"En el fondo, lo único que le importa a una buena parte de la población es qué político es contrario o declara su apoyo abierto a las medidas inclusivas para determinar su adherencia, o su encarnizada oposición".,Tomo las furibundas reacciones de ciertas personas contra la valiente intervención en el parlamento de Alberto de Belaúnde para esbozar una hipótesis atrevida. Por lo pronto basta con apoyar abiertamente la igualdad de derechos para experimentar en carne propia la discriminación, los insultos al por mayor, la homofobia, que todavía se manifiesta en gran parte de nosotros. No pretendo comparar las consecuencias de una postura liberal y solidaria con todo lo que sufre la minoría sexual LGTB, pero el solo hecho de ponerse en sus zapatos y luchar con ellos lo acerca a uno con ese lado oscuro que, lamentablemente, siempre está allí. Sí, también le dan duro a uno, pero en el fondo sabemos que la tristeza y la frustración, las sufren otros y otras, por más que las pretendamos compartir quienes formamos parte de la “normalidad”. Además de indignarme y solidarizarme con de Belaúnde, me temo que hay algo mucho más profundo detrás de los enfrentamientos de cada día dentro de la agitada política peruana, algo que se esconde bajo la supuesta lucha contra la gran corrupción que todos queremos eliminar: el conservadurismo. Postura que marca una frontera clara que no pasa, como muchos creen, por la “derecha” o la “izquierda” o por la manera de llevar la economía, sino por unos valores tradicionales mal entendidos, bajo el manto dogmático de una religión que no evoluciona. Es una simplificación cruda, pero me temo que lo que en verdad nos polariza, nos separa, son las políticas públicas relacionadas con el matrimonio homosexual, aborto, enfoque de igualdad de género, legalización de la marihuana, etc. Observo que, en el fondo, lo único que le importa a una buena parte de la población es qué político es contrario o declara su apoyo abierto a las medidas inclusivas para determinar su adherencia, o su encarnizada oposición. Esa, pienso, es el gran enfrentamiento que subyace, más ahora que veo a muchos peruanos y peruanas soñando con un Bolsonaro local