Wikileaks. Según cables secretos de embajadas en Lima y Santiago. Embajadores McKinley y Simons creyeron que Perú denunció al espía en represalia por el suministro de material de guerra a chilenos. Redacción La República. Cables secretos de las embajadas de Estados Unidos en Lima y Santiago de Chile, filtrados por la organización Wikileaks y publicados por el diario madrileño El País, destapan el papel mediador del gobierno norteamericano para bajar los ánimos entre los países andinos cuando se reveló la detención del técnico FAP Víctor Ariza Mendoza, en noviembre de 2009, acusado de espionaje a favor del país vecino del sur. El 17 de noviembre de 2009, el embajador estadounidense en Lima, Michael McKinley, reportó a Washington que Ariza fue detenido dos semanas antes de que la información se filtrara a la prensa, lo que le hacía presumir que el escándalo de espionaje no estalló casualmente el 13 de noviembre, porque precisamente ese día Estados Unidos anunció que suministraría equipamiento bélico a Chile. McKinley conjeturó que la exposición de Ariza era una forma de presionar a los chilenos por las compras de armas a los norteamericanos. El 18 de noviembre, el embajador estadounidense en Chile, Paul Simons, confirmó la presunción de que la revelación del espía Víctor Ariza era una maniobra del Perú para expresar rechazo por la venta de material de guerra de Washington a Santiago. “La historia de espionaje se publicó el mismo día que la Agencia de Cooperación de Seguridad y Defensa anunció potenciales ventas militares a Chile. Perú criticó dichas negociaciones, mientras que Chile respondió con énfasis que las compras solo eran reemplazos del equipamiento existente”, escribió Simons. No era poco lo que adquiría Chile. Se trataba del sistema de defensa aérea Avenger, radares Sentinel y los temidos misiles AMRAAM para los cazas F-16. Simons volvería a abordar el picante asunto el 23 de noviembre, en un memorándum en el que resalta que en Chile, a diferencia del Perú, reaccionó de manera equilibrada ante las acusaciones peruanas de espionaje y que el gobierno de Michelle Bachelete había recibido el respaldo de la clase política. El 15 de diciembre, un desconcertado Michael McKinley reportó a Washington que pocas semanas después del estallido del caso de Víctor Ariza, que supuestamente filtraron las autoridades peruanas para cuestionar la venta de armas de Estados Unidos a Chile, el presidente Alan García presentó en un desfile militar ejemplares de tanques chinos MBT-2010 que el Ejército había decidido comprar para reemplazar a los viejos carros de combate soviéticos T-55, entre otras adquisiciones de equipamiento bélico. “Las compras militares son sorprendentes, a la luz de la Iniciativa por la Paz y el Desarme que promueve el presidente Alan García en la región”, informó McKinley. El mensaje de Lima, entendió el embajador, era el siguiente: si le vendes a Chile, yo le compro a China. Guerra a Sendero y no a Chile Para Estados Unidos, el anuncio de compra de armas por parte de Perú sería parte de una impetuosa pantomima antichilena, porque nuestro país “raramente ha comprado grandes complejos de defensa en los últimos 15 años”, según el embajador McKinley. El embajador estaba preocupado de que se concretaran las adquisiciones, porque consideraba que el empeño de los peruanos debe concentrarse en la destrucción de Sendero Luminoso en el valle de los ríos Apurímac y Ene. Los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa aseguraron que “la compra de armas no distraerá los esfuerzos del Perú para mejorar sus capacidades con la finalidad de hacer frente a Sendero Luminoso y los traficantes de drogas”, comunicó McKinley. Los estadounidenses quieren que el Perú acabe de una vez con los senderistas y no se distraiga con Chile.