Estados Unidos vive una erosión democrática mucho más preocupante desde la llegada presidencia de Trump, señala experta
Para Jenny Pribble, profesora de Ciencias Políticas y Estudios Globales en la Universidad de Richmond, Donald Trump ha mostrado su intento por deslegitimar las elecciones presidenciales en Estados Unidos en caso de que pierda frente a Kamala Harris.
Estados Unidos vive horas clave previas a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, fecha en la que se definirá si Donald Trump regresa a la Casa Blanca o si Kamala Harris se convierte en la primera mujer en dirigir la potencia norteamericana. Sin embargo, todo apunta a que estos comicios tendrán resultados muy ajustados en medio de una grave polarización y denuncias de ataque a la democracia.
En una entrevista con La República, Jenny Pribble, profesora de Ciencias Políticas y Estudios Globales en la Universidad de Richmond, analiza la influencia del discurso de Donald Trump en la política y la sociedad de Estados Unidos, marcado por un liderazgo polarizante y su apropiación del Partido Republicano.
Polarización y denuncias de ataque a la democracia marcan elecciones en Estados Unidos
—¿Cuál considera que ha sido el principal mensaje del discurso de Donald Trump durante su campaña presidencial?
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—Creo que su campaña no ha tenido un enfoque muy claro. Pienso que los encargados de la campaña le habrían sugerido un mensaje sobre la economía, la inflación o el desempleo, pero a él le ha costado mucho mantenerse enfocado. Se ha centrado en mensajes racistas, basados en la raza o la etnia, y en mensajes dirigidos a los hombres y a los sectores más viejos de la población.
—¿Cómo piensa que va a reaccionar el público a este y a este discurso?
—Opino que Donald Trump tiene un sector de la sociedad que estaba muy motivado por sus mensajes antimigrantes y preocupado por sus propuestas económicas populistas. Esos mensajes funcionan muy bien para motivar a su base crítica, pero no para expandir su apoyo a un sector más amplio. Como hemos sabido por las últimas encuestas, el voto estará muy dividido en las elecciones, lo que crea, de alguna manera, un ambiente de polarización en Estados Unidos.
Estados Unidos se enfrenta a un momento decisivo antes de las elecciones del 5 de noviembre. La polarización política y las denuncias sobre la democracia marcan el escenario entre Trump y Harris. Foto: Los Angeles Times
—¿Considera que esta polarización está influenciada por Donald Trump o es en general por el ambiente que se ha vivido en Estados Unidos en los últimos años?
—La situación efectivamente está muy polarizada, pero en ciencia política se habla de polarización simétrica o asimétrica. En este caso, considero que Estados Unidos es un ejemplo claro de polarización asimétrica; es decir, hemos visto una radicalización de la derecha y del Partido Republicano, que ha permitido ser llevada por un líder muy extremista y programático, con un ideal bastante alejado de la mayoría de la población en Estados Unidos. Ahora, por tradiciones partidarias y por el hecho de que en el país hay solo dos partidos con una presencia real, el Partido Republicano efectivamente se adaptó a Trump y ahora es su partido.
—Esta semana se supo que el Washington Post no iba a respaldar a ningún candidato y esto ha provocado el fin de la suscripción de más de 250.000 lectores. ¿Piensa que el este tipo de decisiones afecta a la democracia y la libertad de prensa en Estados Unidos?
—Sí, es claro que Estados Unidos está en un momento de erosión democrática. La mejor manera de defender el régimen democrático es no ceder poder, pero lo que vimos con The Washington Post es que es un medio que tiene intereses económicos y muchos contratos con el gobierno. Esto es importante porque demuestra el nivel de erosión democrática que ya vivimos en Estados Unidos, donde uno de los candidatos amenaza con usar los órganos y las instituciones para perseguir a sus oponentes.
—También se ha visto con otro tipo de medios como Fox News o incluso las redes sociales como X, de Elon Musk…
—Eso también es un motivo de preocupación, porque hemos visto en este ciclo electoral mucha desinformación en redes sociales. No hay un sistema de regulación para controlarla. Ahora, con Elon Musk involucrado en la campaña de Trump hasta el punto de ofrecer dinero para que la gente se registre y vote por él, queda demostrado que la concentración del poder está en manos de los ultrarricos del país, quienes controlan sectores muy clave de la economía.
