Este mal la presenta una de cada tres mujeres que han sufrido una violación.,De acuerdo con el más reciente Anuario Estadístico de la Policía Nacional del Perú, 5.311 mujeres han sido víctimas de violación sexual y el 33% de casos denunciados se ha presentado en niñas menores de 14 años. Lamentablemente, para ellas los efectos de esta experiencia traumática no acabarán el día del asalto sexual y se manifestarán de diversas formas en su salud física y mental. SECUELAS Entre las consecuencias físicas más frecuentes tenemos: el embarazo no deseado, infecciones vaginales y urinarias, hemorragias, fibromas, dolores crónicos en la pelvis, irritación en la zona genital, entre otros. Una mujer violada disminuye sus probabilidades de lograr una vida sexual satisfactoria y tiene el triple riesgo de contagio de infecciones de transmisión sexual y de VIH. "Se estima que una de cada cuatro mujeres en el mundo ha sufrido alguna forma de violencia sexual." Sin embargo, las consecuencias más severas de una violación impactan en la salud mental de las personas afectadas: depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, abuso de alcohol y otras sustancias, insomnio, trastornos de la conducta alimentaria y trastornos de la personalidad. A tales conclusiones llegó el estudio “Impacto del embarazo luego de una violación: argumentos para proteger la salud mental”, publicado por la ONG Promsex y escrito por Marta B. Rondón, médica psiquiatra y past president de la Asociación Internacional de Salud Mental para las Mujeres (IAWMH). FALTA DE PROTECCIÓN Una mujer embarazada producto de una violación corre mayores riesgos de sufrir enfermedades físicas y mentales graves. Además, atraviesa por una serie de cambios sociales: pierde el respaldo de su familia, es abandonada por su pareja y estigmatizada por su comunidad. Esta situación límite las acerca a la pobreza. "El suicidio es la segunda causa de muerte de mujeres embarazadas, adolescentes y menores de 25 años." La falta de atención de salud adecuada y oportuna, la revictimización y la ausencia de alternativas para proteger su salud ante una ITS o un embarazo no deseado atentan contra la recuperación de las mujeres violadas e incrementan el daño causado por la traumática experiencia. Como señala la Declaración Internacional de Consenso sobre la Salud Mental de las Mujeres, esta no se puede alcanzar “sin una situación de igualdad en el goce de los derechos humanos básicos, entre ellos: la libertad, la autonomía y los derechos sexuales y reproductivos”. Llegó la hora de defender la educación con enfoque de género Susana Chávez Directora General ONG Promsex “Llegó la hora” es el nombre de una campaña que convoca a la ciudadanía, en especial a las autoridades, servidores y servidoras públicas para que hombres y mujeres gocen de los mismos derechos. Como hemos visto, estos esfuerzos por concientizar no son suficientes y el resultado de ello es que miles de niñas y mujeres no tengan oportunidades de un mejor futuro, sin importar su propio potencial. Una sociedad que tolera la violencia sexual y la legitima, en un contexto en el que al menos el 20% de mujeres han sido víctimas de violación sexual, antes de cumplir los 15 años y solo en el 5% de los casos se denuncia, y obliga a que al menos 4 niñas sean madres producto de una violación, no son cifras que deberían enorgullecernos ni convencernos de que así se defiende la vida. Cada niña torturada tras verse en ese extremo de ser madre por imposición, sumado a esto, los efectos crónicos en la salud mental que causa el ser una víctima de violación sexual, refleja la negligencia, inoperatividad y falta de interés del Estado sobre la recuperación de las vidas y la salud de un sector muy importante de la población peruana: las niñas. Es inaceptable naturalizar la violencia de género. No se puede entender por qué retirar del currículo escolar, herramienta tan importante para la educación, un enfoque tan esencial como lo es la igualdad, la erradicación de los estereotipos y el empoderamiento de las mujeres, desde niñas. Por eso y más, “Llegó la hora” no solo se refiere a un retorno entusiasta de nuestros niños y niñas a la escuela, sino defiende una educación con igualdad para que el colegio no sea solo un espacio seguro en el que los niños y niñas no sufran violencia, sino también uno que refuerce los planes y proyectos de quienes son el futuro de nuestro país. [Nota patrocinada]