El COVID-19 está regresando, con una cola de gripe aviar. Los contagios de coronavirus no son una suma dramática, pero con algo más de 12,000 casos nuevos este fin de semana, es obvio que la calma epidemiológica de octubre ya no está con nosotros. La frase quinta ola empieza a sonar cada vez más concreta, y ominosa.
La ministra de Salud ha declarado a la quinta ola un peligro oficial, pero la reacción Minsa ha sido más o menos seguir con lo que se venía haciendo, es decir protegerse y vacunarse. Suena sensato, pero cargado de cierta dejadez política. En verdad las cosas sí se podrían poner peores, e incluso mucho peores.
Si el peligro cobra cuerpo, es posible que estemos cerca de una nueva política de confinamiento. Mascarillas para lugares cerrados, por lo pronto. El alcalde de Miraflores quiere cerrar las playas del distrito, aunque sobre todo por la gripe aviar, hoy simbolizada por todos esos pelícanos cayéndose del aire.
Mucho de lo que suceda tendrá que ver con el ritmo de vacunación. Minsa informa que los protegidos por una cuarta dosis son casi 24% de la población vacunable. Lo cual muestra un amplio espacio de peligrosidad. Pues si bien el coronavirus ya no es tan letal como cuando apareció, sus efectos siguen siendo malévolos.
La resistencia de muchas personas a vacunarse, en buena medida por considerar que el contagio del coronavirus ya no es un problema, es ella misma problemática. Se olvida que sin la vacunación el Perú estuvo particularmente indefenso frente a la pandemia. Es, mutatis mutandis, lo que pasa hoy sobre todo con los huérfanos de tercera y cuarta dosis.
En cambio el uso de la mascarilla, en espacios de todo tipo, se ha instalado como costumbre en buena parte de la ciudadanía. La norma estatal que permite prescindir de la mascarilla en espacios abiertos fue seguida con entusiasmo en un primer momento, pero la cautela en torno de este mecanismo de protección ha vuelto.
No es, pues, un mal desaparecido para siempre, sino una pauta de organización social, más sofisticada y viable que el simple confinamiento. Pero como las políticas aquí solo duran lo que los ministros, no hay mucho que esperar en términos de una política antipandemia constante.
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