¿El tratamiento? Gases, jaloneos, rochabús. En esta última protesta varias acabaron por los suelos.,Tengo amigos muy estimados y familiares que son policías. Uno de mis mejores socios de vida, de infancia, de caminos, lo es. Y por eso y mucho más, los tengo en alta estima, especialmente, al guardia de a pie, ese que no teme ir por vías peligrosas y nos dan protección a diario. Pero esta semana recibí dos llamadas de unas amigas, muy queridas y respetadas, dándome una noticia similar. La primera de ellas está en un grupo de trabajadoras del Ministerio de la Mujer, que rechaza una 'injusticia laboral'. Me dijo: "Protestamos, Carlos, porque la remuneración que actualmente percibimos no es pensionable, todos somos profesionales y técnicos". La mayoría son mujeres y reclamaron en la Plaza de Armas. Pues bien, la Policía no dudó en reprimirlas, gasearlas, lanzarles agua desde un rochabús, y todo en medio de este frío limeño que no perdona a nadie. Me llamó muy nerviosa para dar su denuncia. Otro grupo de mujeres también protestó en el mismo lugar contra el alcalde de Lima, "porque no cumple con el mandato judicial que le ordena pasar a planilla a los trabajadores de limpieza". ¿El tratamiento? Igual, gases, jaloneos, rochabús, maltratos. En esta última protesta varias acabaron por los suelos, mojadas y seguían siendo gaseadas. Una de ellas debió ser atendida en sanidad. Quizás se equivocan en protestar en la Plaza de Armas. Pero no merecen ser tratadas de esa manera y nuestra Policía no merece mostrarse así, sin humanidad, sin respeto ni consideración. A la Policía se le respeta, sí. Pero ella también debería no exagerar su firmeza y respetar a la vez.