de las comidas y los postres que prepara su hijo, otro punto a resolver es la falta de servicios de salud públicos y educativos para que tengan personal especializado para atender a niños autistas. “Un niño con autismo puede aprender todo. Por eso hay que tener un control sobre su crecimiento personal”, aclara. “Buscamos que nuestros hijos sean independientes, para que desarrollen habilidades sociales y laborales. Las terapias son esenciales, y esto debe reforzarse con el trabajo en los colegios, a través de un plan de estudios adecuado y profesores capacitados. Y esa es una tarea que debe asumir el gobierno regional”, indica Fernando Hoyos. Si bien es cierto no existe una estadística oficial del número de personas que padece autismo en Lambayeque y otras regiones, Fernando Hoyos considera que los centros de salud del Minsa deben capacitar a su personal en terapias de lenguaje y conducta. “Lo ideal es que se atiendan en centros de salud públicos, pero no cuentan con profesionales requeridos. Eso obliga a los menores a atenderse en centros privados, que generan gasto a los padres en terapias”, dice.