La profesora Jenny Pribble afirma que el discurso de Trump ha sido polarizante, centrado en mensajes racistas y antimigrantes, lo que podría limitar su base de apoyo en estos comicios. Foto: AFP
Trump podría deslegitimar elecciones si pierde frente a Kamala Harris, advierte experta
—En las últimas elecciones, Trump no quiso aceptar su derrota y puso en duda el sistema democrático de EE. UU. ¿Cree que este escenario se repita ante un eventual triunfo de Kamala Harris?
—Sí, desde sus redes sociales ya está hablando de fuerzas que quieren robar las elecciones, aunque no hay ninguna prueba de que estas cosas estén ocurriendo. Él claramente está tratando de deslegitimar las elecciones en caso de que pierda. Creo que todos esperan que, si Trump no gana, intentará recurrir a la Corte y a la opinión pública para influir en el resultado a través de mecanismos no democráticos.
—¿Podríamos ver un de nuevo un escenario como el del asalto al Capitolio del 6 de enero o cree que Estados Unidos ya aprendió esa lección?
—Me temo que no hemos aprendido la lección. Pienso que hay mucha gente que cree en Donald Trump cuando dice que él ganó la elección de 2020, a pesar de que no hay ninguna evidencia de fraude. Es claro que Joe Biden ganó esa elección, pero Trump sigue afirmando lo contrario, y por ello muchos de sus seguidores tienen muy poca fe en la institucionalidad de Estados Unidos.
La única cosa que podría haber cambiado en Estados Unidos es que los ciudadanos saben qué va a pasar, y los políticos también. Supongo que dentro de la campaña de Kamala Harris están pensando en respuestas a las acciones de Trump si ella gana, y también supongo que el presidente Biden y las fuerzas de seguridad se están preparando ante lo que podría suceder.
Con denuncias de ataques a la democracia y desinformación, se teme que Trump intente deslegitimar el resultado si no gana. Foto: AFP
—El discurso de Trump de no aceptar su derrota ya se ha visto en América Latina ¿Cree que este discurso está cada vez más normalizado?
—No me sorprende que varios líderes en América Latina, como Bolsonaro, intenten hacer exactamente lo mismo que Trump. Lo que llama la atención entre ambos es la diferencia de sus sistemas presidenciales, ya que las elecciones latinoamericanas se deciden por mayoría directa y no tienen un sistema como el Colegio Electoral, que genera mucha confusión sobre los resultados. Para los votantes es difícil entender cómo se traduce su voto, porque no es simplemente que se cuentan los votos y el que tiene la mayoría gana, sino que se cuentan por estados, y cada uno certifica de manera independiente. Además, no hay un instituto federal nacional que certifique las elecciones, lo que deja espacio para dudas y falta de claridad.
Creo que muchos países latinoamericanos, no todos, pero sí muchos, por sus propias historias, pueden reconocer mejor a líderes autocráticos que intentan abusar de las instituciones y deslegitimarlas. Por ejemplo, el hecho de que la Corte Suprema de Brasil le haya quitado a Bolsonaro su derecho a postularse a la presidencia es una clara señal de que allí se toman mucho más en serio estas arremetidas en contra de la institucionalidad que en Estados Unidos.
—¿Hay un antes y un después en la democracia de Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump a la política?
—Creo que pasamos por procesos difíciles y peligrosos antes de Donald Trump, pero desde que llegó como candidato, las dinámicas cambiaron profundamente. Hasta la llegada de Trump, había normas y procesos dentro de los partidos políticos. Por ejemplo, decir que uno ganó la elección cuando claramente no lo hizo, o afirmar que las elecciones fueron ilegítimas, era algo que no se solía hacer. Existía un tipo de acuerdo informal de no recurrir a esas prácticas en Estados Unidos, basado en que los partidos políticos desempeñaban su papel de limitar a candidatos antidemocráticos. Sin embargo, con la llegada de Donald Trump, el Partido Republicano abandonó esa responsabilidad y se dejó llevar por él sin resistirse. Aquellos que sí se opusieron fueron marginados del partido.
No es que todo comenzara con Donald Trump, pero su candidatura marca un antes y un después por dos motivos: porque empezó a deslegitimar activamente la institucionalidad democrática y, segundo, porque introdujo una retórica de violencia política que impide que el proceso democrático continúe de manera normal. Cuando el Partido Republicano aceptó eso, entramos en un nuevo nivel de erosión democrática, mucho más preocupante que el que existía antes de la presidencia de Donald Trump.